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28 de enero de 2009

¿Realmente existe el demonio?

Autor: Luis Rojas.
Parece que hablar del demonio es cosa del pasado. Suena a novela medieval, con brujos, calderos, pócimas y cuevas oscuras. Sin embargo, vemos en el mundo claramente la acción del demonio que se refleja en cosas terriblemente malas, espirituales algunas y muchas otras físicas.

Tal vez uno de los mayores triunfos del demonio ha sido hacer creer a muchos hombres que no existe: de esta manera le dejan el camino libre para su acción al no estar atentos para detenerlo.

El Catecismo de la Iglesia Católica, hablando del pecado original nos recuerda que detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla la serpiente, una voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte.

La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven simbolizado en la serpiente a un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios con una naturaleza buena, pero que se hizo malo por la elección libre de rechazar radical e irrevocablemente a Dios y su Reino.

Su pecado no se puede perdonar, ya que al ser un ser espiritual, sus decisiones son irrevocables. "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte". [San Juan Damasceno]

Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (I Jn 3,8), "padre de la mentira". (Jn 8,44)

La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquél a quien Jesús llama "homicida desde el principio" (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre. "El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo" (1 Jn 3,8). La más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.

El demonio ronda por todo el mundo como un animal herido, tratando de usar todo su poder angelical que recibió de Dios cuando todavía no se había alejado de Él para sembrar la mentira. Es hábil e inteligente, pues conoce bien a los hombres. Sabe atraerles hacia el mal, pues es la única satisfacción que encuentra en la eterna derrota de su lucha contra Dios. Ese es el demonio. Satanás. El padre de la mentira. El tentador.


Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero sólo criatura: puede tentarnos, invitarnos, seducirnos, pero no puede obligarnos a actuar de determinada manera. Su poder no es comparable con el poder infinito de Dios.

(...)


¿El demonio tiene algo de bueno?

El P. Jose Antonio Fortea, sacerdote y teólogo especializado en demonologia, tiene una interesante visión de como el demonio nos puede ayudar en nuestro camino hacia Dios. En este video de edición propia, el sacerdote explica como Dios se convierte en el artista, que toma al demonio como pincel para hacer su obra.









Este video partió de un podcast (audio para escuchar en linea) del Padre José Antonio Fortea, de una serie publicada por Catholic.net, en las que se tocan temas sobre el demonio, el infierno, la posesión, el exorcismo y el mal in genere.



25 de enero de 2009

La conversión de San Pablo (Fiesta 25 de enero)

¨Solo el acontecimiento, el encuentro fuerte con Cristo, es la llave para entender qué sucedió: muerte y resurrección, renovación por parte de Aquél que se había revelado y había hablado con él. En este sentido más profundo podemos y debemos hablar de conversión. Este encuentro es una renovación real que ha cambiado todos sus parámetros. Ahora se puede decir que lo que para él era antes esencial y fundamental, se ha convertido para él en 'basura'; no hay ya 'ganancia' sino pérdida, porque ahora cuenta sólo la vida en Cristo¨


La conversión de San Pablo

Autor: Archidiócesis de Madrid

A los dieciocho años [Pablo] se fue a Jerusalén para aprender cosas del judío verdadero, las de la Ley patria, la razón de las costumbres; ansiaba profundizar en la historia del pueblo y en su culto. Gamaliel [su maestro] lo informó bien por unos cuartos. Aprendió las cosas yendo a la raíz, no como las decía la gente poco culta del pueblo sencillo y llano. Supo más y mejor del poder del Dios único; aprendió a darle honra y alabanza en el mayor de los respetos y malamente soportaba con su pueblo el presente dominio del imponente invasor [romano]. Esto le ponía furioso. Los profetas daban pistas para un resurgimiento y los salmos cantaban la victoria de Dios sobre otros pueblos y culturas muy importantes que en otro tiempo subyugaron a los judíos y ya desaparecieron a pesar de su altivez; igual pasaría con los dominadores actuales. El Libertador no podría tardar. Mientras tanto, era preciso mantener la idiosincrasia del pueblo a cualquier costa y no ser como los herodianos [quienes con los fariseos urdieron el complot contra Jesús], para que la esperanza hiciera posible su supervivencia como nación. No se podía dejar que un ápice lo apartara de la fidelidad a las costumbres patrias. Eso le hizo celoso.


Y mira por donde, aquella herejía estaba estropeando todo lo que necesitaba el pueblo. Locos estaban adorando a un hombre y crucificado. No se podía permitir que entre los suyos se ampliara el círculo de los disidentes. Había que hacer algo. No pasaban, sino que las noticias decían que estaban por todas partes como si se diera una metástasis generalizada de un cáncer nacional. Hacía años que ya estuvo, colaborando como pudo, en la lapidación de uno de aquellos visionarios listos, serviciales, piadosos y caritativos pero que hacían mucho daño al alto estamento oficial judío; fue cuando lo apedrearon por blasfemo a las afueras de Jerusalén, y lastimosamente él sólo pudo guardar losmantos de los que lo lapidaron. Hasta le parecía recordar aún su nombre: Esteban. Su conversión fue en un día insospechado. Nada propiciaba aquel cambio. Precisamente llevaba cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén para los de Damasco; quería poner entre rejas a los cristianos que encontrara. Hasta allí se extendía la autoridad de los sumos sacerdotes y principales fariseos; como eran costumbresde religión, los romanos las reconocían sin hacerles ascos. Saulo guiaba una comitiva no guerrera pero sí muy activa,casi furiosa, impaciente por cumplir bien una misión que suponían agradable a Dios y purga necesaria para la estabilidad de los judíos y para proteger la pureza de las tradiciones que recibieron los padres. Aquello parecía laavanzada de un ejército en orden de batalla, con el repiqueteo de las herraduras en las pezuñas de las monturas sobreel duro suelo de roca ante Damasco donde caracoleaban los caballos. Llevaban ya varios días de caminata; se daban por bien empleados si la gestión terminaba con éxito. Iba Saulo 'respirando amenazas de muerte contra los discípulosdel Señor'. En su interior había buena dosis de saña.

'Y sucedió que, al llegar cerca de Damasco, de súbito le cercó una luz fulgurante venida del cielo, y cayendo por tierraoyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quientú persigues. Pero levántate, y entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer. Y los hombres que le acompañabanse habían detenido, mudos de espanto, oyendo la voz, pero sin ver a nadie. Se levantó Saulo del suelo y , abiertos los ojos, nada veía. Y llevándole de la mano lo introdujeron en Damasco, y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió'
Tres días para rumiar su derrota y hacerse cargo en su interior de lo que había pasado. Y luego, el bautismo. Un cambio de vida, cambio de obras, cambio de pensamiento, de ideales y proyectos. Su carácter apasionado tomará elrumbo ahora marcado sin trabas humanas posibles _su rendición fue sin condiciones_ y con el afán de llevar a supueblo primero y al mundo entero luego la alegría del amor de Dios manifestado en Cristo.

20 de enero de 2009

VI Encuentro Mundial de Las Familias. México 2009

“Como primera escuela de vida y de fe, y como "iglesia doméstica", la familia está llamada a educar a las nuevas generaciones en los valores humanos y cristianos para que, orientando su vida según el modelo de Cristo, forjen en ellas una personalidad armónica”.

S.S. Benedicto XVI


Cada 3 años el Santo Padre convoca a las familias católicas del mundo a un encuentro de unidad, en el que miles de familias de los 5 continentes se reúnen para compartir, dialogar, orar y profundizar en aspectos importantes del papel de la familia cristiana, como Iglesia Doméstica y unidad base de la evangelización y de la sociedad.

Este año se realizó en México del día 13 al 18 de enero. con el lema: “La Familia Formadora en los Valores Humanos y Cristianos”. En este evento, su Santidad asimismo recalcó que: ¨La familia es un fundamento indispensable en la sociedad y los pueblos, así como un bien insustituible para los hijos, dignos de venir a la vida como fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Como puso de manifiesto Jesús honrando a la Virgen María y a San José, la familia ocupa un lugar primario en la educación de la persona. Es una verdadera escuela de humanidad y valores perennes.¨ (Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI en el VI Encuentro Mundial de las Familias)
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Catholic.net Televisión, realizó una cobertura especial de todo el evento. El programa ¨Ventana Familiar¨ presenta un completo resumen día por día. En el que vivencias, testimonios, enseñanzas, mensajes de su santidad, y musicales que incluyen a Emmanuel, su hijo Alexander Hacha, José Cantoral y Pedro Fernádez, nos permiten recibir los frutos derramados en este evento.



14 de enero de 2009

Seguramente los ángeles existen

Seguramente los ángeles existen
Autor:Roberto O’Farrill
CatólicoDigital

Un matrimonio que había salido de viaje dejó encargada su casa a la hermana de uno de ellos, quien al salir del trabajo, se dirigía por la noche a supervisar la casa a su cuidado. Una de esas noches la esperaban, ocultos en la oscuridad, tres criminales que habían planeado entrar al momento en que ella abriera y forzarla a que les entregara las llaves de los automóviles y demás posesiones de valor. Luego quién sabe qué harían con ella. Cuando llegó, los delincuentes hicieron lo planeado, pero al momento del asalto surgió de la oscuridad un joven que la defendió con extraordinaria fuerza, desarmó a los asaltantes y buscó apoyo de la policía; luego tranquilizó a la muchacha, quien se esmeraba en agradecimientos mientras le preguntaba de dónde había salido tan oportunamente. El le respondió que vivía en la casa de enfrente, y luego se hundió en la noche mientras se retiraba.

Al día siguiente ella tocó a la puerta de la casa en busca de su salvador, para agradecerle su oportuna intervención, pero quien abrió le dijo que allí no vivía nadie más. Entonces se lanzó a buscarlo en las casas cercanas, pero resultó que nadie le conocía, no vivía en el vecindario y nadie le había visto jamás. El domingo fue a Misa para agradecer a Dios y escuchó, durante la proclamación del Evangelio de San Mateo, lo siguiente: “Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles?”. Días después regresaron de su viaje los propietarios de la casa, quienes al saber lo ocurrido dijeron que nunca habían visto a ese vecino, que no conocían en el vecindario a ningún joven fuerte, de trato amable, de voz suave aunque profunda, de cabello largo y que vistiera una gabardina. Desde entonces ella esta segura de que la salvó un ángel.

Hace como quince años, una tarde, cuando daba una conferencia en la universidad La Salle, que habían organizado los jóvenes de Pastoral Universitaria como parte de una Semana de celebraciones por ya no recuerdo qué motivo, al final se acercó un joven y me entregó un papel con unas anotaciones hechas a mano. Lo vi y leí que tenía escritas unas letras seguidas de unos números que decían Jn 12, 14. Luego tenía un nombre y otros números. Le pregunté qué era eso y me dijo que era su nombre, su teléfono y una cita de la sagrada Escritura. Guardé el papelito en la bolsa de mi saco y al día siguiente busqué, por curiosidad, la cita en la Biblia. La abrí en el Evangelio según San Juan, en el capítulo 12 y leí que el versículo 14 dice textual: “Y Jesús, habiendo encontrado un burrito se sentó en él”. En ese momento ocurrió, de manera vertiginosa, algo que en menos de un segundo comprendí, o supe, o entendí, no sé qué fue, pero me hizo saber que yo debía ser una especie de burrito que llevara a Jesús a cuantos lugares pudiese. Fue muy rápido pero fue definitivo, tanto, que pronuncié una oración y dije algo así como: “Señor, estoy dispuesto a llevarte a donde digas, súbete a mi espalda, quiero ser, aunque sea, tu burrito, cuentas conmigo, quiero servirte”. Luego reaccioné, vi el papel, el nombre escrito era Ángel; no lo podía creer, así que marque el número en el teléfono, pregunté por Ángel y me dijeron que allí no vivía. Volví a marcar y me dijeron que allí no era, que no molestara. Marqué otras veces para cerciorarme. Desde entonces soy el burrito del Señor e intento acercarlo y presentarlo a muchos. Pienso que envió a uno de sus mensajeros. Seguramente los ángeles existen.

En efecto, la existencia de los ángeles es dogma de fe y así lo establece el Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo número 328: “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”.

Las narraciones angélicas se encuentran en prácticamente todas las religiones y no faltan en el cristianismo, el judaísmo, ni en el Islam.

En la angelología cristiana, en la obra “La jerarquías celestes” el Pseudo Dionisio establece nueve coros angélicos: ángeles, arcángeles, principados, virtudes, potestades, dominaciones, tronos y querubines.
Un ángel liberó a Pedro de prisión cuando le despertó diciendo: Levántate pronto, y cayeron las cadenas de sus manos. .

El resaltado es nuestro.


10 de enero de 2009

Bautismo de Cristo… ¿para qué?

Bautismo de Cristo… ¿para qué?
Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda
Catholic.net

(..) Juan Bautizaba precisamente para preparar el camino al Señor, al Enviado, al Mesías, al esperado y las gentes salían convertidas verdaderamente por su predicación y echaban fuera sus pecados. Cristo quiere sentirse solidario hasta ese extremo con su pueblo, hasta someterse a un rito de purificación, aunque él personalmente no tuviera pecado. Debemos reconocer la humildad, la sencillez pero sobre todo la solidaridad de Cristo con todos los que intentamos alejar de nosotros el pecado y la maldad. Es la primera intención, pero había otra, y esa la descubriremos después del bautismo.

De esta manera ya estamos preparados para la escena que nos presenta San Mateo en su Evangelio, un Cristo formado en la fila de los pecadores. No va con prepotencia, no lleva guaruras, no quiere que le den preferencia, va formado como todos, con muchas ilusiones en su corazón, oyendo atentamente los comentarios de las gentes que lo rodeaban y cuando llegó el momento de presentarse ante Juan, Cristo pudo darse cuenta de su desconcierto e inquietud de aquel. Fue demasiado fuerte para él estar situado ante Cristo y ante un Cristo que pedía su bautismo que era ciertamente inferior al que Cristo traía para todos los hombres. Y así se lo manifiesta, poniéndose de rodillas ante Jesús: “Yo soy quien deber ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que te bautice?”. Pues más creció su inquietud, cuando Cristo poniéndose de rodillas ante él, le ofreció un argumento que no dejaba lugar a dudas: “Has ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Y así se hizo. No se dan más detalles del bautismo. Juan lo tomó por los hombros, y semidesnudo lo sumergió profundamente en las aguas del Jordán. Cuando Cristo se retiró, quizá sin haberse secado totalmente, cayó en una profunda oración, que dejó admiradas a las gentes que habían contemplado su bautismo.

Y en medio de esa profunda oración, se descubre la segunda intención del bautismo de Cristo: apareció en ese momento una nube misteriosa y desde dentro de ella, una voz potente que decía: “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”, al mismo tiempo que “se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma”. Algo trascendental ocurre entonces en ese momento, no sólo es presentado Jesús como Salvador, como verdadero Hijo de Dios, sino que Dios mismo se presenta en forma trinitaria, invitando a todas las gentes a participar de la alegría de unos cielos que se abren para dar paso al Salvador. Es el momento que Isaías había pedido a Dios, que rompiera ya su prolongado silencio y dirigiera su rostro y su palabra al pueblo: “!Ah, si rasgases los cielos y descendieses…!”. Y es el momento por el que también Isaías había suspirado, aunque él solo pudo clamar por un siervo, nunca por un hijo y menos el Hijo de Dios como salvador: “Miren a mi siervo a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo todas mis complacencias. En él he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones”. El Padre llena todas las expectativas y nos envía precisamente a su Hijo, su Hijo amado, motivo de todas sus complacencias. Y podemos estar seguros que con Cristo vienen los dones y los regalos propios de la presencia del Espíritu Santo de Dios que ahora tiene dos brazos para abrazar a nuestra humanidad y llenarla de gozo y de alegría, aparejadas con el perdón de los pecados y la seguridad de que al incorporarnos al bautismo de Cristo podremos continuar, porque la puerta ya está abierta, y podremos participar de otros sacramentos, que acompañarán toda la vida del hombre, la confirmación, corroborando nuestra fe, y el banquete, el banquete de los hijos de Dios que pueden participar comiendo el Cuerpo y la Sangre redentoras de Cristo que ve así realizada su propia Pascua.


No está por demás decir que nuestro propio bautismo, que no es el mismo que Cristo recibió del Bautista, hace que las palabras dirigidas primeramente a Cristo: “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias”, puedan ser dirigidas también a nosotros, que tenemos entonces la dicha de haber atraído la mirada del Buen Padre Dios que nos colma con sus dones, su perdón y sus gracias para que vayamos caminando precisamente como hijos de Dios.

Tengamos pues, una gran estima por este sacramento admirable que nos ha abierto las puertas del corazón de Dios y aprestémonos a vivir como Cristo, que pasó haciendo el bien y curando a todos de sus enfermedades. También nosotros tendremos esos dones para que con la sonrisa, la mano tendida y el corazón puesto en los más necesitados, también contribuyamos a la salvación de todo nuestro universo.

El resaltado es nuestro.


8 de enero de 2009

El Viaje de los Reyes Magos



Después de viajar muchos kilómetros, los Magos encontraron al Rey de los Judíos, el Salvador del mundo, el Rey de Reyes, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en una cueva de una aldea de mala muerte, fuera de la ciudadde Jerusalén.

¿Era suficiente para obligar al corazón bajar a los pies? Sin embargo, lo aceptaron plenamente: se arrodillaron delante deÉl. Vieron a Dios en un bebé que lloraba.

El Catecismo nos habla del sentido de la Epifanía (manifestación de Cristo) en el n.528:

¨ La epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismode Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos deOriente. En estos “magos”, representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias delas naciones que acogen, por la encarnación, la Buena Nueva de la salvación.¨

Un día alguien dijo a un amigo que había encontrado el teléfono de Dios. El amigo se sorprendió y muy irónicamente lepreguntó cual era. Recibió una respuesta sublime: el teléfono de Dios es la fe.Con la fe puede uno “conectarse” con Dios en cualquier momento. Al contemplar la belleza de la naturaleza, elestruendo del mar, la brisa entre los árboles... se puede ver a Dios si uno tiene fe.

También se le puede ver en el sacerdote que se sienta en el confesionario para escuchar nuestra miseria moral ydarnos con seguridad el perdón de Dios. Con la fe se ve a Cristo presente en el Pan sagrado, en las manos del ministroen la Misa. La fe permite ver a Cristo en su Vicario en la tierra, el Santo Padre....

La fe abre horizontes y nos hace ver más lejos de lo que podríamos con la sola luz de la razón. Nuestra pobre razón escomo el ojo desnudo que sólo ve un poco del universo al contemplar las estrellas que desfilan delante de él en la nocheclara. Pero con un telescopio potente se puede penetrar en los espacios siderales y descubrir mundos nuevos. Así es lafe para un creyente: es un nuevo ojo para ver. En lo que parece sólo un trozo de pan le permite ver el Cuerpo de Cristo;en el vagabundo que toca a la puerta pidiendo una ayuda le revela la presencia del Cristo Místico; en el jefe enojón queda un mandato, la manifestación de la Voluntad de Dios...

¿El mejor don de los Magos fue su fe
Impresiona el regalo costoso del oro, incienso y mirra. Pero más impresionante todavía fue la fe, tamaño gigante, deestos hombres. Aquel día cuando los Magos se acercaron a la cueva de Belén y pidieron permiso para traspasar eldintel más pobre que habían visto en su vida, los papás del Niño accedieron a la petición de personas tan ilustres. Semaravillaron al verlos caer al suelo, manchar su ropa, e inclinar la cabeza delante del Bebé.

Cuando nosotros lleguemos al Cielo, ciertamente no vamos a entrar con unos lingotes de oro, una caja de incienso y unbote de mirra. Lo que vamos a llevar va a ser, como dijo San Pablo, nuestra fe, esperanza y caridad.

No juzguemos el valor de nuestra vida por las cosas que tenemos o las obras que hacemos. Lo que es la fe y el amorcon que obramos eso es lo que vale delante de Dios. Mejor ir pobre al Cielo que rico al Infierno; mejor ir analfabeta alCielo que con un doctorado al Infierno. Desde un punto de vista espiritual, el valor de los Magos no era el tamaño desus dones materiales, sino la medida de su fe.

Unas preguntas
1. ¿Cómo es nuestra fe? ¿lánguida? ¿depende de como nos sentimos? ¿una fe fuerte?

2. ¿Si la fe exige dejar algo para seguir más de cerca a Cristo, ¿qué nos está pidiendo Cristo que dejemos?

3. ¿Está nuestra fe basada en la Palabra de Dios o en una serie de sentimientos movedizos?