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24 de noviembre de 2013

"Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso."

Del Santo Evangelio según San Lucas 23, 35-43
Jesucristo Rey del universo

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso." (Aciprensa.com)

Comentario:
Solemnidad de Cristo, Rey del universo. Uno se esperaría un pasaje del Evangelio de entre los más luminosos, y sin embargo nos encontramos ante un pasaje de entre los menos claros. … El estupor de lo no esperado, es la sensación más apta para entrar en el corazón de la fiesta de hoy, el estupor de aquel que sabe que no puede entender las infinidades del misterio del Hijo de Dios.
v. 35. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «Ha salvado a otros; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido. Alrededor de la cruz se agrupan todos aquellos que han encontrado a Jesús en los tres años de su vida pública. Y aquí, frente a una Palabra clavada sobre el madero, se desvelan los secretos de los corazones. El pueblo que había escuchado y seguido al rabino de Galilea, que había visto los milagros y los prodigios, estaba allí sentado mirando: la perplejidad en las caras, mil preguntas en el corazón, la decepción y la percepción de que todo acaba allí. Los jefes hacen muecas y mientras dicen la verdad sobre la persona de Jesús: el Cristo de Dios, su elegido. Ignoran la lógica de Dios aún siendo fieles observadores de la ley hebraica. Esta invitación que encierra tanto desprecio: Que se salve a si mismo… narra el final recóndito de todas sus acciones: la salvación se conquista de por sí, observando los mandamientos de Dios.
vv. 36-37. También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre 37 y le decían: «Si tú eres el rey de los judíos, ¡sálvate!»Los soldados que no tienen nada que perder en el campo religioso infieren sobre él. ¿Qué tienen en común con aquel hombre? ¿Qué han recibido de él? Nada. La posibilidad de ejercer, aunque sea por poco tiempo, el poder sobre alguien que no es posible dejar caer. El poder de la detención se enlaza con la maldad y se arrojan el derecho de reírse de él. El otro, indefenso, se convierte en objeto de su propio goce.
v. 38. Había encima de él una inscripción: «Este es el rey de los judíos.» Realmente una burla la pequeña tabla de su culpa: Jesús es el culpable de ser el rey de los judíos. Una culpa que en realidad no lo es. A pesar de que los jefes hayan tratado de aplastar la regalidad de Cristo como han podio, la verdad se inscribe sola: Este es el rey de los Judíos. Este, y no otro. Una regalidad que atraviesa los siglos y que pide a las miradas de los transeúntes que se detengan con el pensamiento sobre la novedad del evangelio. El hombre necesita de alguien que lo gobierne, y este alguien no puede ser un hombre colgado de una cruz por amor, capaz de permanecer sobre el madero de la condena para dejarse encontrar vivo en la aurora del octavo día. Un rey sin cetro, un rey capaz de ser considerado por todos como un malhechor con tal de no renegar su amor por el hombre.
v. 39. Uno de los malhechores colgados le insultaba: « ¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» En la cruz se puede estar por motivos diferente, como también por motivos distintos uno puede estar con Cristo. La proximidad con la cruz divide o acerca. Uno de los dos vecinos de Cristo, le insulta, le provoca, se ríe de él. A la ¨salvación¨ se la invoca como huida de la cruz. Una salvación estéril, sin vida, ya muerta en sí. Jesús está clavado en la cruz, este malhechor está colgado. Jesús es todo uno con el madero, porque la cruz es para él el rollo del libro que se abre para narrar los prodigios de la vida divina entregada sin condiciones. El otro está colgado como un fruto marchitado a causa del mal, y pronto a ser tirado.
v. 40. Pero el otro le increpó: « ¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? El otro, al estar cerca de Jesús, vuelve a adquirir el santo temor y hace discernimiento. Quien vive al lado de Cristo puede reprochar a quien está a dos pasos de la vida y no la ve, sigue gastándola hasta el final. Todo tiene un límite, y en este caso el límite no lo fija el Cristo que está allí, sino su compañero. Cristo no responde, responde el otro en su lugar, reconociendo sus responsabilidades y ayudando al otro para que lea el momento presente como una oportunidad de salvación.
v. 41. Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho.» El mal lleva a la cruz, la serpiente había guiado al fruto prohibido colgado del madero. ¿Pero qué cruz? La cruz de la propia “recompensa” o la cruz del fruto bueno. Cristo es el fruto que cada hombre o mujer puede coger del árbol de la vida que está en medio del jardín del mundo, el justo que no cometió algún mal, y que sólo supo amar, re usque ad finem.
v. 42. Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino Una vida que llega a su plenitud y se encierra en una invocación increíblemente densa de significado. Un hombre, pecador, conciente de su pecado y de la justa condena, acoge el misterio de la cruz. A los pies de aquel trono de gloria pide ser recordado en el reino de Cristo. Ve a un inocente crucificado y reconoce y ve más allá de lo que aparece, la vida del reino eterno. ¡Qué reconocimiento! Los ojos de quien ha sabido en un instante captar la Vida que iba pasando y que transmitía un mensaje de salvación, aunque de forma sobrecogedora. Aquel reo de muerte, objeto de insultos y de escarnios por los que habían tenido la posibilidad de conocerle más de cerca y más largamente, acoge a su primer súbdito, su primera conquista. Maldito aquel que cuelga del madero, dice la Escritura. El maldito inocente se convierte en bendición para quien merece la condenación. Un tribunal político y terrenal como el de Pilatos, un tribunal divino como el de la cruz, donde el condenado se salva gracias al Cordero inocente que se consume de amor.
v. 43. Jesús le dijo: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.» Hoy. La palabra única y desbordante de la vida nueva del evangelio. Hoy. La salvación se cumple, no hay que esperar a otro Mesías que salve al pueblo de sus pecados. Hoy. La salvación está aquí, en la cruz. Cristo no entra solo en su reino, lleva consigo al primero de los salvados. Misma humanidad, mismo juicio, misma suerte, misma victoria. No es celoso Jesús de sus prerrogativas filiales, inmediatamente ha quitado de la lejanía de Dios y de la muerte a cuantos estaban a punto de sucumbir. Reino estupendo aquel que se inaugura sobre el Gólgota…. Alguien ha dicho que el buen ladrón ha hecho el último robo de su vida, ha robado la salvación… ¡Y sea! ¡Para sonreír de quienes trafican las cosas de Dios! Cuanta verdad, por el contrario, contemplando el don que Cristo hace a su compañero de cruz. ¡Ningún robo! ¡Todo es don: la presencia de Dios no se regatea! Y menos aún el estar siempre con él. Es la fe que abre las puertas del reino al buen ladrón. Bueno porque ha sabido dar el justo nombre a lo que había sido su existencia y ha visto en Cristo al Salvador. ¿El otro era malo? Ni más ni menos que el otro, quizás, pero se quedó más acá de la fe: buscaba al Dios fuerte y potente, al Señor potente en la batalla, a un Dios que pone las cosas en su sitio y no ha sabido reconocerle en los ojos de Cristo, se ha quedado en su impotencia.

Reflexión final:
Cristo muere en la cruz. No está solo. Está rodeado de gente, de las personas más extrañas, personas hostiles que vierten sobre él sus responsabilidades de incomprensión, personas indiferentes que no se implican de no ser por interés personal, personas que no entienden todavía, pero que quizás están mejor dispuestas a dejarse interrogar ya que no tienen nada más que perder, como uno de los dos malhechores. Si la muerte es una caída en la nada, entonces el tiempo humano se colorea de esperanza, y el espacio de la finitud se abre camino al mañana, a la aurora nueva de la Resurrección: Yo soy el camino, la verdad y la vida … ¡Qué verdad está encerrada este día en estas solemnes palabras de Jesús! Son palabras que iluminan la oscuridad de la muerte. El camino no se detiene, la verdad no se apaga, la vida no muere. En ese Yo soy está encerrada la gratuidad de Cristo. Se camina hacia una meta, y al alcanzarla no puede ser perdida... Yo soy el camino… Se vive de la verdad, y la verdad no es un objeto, sino algo que existe: “La verdad es el esplendor de la realidad – dice Simone Weil – y desear la verdad es desear un contacto directo con la realidad para amarla”. Yo soy la verdad… Nadie quiere morir, uno se siente alejado con la fuerza de algo que nos pertenece: la vida, y entonces, si la muerte no es para nosotros, no puede agarrarnos para sí… Yo soy la vida … Jesús lo ha dicho: “Quien quiere salvar su vida, la pierde, pero aquel que pierde su vida por mi causa, la encontrará”. Hay contradicciones en los términos, o ¿más bien secretos ocultos que hay que desvelar? ¿Quitamos el velo a lo que vemos para gozar de lo que no vemos? Cristo en la cruz es objeto de la atención de todos. Muchos lo piensan, o hasta están a su lado. Pero no basta. La cercanía que salva no es la de quienes están allí para reírse o insultar, la cercanía que salva es la de aquel que pide humildemente ser recordado no en el tiempo fugaz, sino en el reino eterno.

La edición y el subrayado son nuestros

Descubramos que el verdadero reinado de Cristo no está en la fuerza o en el poder humanos sino en la entrega generosa  que a pesar de los sufrimientos y dolores se da al Padre de quien viene la Vida. 

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte. 

Gracias

17 de noviembre de 2013

¨Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas¨

Del Santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19
Domingo 33 del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos.Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."(Aciprensa.com)

Comentario:

No nos dejemos arrastrar por las convulsiones exteriores, típicos del lenguaje apocalíptico, sino de los interiores, necesarios, que preanuncian y preparan el encuentro con el Señor. Aunque estamos conscientes que también hoy, en diversas partes del mundo se viven situaciones “apocalípticas”, es posible también una lectura personalizada, ciertamente no evasiva que dirige la atención sobre la responsabilidad personal. Lucas, respecto a los otros evangelistas, subraya que no ha llegado el final, que es necesario vivir la espera con empeño. Abramos los ojos sobre las tragedias de nuestro tiempo, no para ser profeta de desventuras, sino valerosos profetas de un nuevo orden basado en la justicia y la paz.

[5] Como algunos hablaban del templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: Probablemente Jesús se encuentra en los atrios del templo, considerado el sitio señalado para los dones votivos. Lucas no especifica quiénes son los oyentes, es dirigido a todos, universaliza el discurso escatológico. Este discurso puede referirse al final de los tiempos, pero también al final de cada persona, del propio tiempo de vida. En común está el encuentro definitivo con el Señor resucitado.

[6] “De esto que véis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” Jesús introduce un lenguaje de desgracias (17,22; 19,43) y vuelve a repetir las admoniciones de los profetas con respecto al templo (Micheas 3,12: Jer 7,1-15; 26,1-19). Es también una consideración sobre la caducidad de toda realización humana, por más maravillosa que sea. La comunidad lucana ya conocía la destrucción de Jerusalén (año 70). Consideremos nuestra conducta con las cosas que perecen con el tiempo.

[7] Le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?”. Los oyentes están interesados sobre los sucesos trastornantes exteriores que caracterizan este acontecimiento. Jesús no responde a esta específica pregunta. El “cuándo” no lo coloca Lucas en relación con la destrucción de Jerusalén. Subraya que “ el fin no es inmediato” (versículo 9) y que “ antes de todo esto...” (v. 12) deberán acontecer otras cosas. Nos interroga sobre la relación entre los acontecimientos históricos y el cumplimiento de la historia de la salvación. Los tiempos del hombre y los tiempos de Dios.

[8] Él dijo: Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: «Yo soy» y «el tiempo está cerca». No les sigáis. Lucas, a diferencia de los otros evangelistas, añade la referencia al tiempo. La comunidad de los primeros cristianos está superando la fase de un regreso próximo del Señor y se prepara al tiempo intermedio de la Iglesia. Jesús recomienda no dejarse engañar o mejor, no ser seducidos por impostores. Hay dos tipos de falsos profetas: los que pretenden venir en nombre de Jesús diciendo “soy yo” o los que afirman que el tiempo ha llegado, que ya se conoce la fecha (10,11; 19,11).

[9] “Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato” También los acontecimientos bélicos, y hoy diremos, la acciones terroristas, no son principio del fin. Todo esto sucede, pero no es la señal del final (Dn 3,28). Lucas quiere prevenir la ilusión del final inminente de los tiempos con la consiguiente desilusión y abandono de la fe.

[10] Entonces les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino,

[11] Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo”. La frase: “entonces les dijo” es una vuelta al discurso después de las advertencias iniciales. Estamos en pleno lenguaje apocalíptico que quiere decir revelación (Is 19,2; 2Cor 15,6) y ocultamiento o velación al mismo tiempo. Se usan imágenes tradicionales para describir la aceleración del cambio de la historia (Is 24,19-20; Zc 14,4-5; Ez 6,11-12, etc.). Lo imaginario catastrófico es como un telón que oculta la belleza del escenario que está detrás: la venida del Señor en la gloria (v.27).

[12] Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre.

[13] Esto os sucederá para que déis testimonio. El cristiano está llamado a conformarse con Cristo. Me han perseguido a mí, también os perseguirán a vosotros. Lucas tiene presente la escena de Pablo delante del rey Agripa y del gobernador Festo (Act. 25,13-26,32). He ahí pues el momento de la prueba. No necesariamente bajo forma de persecución. Santa Teresa del Niño Jesús ha sufrido por 18 meses, desde el descubrimiento de su enfermedad, la ausencia de Dios. Un tiempo de purificación que prepara al encuentro. Es la condición normal del cristiano, la de vivir en una sana tensión, que no es frustración. Los cristianos están llamados a dar testimonio de la esperanza de la que están animados.

[14] Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa,

[15] yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Llega el momento de poner la confianza total en Dios, sólo Dios basta. Es aquella misma sabiduría con la que Esteban refutaba a sus adversarios (He 6,10). Se le garantiza al creyente la capacidad de resistir a la persecución.

[16] Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros;

[17] Todos os odiarán por causa de mi nombre. Para recordar la protección divina asegurada en los momentos de prueba. Está garantizada también al creyente la custodia de su integridad física.

[18] Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. La perseverancia (confer también: He 11,23; 13,43; 14,22) es indispensable para producir fruto (8,15), en las pruebas cotidianas y en las persecuciones. Quiere decir el “permanecer” en Cristo del que habla Juan. La victoria final es cierta: el reino de Dios será instaurado por el Hijo del hombre. Es necesario ahora ser perseverantes, vigilantes y en oración (v.36 y 12,35-38). El estilo de vida del cristiano debe convertirse en signo del futuro que vendrá.

La edición y el subrayado son nuestros
Tomado del Sitio Oficial de los Carmelitas

Descubramos que Cristo es el buen médico que nos anuncia los dolores y sufrimientos que vendrán en nuestra limitada existencia no para atemorizarnos o angustiarnos sino para que podamos confiar libremente en Él. 

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.

Gracias

10 de noviembre de 2013

¨No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos."

Del Santo Evangelio según San Lucas 20, 27-38
Domingo 32 del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella."Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos."(Aciprensa.com)

Comentario:

Podemos decir que el pasaje que se nos propone para nuestra reflexión constituye una parte central del texto de Lucas 20,20-22,4 y cuyo argumento son las discusiones con los jefes del pueblo. Ya en el comienzo del capítulo 20, Lucas nos presenta algunos conflictos surgidos entre Jesús, los sacerdotes y los escribas (v. 1-19). Aquí Jesús está en conflicto con la escuela filosófica de los Saduceos, que toman su nombre de Zadok, el sacerdote de David (2 Sam 8: 17). Los Saduceos aceptaban como revelación sólo los escritos de Moisés (v. 28) negando así el desarrollo gradual de la revelación bíblica. En este sentido se entiende más la frase “Moisés nos dejó escrito” pronunciada por los Saduceos en este malicioso debate, pensado como una trampa para asechar a Jesús y “sorprenderlo” (v.: 20: 2; 20: 20). Esta escuela filosófica desaparece con la destrucción del templo.

● La ley del levirato
Los Saduceos niegan, pues, la resurrección de los muertos, porque según ellos, este objeto de fe no formaba parte de la revelación que Moisés se les había dado. Lo mismo dígase de cara a la fe en la existencia de los ángeles. En Israel, la fe en la resurrección de los muertos aparece en el libro de Daniel escrito en el 605-530 a.c. (Dan 12: 2-3). La encontramos asimismo en 2 Mac 7: 9, 11, 14, 23. Para ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos, los Saduceos citan la prescripción legal de Moisés sobre el levirato (Dt 25, 5), es decir el antiguo uso de los pueblos semíticos (hebreos inclusive), según el cual el hermano o un pariente cercano de un hombre casado, fallecido sin hijos, tiene que casarse con la viuda, para asegurar (a) al difunto una descendencia (los hijos iban a considerarse legalmente como hijo del difunto), y (b) un marido para la mujer, ya que las mujeres dependían del marido para su sustentamiento. Casos como los arriba citados se citan también en el Antiguo Testamento, en el libro del Génesis y en el libro de Rut.

En el libro del Génesis (38:6-26) se nos dice que “tomó Judá, para Er, su primogénito una mujer llamada Tamar. Er, primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé le mató. Entonces dijo Judá a Onán: Entra a la mujer de tu hermano y tómala, como cuñado que eres, para suscitar prole a tu hermano.” (Gén 38: 6-8). Pero Onán también es castigado por Dios con la muerte (Gén 38: 10) porque sabiendo Onán “que la prole no sería suya , cuando entraba a la mujer de su hermano, se derramaba en tierra por no dar prole a su hermano” (Gén 38: 9). Viendo esto, Judá envía Tamar a la casa del padre, para no darle como marido Sela, su tercer hijo (Gén 38: 10-11). Tamar entonces, vistiéndose de prostituta, se unió con Judá mismo, y concibió a dos gemelos. Descubierta la verdad, Judá dio razón a Tamar y reconoció que “mejor que yo es ella” (Gén 38: 26).

En el libro de Rut se cuenta la historia de la misma mujer, Rut la moabita, quien se quedó viuda tras haberse casado con uno de los hijos de Elimèlech. Junto con la suegra Noemí, se vio obligada a pedir limosna para sobrevivir, y a recoger en los campos las espigas desechadas por los espigadores, hasta el momento en que se casa con Boaz, pariente de su difunto marido.

El caso propuesto a Jesús por los Saduceos nos recuerda la historia de Tobías, hijo de Tobit, que se casa con Sara hija de Ragüel, viuda de siete maridos, matados todos por Asmodeo, el demonio de la lujuria, en el momento en que se unían a ella. Tobías tiene derecho a casarse con ella porque era de su tribu (Tob 7-9).

Jesús hace notar a los Saduceos que el matrimonio provee a la procreación y por consiguiente es necesario para el futuro de la especie humana, ya que ninguno de los “hijos de este mundo” (v. 34) es eterno Pero “los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo” (v. 35) no toman ni marido, ni mujer ya que “ni pueden ya morir ” (v.35-36), viven en Dios: “porque son como los ángeles y son hijos de Dios, por ser hijos de la resurrección” (v. 36). Ya en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, los ángeles son llamados hijos de Dios (véase por ejemplo Gen 6: 2; Sal 29, 1; Lc 10, 6; 16, 8). Esta frase de Jesús nos recuerda la carta de Pablo a los Romanos, donde está escrito que Jesús es el Hijo de Dios por su resurrección, él, el primogénito de entre los muertos, es por excelencia el hijo de la resurrección (Rom 1, 4). Podemos citar aquí también los textos de san Pablo sobre la resurrección de los muertos como evento de salvación cuya naturaleza es espiritual (1 Cor 15: 35-50).

● Yo soy: El Dios de los vivos
Jesús confirma la realidad de la resurrección citando otro pasaje del Éxodo, esta vez del pasaje de la revelación de Dios a Moisés en la zarza ardiendo. Los Saduceos hacen hincapié en su punto de vista, citando a Moisés. Y del mimo modo Jesús rechaza su argumento citando él también a Moisés: “Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (v. 37). En el Éxodo, vemos que el Señor se revela a Moisés con estas palabras: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Ex 3: 6). El Señor luego sigue revelando a Moisés su nombre divino: “Yo-Soy” (Ex 3: 14). La palabra hebraica ehjeh, cuya raíz es Hei-Yod-Hei, usada para indicar el nombre divino en Ex 3: 14, significa Yo soy aquel que es; Yo soy aquel que existe. La raíz puede significar asimismo vida, existencia. Por ello, Jesús puede concluir: “No es un Dios de muertos, sino de vivos” (v. 38). En este mismo verso Jesús especifica que “para él todos viven”. Al reflexionar sobre la muerte de Jesús, en la carta a los Romanos, Pablo escribe: “Porque muriendo, murió al pecado una vez para siempre: pero viviendo, vive para Dios. Así, pues, haced cuenta de que estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Rom 6:10).

Podemos decir que Jesús, una vez más, hace ver a los Saduceos que la fidelidad de Dios para su pueblo, para la persona individual, no se basa en la existencia o no de un reino político (en el caso de la fidelidad de Dios al pueblo), y tampoco en el tener o no prosperidad y descendencia en esta vida. La esperanza del verdadero creyente no estriba en las cosas de este mundo, sino en el Dios vivo. Por ello, los discípulos de Jesús están llamados a vivir como los hijos de la resurrección, es decir como los hijos de la vida en Dios, como el Maestro y Señor, “como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios” (1 Pe 1: 23).


La edición y el subrayado son nuestros
Tomado del Sitio Oficial de los Carmelitas


Descubramos que la esperanza del verdadero creyente no recae en las cosas de este mundo, sino en el Dios vivo. Por ello, los discípulos de Jesús están llamados a vivir como los hijos de la resurrección, es decir como los hijos de la vida en Dios, como su Maestro y Señor. 


Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.

Gracias

3 de noviembre de 2013

"Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."

Del Santo Evangelio según San Lucas 19, 1-10;
Domingo 31 del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."Él bajo en seguida y lo recibió muy contento.Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido." (Aciprensa.com)


Comentario:
SEGUIMOS EL TEMA del domingo pasado: la actitud de Dios hacia los pecadores y los marginados sociales. 

Vemos a Jesús entrar en Jericó y que pasa por él. Así que muchas veces en el Evangelio vemos lo que pasa por o, a través de un lugar. Si no se detiene, va a seguir adelante. Del mismo modo, constantemente pasa a través de nuestras vidas. Él viene todos los días de una forma u otra. Él vendrá a mi vida hoy en día. ¿Voy a reconocerlo? ¿Dónde me esperaba encontrarlo? ¿En qué persona? ¿En qué lugar? ¿En que experiencia? Para ser realmente listo tengo que estar preparado para encontrarse con él en ninguna experiencia.

Un recaudador jefe
A continuación se nos dice que había un hombre en la ciudad llamado Zaqueo. Era un jefe de publicanos y rico. No sólo era un recaudador de impuestos, sino un recaudador jefe. En las circunstancias de la época, era casi innecesario añadir que era rico. Sería como decir que los funcionarios del gobierno en ciertos regímenes son ricos.

Se describe a Zaqueo como un recaudador de impuestos, con ello se dice sólo una cosa a todo el mundo: que era un canalla detestable. Su equivalente moderno sería algo parecido a un capo de la droga, que consigue riquezas con un producto que destruye la vida de miles de personas. O el jefe de la mafia que sangra pequeños empresarios secos a través de amenazas, extorsiones y asesinatos.

Al ver a Jesús
Zaqueo entra en la historia porque quería ver quién era Jesús. ¿Era sólo curiosidad hacia una persona de la que había oído tantas historias? ¿O había una razón más profunda? Es un buen ejemplo de alguien que viene en busca de algo sólo para descubrir algo mucho más maravilloso.

También se nos dice que Zaqueo era pequeño y, a causa de la multitud que rodeaba a Jesús, no podía verle. Así, a pesar de ser un hombre rico e importante, no dudó en subirse a un árbol para ver mejor. No habría sido muy bienvenido entre las multitudes de todos modos. No era una persona a la que a la gente le gustaría tener a su alrededor.

Muy a menudo, no somos capaces de ver a Jesús en nuestra vida porque estamos desplazados por otras personas y su forma de pensar. Para ver a Jesús claramente, a menudo tenemos que escapar de la multitud y el riesgo de ser diferentes, el riesgo de perder nuestra dignidad. La palabra "santo" en griego significa en realidad alguien que es diferente, alguien apartado.

¡Qué invitación!
Imagínense la sorpresa de Zaqueo cuando Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, date prisa, desciende;. Porque debo quedarme en tu casa" ¡Qué maravillosas palabras escuchó Zaqueo! ¡Qué maravilloso cuando Jesús nos lo dice a nosotros! Sin embargo, en cada Eucaristía hace la misma invitación a la comunión. Pero en muchos otros momentos Él desea entrar en nuestras vidas. El libro del Apocalipsis tiene de Jesús una bella imagen: "Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él va a cenar conmigo" (Ap 3 : 20). ¿Nuestras puertas están siempre abiertas y disponibles para ofrecerle hospitalidad?

Zaqueo no duda. Él baja rápidamente, feliz de darle la bienvenida a Jesús en su casa. La reacción de la gente, sin embargo, es otra cosa. Ellos están profundamente conmocionados y escandalizados. "Ha pasado de ser el invitado de un pecador." De todas las personas en Jericó, Jesús escoge la casa del que posiblemente sea la persona más odiosa y más odiada en la ciudad.

No es la primera vez que esta acusación se hizo a Jesús. En otra ocasión, los fariseos decían: "Él se mezcla con los pecadores y publicanos y hasta come con ellos." Por supuesto, ellos no entienden el punto de vista de Jesús. No había necesidad de que vaya a las casas de los buenos. Fue a buscar a los que estaban lejos de Dios. "Las personas que están bien no tienen necesidad de médico, sino solamente los que están enfermos. No he venido a llamar a gente respetable, pero sí los marginados "(Marcos 02:17)

Los comentarios del público son vistos como los de los fanáticos religiosos y los hipócritas que se ponen en un plano moral más alto que otros. Para ser honestos, esto es algo que todos hemos sido culpables en algun momento.

Un significado ...
Hay dos interpretaciones que podríamos seguir, dependiendo de cómo se lee el texto original. "Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor ..." Él está de pie, la posición de quien está seguro de que es aceptado por su Señor. Recuerda un dicho en la Iglesia primitiva: ": Aquel que ha resucitado"

Nuestra traducción del griego continúa: ". Mira, la mitad de mis bienes, Señor, voy a dárselos a los pobres, y si he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más" Esto implica que Zaqueo, por su encuentro con Jesús, haya sufrido una transformación radical. Él va a renunciar a sus costumbres corruptas y rapaces. Él va a compartir su riqueza con los pobres y restituirá a los que ha engañado.

Todo esto está en chocante comparación con otro hombre rico, un hombre aparentemente muy bueno. Él le preguntó a Jesús qué debía hacer "para alcanzar la vida eterna." La respuesta de Jesús fue: "Guarda los mandamientos, las leyes del pueblo de Dios." "Yo lo he hecho toda mi vida", dice el hombre rico. "Entonces", le dice Jesús, "Sólo te falta una cosa más. Comparte lo que tienes con los pobres, luego ven y sígueme. "Y este muy religioso, un hombre muy piadoso, se fue triste" porque tenía muchas posesiones "y no puede deshacerse de ellas.

Aquí, sin embargo, tenemos otro hombre rico, al parecer lejos de ser religioso o piadoso, pecador a los ojos del público, regala la mitad de su riqueza. Se convertirá en un discípulo pues tiene las calificaciones necesarias.

Otro significado
Hay, sin embargo, otra manera de leer el texto que se parece más al texto original de Lucas. En esta interpretación, Zaqueo habla en tiempo presente: "La mitad de mis bienes doy (griego, didomi , didwmi, tiempo presente: "Yo doy" o "me estoy dando") a los pobres, y si me entero de que he tomado más de lo que debería, yo pagaré ( apodidomi , apwdidwmi: "Yo devolveré") cuatro veces. "

En otras palabras, a pesar de que es un recaudador de impuestos y al parecer rico, lo que es, de hecho, es un hombre muy bueno. Jesús lo reconoció cuando se invitó a sí mismo a la casa de Zaqueo. El público, sin embargo, juzga a Zaqueo simplemente por su profesión. Él es un recaudador de impuestos, por lo tanto, debe ser un hombre malvado y corrupto. Y él fue tratado como un paria por no ser abordado por cualquier persona decente. Un ejemplo perfecto de los estereotipos y de juzgar a la gente "santidad" por su observancia externa de los ritos religiosos.

Pero Jesús siempre ve más allá de lo externo a lo potencial interior. Elogia el publicano arrepentido en el Evangelio de la semana pasada delante del fariseo orgulloso y arrogante. Hoy alaba un recaudador de impuestos que él sabe que es una persona buena y generosa. Ve a un individuo único y no sólo un estereotipo.

¿Con qué frecuencia estás cegado por el estereotipo de la profesión de una persona, o raza, o religión y dejar de ver la única persona en el interior? Un policía, un conductor de camión (un bebedor mujeriego sureño), una madre soltera, un alcohólico en recuperación, un homosexual ...?

La última palabra
Jesús tiene la última palabra en la actualidad. "Hoy la salvación, ha venido a esta casa, porque Zaqueo es hijo de Abraham. "" Hijo de Abraham "era el título de un Judio de buena vida y, a veces se aplica a los cristianos de la Iglesia primitiva. La muestra de ello es que ha recibido a Jesús con alegría en su casa. Algo que estamos llamados a hacer todos los días.

"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a lo que estaba perdido" - lo perdido incluye a los considerados pecadores y los marginados por la llamada sociedad respetable. Son las personas a las que también se espera que los cristianos, como discípulos de Jesús, presten especial atención. Hay que tener especial cuidado con no prejuzgar ala gente, con encasillarlos en lugares o categorías...

Realmente no existen los estereotipos. Sólo existen individuos únicos con necesidades únicas. Jesús, vio, no un recaudador de impuestos, sino una persona única, Zaqueo. Al igual que en la casa de Simón el fariseo, no vio una prostituta sino una persona profundamente contrita y amorosa. Toda persona tiene derecho a ser tratado con respeto y dignidad, sin importar quiénes son o cómo son.

Para Dios no hay estereotipos
Para ello, a veces, como Zaqueo, tendremos que subir lejos de la multitud para conseguir una mirada más de cerca a las personas que nos rodean. Todo se resume muy bien en la actual primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría:

"Señor, .Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.Todos llevan tu soplo incorruptible.Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.

Al ver a la gente en torno a Dios, su Creador amoroso, la salvación vendrá a nuestra casa y vendrá a ellos también. Y difícilmente, no podríamos terminar mejor que con la hermosa oración de Pablo en la segunda lectura, que encaja muy bien con nuestro Dios, que viene a nuestras vidas como lo hizo en la de Zaqueo:

"Hermanos: Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo."

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La edición y el subrayado son nuestros

Descubramos que Dios no se guía en opiniones, estereotipos, o prejuicios sino que descubre la verdad en cada uno de nosotros. El ve el corazón y descubre quien realmente está dispuesto de acojerle.

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.


Gracias