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27 de abril de 2014

Éstos signos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

2° Domingo de Pascua
Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 20,19-31"
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.(Aciprensa.com)

Comentario
Comentario de los Hechos 4:32-35; 1 Juan 5:1-6; Juan 20:19-31

EL EVANGELIO DE HOY COMIENZA en una atmósfera de miedo. Es el domingo de Pascua, dos días después de la muerte de Jesús. Los discípulos están dentro de la casa, con las puertas firmemente cerradas, porque están aterrorizados de que, como compañeros de Jesús, ellos también van a ser objeto de arresto y castigo. Las palabras de seguridad que les habían sido dadas anteriormente están olvidadas. De repente, aparece Jesús de pie en medio de ellos. El hecho mismo de que puede estar presente a pesar de las puertas cerradas con llave indica que él no es el mismo de antes, que está presente en una forma nueva.

"¡La paz con vosotros" es el saludo. Es el saludo judío normal de "Shalom". Pero, viniendo de Jesús, el Príncipe de la Paz, a este grupo de gente asustada, tiene un significado especial. Y, en el griego, no hay verbo, así que se puede tomar como un deseo o una declaración de hecho -. Donde Jesús está realmente presente para nosotros, hay paz. El les muestra las manos y el costado.

Él no es sólo un fantasma sin cuerpo, sino el mismo Jesús que murió en la cruz - y sin embargo, hay diferencias.El temor de los discípulos se transforma gradualmente en un gozo inefable por el regreso de su Maestro. Él continua hablándoles. Repitiendo su saludo de paz, él procede a darles su misión. No hay ninguna palabra crítica de su incapacidad para estar a su lado en sus últimos momentos. "Como el Padre me envió, también yo os envío."

Luego sopló sobre ellos. El aliento de la vida, que recuerda a Dios que sopla el polvo de la tierra y da la creación de la vida humana en el primer hombre. Es también el soplo del Espíritu, el Espíritu del Padre y del Hijo: "Recibid el Espíritu Santo."

Una nueva misión
Luego viene su misión: "Para aquellos que perdonéis los pecados, les quedan perdonados; para quienes se los retengáis, les quedan retenidos. "¿Es que eso es todo lo que les dio por hacer? No parece mucho. ¿Qué pasa con todas las otras cosas que cuenta el Evangelio? Y, sin embargo, es todo lo que hay en esas palabras. No hay completo perdón del pecado sin reconciliación. Su tarea consiste en llevar a cabo la reconciliación de todos con su Dios, con sus hermanos y hermanas, y con toda la creación. También se puede resumir con las siglas  JPIC -. Justicia, Paz e Integridad de la Creación.

Esa es su misión principal, a la que se subordinan todos los demás esfuerzos y la enseñanza. Para restaurar las relaciones correctas entre Dios y su pueblo, y entre las personas mismas. Es una gran y bonita tarea. 

En la práctica, se trata de mucho más que sólo decir palabras de perdón. Se trata de mucho más que "ir a la confesión" y ser absuelto por un sacerdote. Se trata de trabajar para crear toda una sociedad basada en relaciones justas con Dios, entre las personas y con el resto de la creación. Es la realización del Reino de Dios. Es una tarea bastante grande.

Y, por supuesto, su misión es también la nuestra. Las palabras de Jesús dichas a ellos también se hablan a nosotros.

Una comunidad ideal
Esto se expresa muy bien en la descripción de la comunidad cristiana ideal que encontramos en la primera lectura. "La multitud de los creyentes no tenía sino un corazón y una sola alma". Esta era la unidad de la comunidad, la esencia de la comunión. " Nadie se atribuye para si algo que no tiene, pues todo lo que tenían era en común." O en la versión marxista: "A cada uno según su necesidad; según su capacidad " Nada  que la codicia individualista y competitiva  que tanto caracteriza a  nuestras sociedades hoy en día.

Como resultado, "ninguno de sus miembros era ningún necesitado", porque los que tenían la riqueza se las daba la comunidad. "Fue entonces distribuida a todos los miembros que puedan estar en necesidad."

¿Esto lo podemos encontrar hoy en cualquier parte de la Iglesia? En realidad sí. Está presente en las comunidades de vida religiosa, donde se vive bien. Pero tiene que ser vivida más ampliamente entre todos los cristianos. La comunidad cristiana de base y otras formas de vida en comunidad laica se están moviendo en esa dirección.

La segunda lectura nos habla de guardar los mandamientos de Dios. Y, el escritor nos dice, esos mandamientos no son difíciles. Puede que no sea nuestra experiencia y sin embargo, es cierto, porque esos mandamientos son sólo una llamada a ser totalmente fieles a nuestra naturaleza humana. No nos pide que hagamos cosas que no están de acuerdo con nuestra naturaleza o trascender nuestra naturaleza. Y, por supuesto, en el Nuevo Pacto, los mandamientos de los que se habla son los que nos llaman a amarnos unos a otros como Jesús nos ama, a ser agentes de la paz y la reconciliación y la justicia, lo que enlaza con el Evangelio y la primera lectura.


El que duda
En ese día, había un apóstol que faltaba - Tomás. Cuando se le dijo que sus compañeros habían "visto al Señor", él dijo que no creería a menos que viera con sus propios ojos las marcas de las heridas y pusiera la mano en la herida del costado de Jesús.

Y luego, una semana más tarde - lo que meditamos hoy - estaban todos, incluyendo Tomas, reunidos en la sala. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús aparece de repente en medio de ellos. Tras el saludo habitual de la paz, invitó a Tomás no sólo para mirarle, sino para tocar las heridas en las manos y el costado. "No sigue la duda por más tiempo, y cree". Tomas se rinde por completo a la experiencia. "¡Señor mío y Dios mío!" Es uno de los más poderosos reconocimientos de la verdadera identidad de Jesús en todo el Evangelio y la única vez que alguien lo llama directamente Dios.

Irónicamente, también, es un acto de fe. Tomas no podía ver directamente que Jesús era Dios. Nadie puede ver a Dios directamente. Pero la experiencia convenció a Tomas que estaba en la presencia de Dios mismo.

Las siguientes palabras de Jesús tienen el propósito de alentarnos a nosotros, todos los que no hemos tenido la experiencia de Tomás: ". Dichosos los que no han visto y han creído" Nosotros también debemos estar siempre abiertos a la experiencia donde la presencia inequívoca de Dios puede ser reconocida.

Por último, se nos recuerda que todo lo que está en el Evangelio es ayudarnos a que lleguemos a esa etapa en la que creemos "que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios ", y que, a través de esta creencia, podemos encontrar la Vida.

Un número incontable de personas han intentado esto y han encontrado que es del todo cierto. Ellos han encontrado en el seguimiento de Cristo un sentido, una dirección y una calidad muy especial para su vida que no se puede encontrar en cualquier otro lugar. Que esa sea nuestra experiencia también.

La edición y el subrayado son nuestros

Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte

Gracias

23 de abril de 2014

"¡Él está vivo, está con nosotros! ¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te prometen algo, belleza… y luego no te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que está vivo! ¨


Fuente: 13 Tv / Radio Vaticano / Camino Católico.org

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Esta es una semana de alegría. Celebramos la Resurrección de Jesús. Es una verdadera alegría, profunda, basada en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere, sino que está vivo y activo en la Iglesia y en el mundo. Esta certeza habita en el corazón de los creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron a la tumba de Jesús y los ángeles les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" (Lc 24, 5) ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Estas palabras son como una piedra miliar en la historia; pero también una "piedra de tropiezo" si no nos abrimos a la Buena Noticia, ¡si creemos que nos causa menos molestia un Jesús muerto que un Jesús vivo!

En cambio, cuántas veces en nuestro camino diario necesitamos que nos digan: "¿Por qué estás buscando entre los muertos al que está vivo?" ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Y cuántas veces nosotros buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana no estarán más. Las cosas que pasan. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?

Necesitamos escucharlo cuando nos cerramos en cualquier forma de egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos dejamos seducir por los poderes terrenos y por las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo; cuando ponemos nuestras esperanzas en las vanidades mundanas, en el dinero, en el éxito. Entonces la Palabra de Dios nos dice: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" ¿Por qué estás buscando allí? Aquello no te puede dar vida, sí, quizás te dé una alegría de un minuto, de un día, de una semana, de un mes, ¿y luego? ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Esta frase debe entrar en el corazón y debemos repetirla. ¡Repitamos juntos tres veces! ¡Hagamos el esfuerzo! Todos: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? ¡Fuerte! ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Y hoy, cuando volvamos a casa digámoslo en el corazón, el silencio, pero que nos venga esta pregunta: ¿Por qué yo en la vida busco entre los muertos al que está vivo? Nos hará bien hacerlo. Si escuchamos, podemos abrirnos a Aquel que da la vida, Aquel que puede dar la verdadera esperanza. En este tiempo pascual, dejémonos nuevamente tocar por el estupor del encuentro con Cristo resucitado y vivo, por la belleza y la fecundidad de su presencia.

Pero no es fácil estar abierto a Jesús. No es evidente aceptar la vida del Resucitado y su presencia entre nosotros. El Evangelio nos hace ver las reacciones del apóstol Tomás, de María Magdalena y de los dos discípulos de Emaús: nos hace bien confrontarnos con ellos. Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la evidencia, las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de Emaús, deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro con Jesús dejándose acompañar por el misterioso viandante. ¡Cada uno por caminos diferentes! Buscaban entre los muertos al que está vivo, y fue el mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué camino sigo para encontrar al Cristo vivo? Él estará siempre cerca de nosotros para corregir el rumbo si nosotros nos hemos equivocado.

"¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" (Lc 24, 5) Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que fue ayer, y nos empuja a avanzar hacia el futuro. Jesús no está en la tumba, él es el Resucitado, el Viviente, el que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y lo hace andar atrayéndolo hacia Él. "Ayer" es la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y la justicia; "hoy" es la resurrección perenne a la que nos impulsa el Espíritu Santo, que nos da plena libertad.

Hoy nos dirige también a nosotros este interrogante. Tú, ¿por qué buscas entre los muertos a aquel que está vivo, tú que te cierras en ti mismo después de una derrota y tú que no tienes más fuerza para rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos y quizás también por Dios? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te sientes prisionero de tus pecados? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que aspiras a la belleza, a la perfección espiritual, a la justicia, a la paz?

¡Tenemos necesidad de escuchar de nuevo y de recordarnos mutuamente la advertencia del ángel! Esta advertencia, "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?", nos ayuda a salir de nuestros espacios de tristeza y nos abre a los horizontes de la alegría y de la esperanza. Aquella esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y anima a anunciar la Buena Nueva, capaz de generar vida nueva para los otros. Repitamos esta frase del ángel para tenerla en el corazón y en la memoria. Y después cada uno responda en silencio: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? ¡Repitámosla! ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?

Pero mirad, hermanos y hermanas, ¡Él está vivo, está con nosotros! ¡No vayamos por tantos sepulcros que hoy te prometen algo, belleza… y luego no te dan nada! ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que está vivo! Gracias.

(El Papa ha dicho en español:) 

Queridos hermanos y hermanas:

En estos días celebramos con alegría el gran misterio de la resurrección de Cristo. Se trata de una alegría auténtica, profunda, que se basa en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere más, sino que vive y actúa en la Iglesia y en el mundo.

No es fácil aceptar la presencia del resucitado en medio de nosotros. La pregunta que el ángel dirigió a las mujeres, aquella mañana de Pascua: "¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?", nos debe interrogar también a nosotros. Buscamos entre los muertos al que vive cada vez que nos encerramos en el egoísmo o en la autocomplacencia, cuando nos dejamos seducir por el poder y las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo, cuando ponemos nuestra esperanza en vanidades mundanas, en el dinero o el éxito; cada vez que perdemos la esperanza o no tenemos fuerzas para rezar, cada vez que nos sentimos solos o abandonados de los amigos, e incluso de Dios, cada vez que nos sentimos prisioneros de nuestros pecados. La advertencia del ángel nos ayudará a salir de nuestras tristezas y a abrirnos a la alegría y a la esperanza. La esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y nos empuja a anunciar la Buena Nueva a los demás.

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Costa Rica, Colombia, Uruguay y Argentina y otros países latinoamericanos. Que en este tiempo de Pascua abramos nuestra vida al encuentro con Cristo resucitado y vivo, el único que puede dar verdadera esperanza.

Papa Francisco

20 de abril de 2014

Simón Pedro entró en el sepulcro, vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.


Domingo de Pascua de Resurrección
Del Santo Evangelio Según San Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. (Aciprensa.com)

Comentario: 
Comentarios sobre las lecturas: Hechos 10:34 a ,36-43; Colosenses 3:1-4 o 1 Corintios 5:06 b-8; Juan 20:1-18 (o, en las misas de la tarde, Lucas 24:13-35)

NUESTRAS celebraciones de Semana Santa son el corazón de nuestra vida cristiana. Nuestra fe está profundamente enraizada y encuentra su verdadero significado en la resurrección de Jesús. San Pablo dice que, si Cristo no ha resucitado, entonces TODA nuestra fe es en vano. 

* Es triste, entonces, que todavía encontramos personas que hacen del Viernes Santo y la muerte de Jesús, el punto culminante de la Semana Santa. Sin embargo, las actitudes parecen estar cambiando y cada vez más personas han llegado a amar la liturgia de la Vigilia Pascua, sobre todo cuando se hace bien.

Aquellos cristianos que representan la cruz sin el cuerpo de Cristo en la que están haciendo un punto muy importante. La cruz fue el punto culminante de la entrega de Jesús de sí mismo al Padre por amor a nosotros, pero él ya no está allí y que fue su entrada en la gloria con el Padre que da la Cruz su validez. Por lo demás era un viaje a la nada.

A causa de la resurrección, los discípulos, que estaban en un primer momento paralizados por el miedo a ser arrestados como cómplices de Jesús, de repente hizo un giro completo y comenzaron con audacia para proclamar que Jesús, que murió en la cruz, estaba vivo y con ellos. Y cuando, de hecho, fueron arrestados, perseguidos y encarcelados, se convirtió en una causa de regocijo que estaban ahora más estrechamente relacionados con la experiencia de vida de su Señor, compartiendo sus sufrimientos que puedan participar de su gloria.

Una llamada para el cambio
La Pascua, sin embargo, no es sólo para recordar la resurrección de Jesús o su impacto sobre los primeros discípulos, sino también para encontrar el significado de este evento en nuestra vida y  en nuestra fe. La celebración de la Pascua (y los días de la Semana Santa que condujeron a ella) son un llamado para que cambiemos - y tal vez cambiemos radicalmente - como los propios discípulos de Jesús.

El signo de que verdaderamente compartimos la vida resucitada de Jesús es que en nuestras vidas y en nuestro comportamiento se someten a un desarrollo constante No sólo creemos, no sólo proclamamos sino hacemos lo que creemos y hacemos lo que proclamamos.

Anuncio y el testimonio
El tema de la Misa de hoy incluye tanto al anuncio y al testimonio. En la primera lectura vemos a Pedro hablar después del bautismo de Cornelio y de su familia, los primeros cristianos gentiles. Él está hablando acerca de su propia experiencia y del compartir esa experiencia con las multitudes que escuchan. Para el verdadero discípulo de Jesús hay una relación estrecha e indivisible entre experimentar y proclamar. Debido a su experiencia, su experiencia de conocer con convicción absoluta de que Jesús, que murió en la cruz, ahora está vivo, está tan lleno de la alegría de lo que él simplemente tiene que compartir esa alegría con los demás - de modo que pueda ser de ellos , también.

Nos encontramos con un tema similar en las dos segundas lecturas (se nos da una opción) y el Evangelio. Pablo era un fariseo, un dedicado fariseo y un hombre de integridad. Persiguió a los cristianos porque veía en ellos una peligrosa desviación de la ley judía y las tradiciones judías. Entonces él también tenía esa experiencia repentina cuando Jesús resucitado se reveló mientras Pablo estaba en camino a Damasco para traer a los cristianos (que veía Judios como heréticas) en línea.

Esa experiencia, como sabemos, trajo consigo un cambio total en la vida de Pablo. Se le dio una visión totalmente nueva de las cosas y sobre todo del sentido de la vida y el mensaje de Jesús. Para el resto de su vida, utilizó todas sus energías, las mismas energías que una vez usó contra los cristianos, ayudar a los demás - judíos y no judíos por igual - de conocer, amar y seguir a Jesús su Señor.

La tumba vacía
En el Evangelio, tenemos la experiencia de la tumba vacía como el signo de la resurrección de Jesús a la vida. María Magdalena vio removida la piedra (era tan pesada, ¿quién podría haber logrado hacer tal cosa) y se fue corriendo a contar a  los discípulos. El "discípulo a quien Jesús amaba" fue con Pedro. Ellos corrieron al sepulcro y, aunque el "discípulo amado" llegó primero, por deferencia,  permite que Pedro vaya delante de él. Ellos vieron, entendieron y creyeron. Hasta ese momento, dice el Evangelio, "que habían logrado comprender la enseñanza de las Escrituras [es decir, el Testamento Hebreo] Jesús debía resucitar de entre los muertos". Los discípulos en el camino a Emaús también escucharán que el significado positivo de los sufrimientos de Jesús se encuentra en el Antiguo Testamento hebreo para aquellos que pueden ver y entender.

No sólo la reanimación
Es importante, sin embargo, ser conscientes de que la Resurrección no es simplemente la reanimación del cuerpo de Jesús, que murió en la Cruz. Nadie vio la resurrección porque no había nada que ver. La crucifixión es un acontecimiento histórico; la resurrección es un evento de fe. El Jesús resucitado entra en una forma completamente nueva de vivir. Los textos posteriores a la Resurrección todos indican eso. En un principio, Él no es reconocido incluso por sus amigos íntimos, sin embargo Él está en todo lugar donde sus discípulos resulten ser su nuevo cuerpo. El medio que hace visible su ser es la comunidad de discípulos, donde está presente en medio de nosotros. Estamos, literalmente, en este momentoen  el Cuerpo de Cristo.

Vemos los inicios de esta en la segunda mitad del Evangelio de hoy. Pedro y el "discípulo amado" regresaron con sus compañeros para decirles de su descubrimiento. Pero María Magdalena, una mujer que antes era pecadora y que ahora se dedicaba totalmente a Jesús como su Señor y Maestro, se quedó atrás. Estaba angustiada. Su amado Maestro no sólo fue muerto, su cuerpo estaba ahora desaparecido. En la tumba vio a dos ángeles, en representación de la presencia de Dios, que le preguntó por qué lloraba.

Una voz familiar
En ese mismo momento se volvió y vio a Jesús, pero no lo reconoce. Esta es una característica constante de las apariciones después de su resurrección. Jesús no es reconocido; él se ve como una persona normal, como cualquier persona. En este caso, María piensa que él es el jardinero y le pregunta si él es quien ha llevado el cuerpo de Jesús. Cuando Jesús le llama por su nombre, "María", inmediatamente sabe quién es. Más antes en el evangelio de Juan, Jesús había dicho: "El guardián abre la puerta al pastor; las ovejas oyen su voz mientras las llama por su nombre, y las saca. Cuando él las sacó, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. No van a seguir a alguien más en su lugar, sino que huirán de él, porque no conocen su voz ".

María comienza a aferrarse apasionadamente a Jesús, no quería dejarle ir. Pero ella tiene que hacerlo. Ella se aferra al Jesús "antiguo". Jesús resucitado se va a la gloria con el Padre. Él regresará, pero de una manera muy diferente. A partir de ahora se le encuentra en todos los que se llaman sus discípulos y que están unidos como un solo cuerpo - la Iglesia y todas las iglesias locales lo constituyen.

Y María, también, corre de nuevo con los discípulos y proclama su experiencia personal: "He visto al Señor." No es que ella había visto a Jesús, pero había visto al Señor resucitado. Y eso es lo que la evangelización es : ​​no sólo la entrega de doctrinas, sino el compartir con los demás nuestra experiencia de haber visto al Señor en nuestras propias vidas e invitarles a tener la misma experiencia.

La misma misión
La celebración de la Pascua nos recuerda que tenemos la misma misión que Pedro, María Magdalena y los demás discípulos de Jesús. En primer lugar, como la Segunda Lectura opcional  de la primera carta a los Corintios indica. La Pascua llama a una conversión radical, una purificación radical de nuestra parte. En la celebración de la Pascua, los Judios acostumbraban tirar todo el pan con levadura que tenían para reemplazarlo con pan sin levadura recién horneado.

Debido al proceso de fermentación que sufre el pan con levadura, la levadura fue considerado como un agente corruptor. Así que Pablo nos dice a nosotros, también, que al celebrar nuestra Pascua cristiana, debemos llegar a ser "una nueva horneada de pan, sin levadura [es decir, libre de todas las influencias corruptibles en nuestra vida] a medida que esten destinados a ser ... sólo el pan sin levadura, de la integridad y la verdad ".

Y, para volver a la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, Pedro enfatiza la importancia de los discípulos de Jesús que no sólo experimentan la alegría del Resucitado de su Maestro y Señor, sino también el compartir esa experiencia y la alegría con tantas personas como sea posible. Es algo que debemos hacer también. No compartir nuestra alegría de la Pascua significa para nosotros el dejar la Pascua celebrada a medias. Para el verdadero cristiano, cada día es un día de Pascua vivido con alegría en la estrecha compañía del Señor Resucitado.

Testigos
"Ahora", dice Pedro, "somos los testigos", es decir, de la predicación y sanación de Jesús, de su detención, la ejecución y la muerte y también de su subida de nuevo a la vida. "Hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos", continúa. ¿No es eso algo que nosotros también hacemos cada vez que participamos en la Eucaristía - a comer y beber con el Jesús resucitado? ¿Y qué mensaje viene de eso? ¿Hemos cumplido con nuestra responsabilidad cristiana sólo por estar en la iglesia el domingo?

"Él nos ha ordenado proclamar esto a su gente y decirles que Dios ha designado a Jesús juzgar a todos, vivos o muertos, ... que todos los que creen en Jesús tienen sus pecados perdonados por su nombre." Allí tenemos nuestra misión .

Poniéndolo en un lenguaje más entendible hoy, Pedro está diciendo que Jesús y el modo de vida que propone es el criterio por el cual las personas han de medirse a sí mismas y no sólo como cristianos, sino como seres humanos. Para entrar totalmente al Camino de Jesús, el camino de la Verdad y la Vida, es lograr una reconciliación profunda con Dios y con todos nuestros hermanos y hermanas. Es llevar la libertad, la justicia y la paz en nuestro mundo y nos preparan para el día en que todos nos convertimos en uno de nuestro Dios Creador, el Padre de la Verdad y Amor Compasivo.

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* El Evangelio fue realmente escrito al revés. El desencadenante a que está escrito fue la experiencia que Jesús el rabino se había levantado de entre los muertos y estaba con Dios en la gloria. Esa experiencia, a su vez, condujo a la reflexión sobre lo que al principio parecía una tragedia, el desastre y el fracaso - a saber, el juicio, el sufrimiento y la muerte de Jesús. La resurrección arrojó una luz totalmente diferente sobre la Pasión y Muerte de Jesús y dio lugar a una comprensión muy diferente de lo que estaba sucediendo.

Estas reflexiones, a su vez, llevó a una reconsideración de la vida pública de Jesús - su enseñanza y lo que ahora se ven a formar parte de esa enseñanza: su curación, el perdón de los pecadores, la expulsión de los malos espíritus y dar vida a los muertos .

Por último, vinieron las historias sobre los orígenes de Jesús, los relatos infantiles.

La parte más larga de la vida de Jesús, entre la infancia y el comienzo de su vida pública, quedó totalmente oculta y no es relevante para la historia principal.
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La edición y el subrayado son nuestros

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte. 


Gracias 

17 de abril de 2014

"Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis."

La Santa Cena del Señor
Del Santo evangelio Según San  Juan 13,1-15 

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?" Jesús le replicó: "Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde." Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás." Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo." Simón Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza." Jesús le dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos." Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios."

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis."   (Aciprensa.com)

Comentario:

a) Preámbulo a la Pascua de Jesús:

El pasaje del evangelio de este día está inserto en un conjunto literario que comprende los capítulos 13-17. El comienzo está constituido por la narración de la última cena que Jesús comparte con sus discípulos, durante la cuál realiza el gesto del lavatorio de los pies (13,1-10). Después, Jesús pronuncia un largo discurso de despedida con sus discípulos (13, 31-14,31), los capítulos 15 -17 tienen la función de profundizar algo más el precedente discurso del Maestro. Inmediatamente sigue, el hecho del prendimiento de Jesús (18, 1-11). De todos modos, los sucesos narrados en 13-17,26 están conectados desde el 13,1 con la Pascua de Jesús. Es interesante anotar este punto: desde el 12,1 la Pascua no se llama ya la pascua de los judíos, sino la Pascua de Jesús. Es Él, de ahora en adelante, el Cordero de Dios que librará al hombre de su pecado. La Pascua de Jesús es una Pascua que mira a la liberación del hombre: un nuevo éxodo que permite pasar de las tinieblas a la luz (8,12) y que llevará vida y fiesta a la humanidad (7,37).

Jesús es consciente de que está por terminarse su camino hacia el Padre, y por tanto dispuesto a llevar a término su éxodo personal y definitivo. Tal pasaje al Padre se realiza mediante la Cruz, momento nuclear en el que Jesús entregará su vida en provecho del hombre.

Llama la atención del lector el constatar cómo el evangelista Juan sepa representar muy bien la figura de Jesús siendo consciente de los últimos acontecimientos de su vida y, por tanto, de su misión. Y a probar que Jesús no es arrastrado por los acontecimientos que amenazan su existencia, sino que está preparado para dar su vida. Precedentemente el evangelista había anotado que todavía no había llegado su hora; pero ahora en la narración del lavatorio de los pies dice, que Jesús es consciente de que se aproxima su hora. Tal conciencia está a la base de la expresión juanista: “después de haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (v.1) El amor “por los suyos”, aquéllos que forman la nueva comunidad, ha sido evidente mientras ha estado con ellos, pero resplandecerá de modo eminente en su muerte. Tal amor viene mostrado por Jesús en el gesto del lavatorio de pies que , en su valor simbólico, muestra el amor continuo que se expresa en el servicio.

b) Lavatorio de los pies:

Jesús se encuentra en una cena ordinaria con los suyos. Tiene plena conciencia de la misión que el Padre le ha confiado: de Él depende la salvación de la humanidad. Con tal conocimiento quiere mostrar a “los suyos”, mediante el lavatorio de los pies, cómo se lleva a cumplimiento la obra salvífica del Padre e indicar con tal gesto la entrega de su vida para la salvación del hombre. 

Es voluntad de Jesús que el hombre se salve y un consumidor deseo lo guía a dar su vida y entregarse. Es consciente de que “el Padre había puesto todo en sus manos” (v. 3a); tal expresión deja entrever que el Padre deja a Jesús la completa libertad de acción.

Jesús, además, sabe que su origen y la meta de su itinerario es Dios; sabe que su muerte en la cruz, expresión máxima de su amor, es el último momento de su camino salvador. Su muerte es un “éxodo”: el ápice de su victoria sobre la muerte; en el dar su vida, Jesús nos revela la presencia de Dios como vida plena y ausente de muerte.

Con esta plena conciencia de su identidad y de su completa libertad Jesús se dispone a cumplir el grande y humilde gesto del lavatorio. Tal gesto de amor se describe con un cúmulo de verbos (ocho) que convierten la escena complicada y henchida de significado. El evangelista presentando la última acción de Jesús sobre los suyos, usa esta figura retórica de acumulación de verbos sin repetirse para que tal gesto permanezca impreso en el corazón y en la mente de sus discípulos y de cualquier lector y para que se retenga un mandamiento que no debe olvidarse. El gesto cumplido por Jesús intenta mostrar que el verdadero amor se traduce en acción tangible de servicio. Jesús se despoja de sus vestidos se ciñe un delantal símbolo de servicio. El despojarse de sus vestidos es una expresión que tiene la función de expresar el significado del don de la vida. ¿Qué enseñanza quiere Jesús transmitir a sus discípulos con este gesto? Les muestra que el amor se expresa en el servicio, en dar la vida por los demás como Él lo ha hecho.

En tiempos de Jesús el lavado de los pies era un gesto que expresaba hospitalidad y acogida con los huéspedes. De ordinario era hecho por un esclavo con los huéspedes o por una mujer o hijas a su padre. Además era costumbre que el rito del lavado de pies fuese siempre antes de sentarse a la mesa y no durante la comida. Esta forma de obrar de Jesús intenta subrayar la singularidad de su gesto.

Y así Jesús se pone a lavar los pies a sus discípulos. El reiterado uso del delantal con el que Jesús se ha ceñido subraya que la actitud de servicio es un atributo permanente de la persona de Jesús. De hecho, cuando acaba el lavatorio, Jesús no se quita el paño que hace de delantal. Este particular intenta subrayar que el servicio-amor no termina con la muerte. La minuciosidad de tantos detalles muestra la intención del evangelista de querer poner de relieve la importancia y singularidad del gesto de Jesús. Lavando los pies de sus discípulos Jesús intenta mostrarles su amor, que es un todo con el del Padre (10,30.38). Es realmente impresionante esta imagen que Jesús nos revela de Dios: no es un soberano que reside sólo en el cielo, sino que se presenta como siervo de la humanidad. De este servicio divino brota para la comunidad de los creyentes aquella libertad que nace del amor y que vuelve a todos su miembros “señores” (libres) en tanto que servidores. Es como decir que sólo la libertad crea el verdadero amor. De ahora en adelante el servicio que los creyentes darán al hombre tendrá como finalidad el de instaurar relaciones entre los hombres en el que la igualdad y la libertad sean una consecuencia de la práctica del servicio recíproco. Jesús con su gesto intenta demostrar que cualquier asomo de dominio o prepotencia sobre el hombre no está de acuerdo con el modo de obrar de Dios, quien, por el contrario, sirve al hombre para atraerlo hacia Sí. Además no tienen sentido las pretensiones de superioridad de un hombre sobre otro, porque la comunidad fundada por Jesús no tiene forma piramidal sino horizontal, en la que cada uno está al servicio del otro, siguiendo el ejemplo de Dios y de Jesús.

En síntesis, el gesto que Jesús cumple expresa los siguientes valores: el amor hacia los hermanos exige un cambio en acogida fraterna, hospitalidad, o sea, servicio permanente.

c) Resistencia de Pedro:

La reacción de Pedro al gesto de Jesús es de estupor y protesta. También hay cambio en el modo de dirigirse a Jesús: Pedro lo llama “Señor” (13,6). Tal título reconoce en Jesús un nivel de superioridad que choca con el “lavar” los pies, una acción que compete, en verdad, a un sujeto inferior. La protesta es enérgicamente expresada por las palabras: “¿Tú lavarme a mí los pies?” A los ojos de Pedro este humillante gesto del lavatorio de los pies parece una inversión de valores que regulan las relaciones entre Jesús y los hombres: el primero es el Mesías, Pedro es un súbdito. Pedro no aprueba la igualdad que Jesús quiere establecer entre los hombres.

A tal incomprensión Jesús responde a Pedro invitándolo a acoger el sentido de lavar los pies como un testimonio de su afecto hacia él. Más precisamente: le quiere ofrecer una prueba concreta de cómo Él y el Padre le aman.

Pero la reacción de Pedro no cesa: rechaza categóricamente que Jesús se ponga a sus pies. Para Pedro cada uno debe cumplir su papel, no es posible una comunidad o una sociedad basada en la igualdad. No es aceptable que Jesús abandone su posición de superioridad para hacerse igual a sus discípulos. Tal idea del Maestro desorienta a Pedro y lo lleva a protestar. No aceptando el servicio de amor de su Maestro, no acepta ni siquiera que muera en la cruz por él (12,34;13,37). 

Es como decir, que Pedro está lejos de comprender qué cosa es el verdadero amor y tal obstáculo sirve de impedimento para que Jesús se lo muestre con la acción.

Mientras que Pedro no esté dispuesto a compartir la dinámica del amor que se manifiesta en el servicio recíproco no puede compartir la amistad con Jesús, y se arriesga, realmente, a autoexcluirse.

A continuación de la advertencia de Jesús: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo” (v.8), Pedro consiente a las amenazantes palabras del Maestro, pero sin aceptar el sentido profundo de la acción de Jesús. Se muestra abierto, dispuesto a dejarse lavar, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Parece que Pedro admite mejor el gesto de Jesús como una acción de purificación o ablución, más que como servicio. Pero Jesús responde que los discípulos están purificados (“limpios”) desde el momento en que han aceptado dejarse guiar por la Palabra del Maestro, rechazando la del mundo. Pedro y los discípulos no tienen necesidad del rito judaico de la purificación, sino de dejarse lavar los pies por Jesús; o mejor, de dejarse amar por él , que les da dignidad y libertad.

d) El memorial del amor:

Al término del lavatorio de los pies, Jesús intenta dar a su acción una validez permanente para su comunidad y al mismo tiempo dejar en ella un memorial o mandamiento que deberá regular para siempre las relaciones fraternas.

Jesús es el Señor, no en la línea de dominio, sino en cuanto comunica el amor del Padre (su Espíritu) que nos hace hijos de Dios y aptos para imitar a Jesús, que libremente da su amor a los suyos. Esta actitud interior de Jesús lo ha querido comunicar a los suyos, un amor que no excluye a ninguno, ni siquiera a Judas que lo va a traicionar. Por tanto si los discípulos lo llaman Señor, deben imitarlo; si lo consideran Maestro deben escucharlo.

  
La edición y el subrayado son nuestros

Jesús es el nuevo cordero pascual, aquel que se ofrece así mismo  para liberarnos del pecado y de la muerte.  El  conscientemente hace su propia entrega por amarnos al extremo.  Jesús  ya había tenido otras cenas de Pascua con sus discípulos  pero esta sería una alianza nueva y definitiva. 

El ¨lavatorio de pies¨, gesto que sólo lo realizaban los de condición inferior, se vuelve un gesto de Vida, en el que nos muestra que el amor verdadero es visible en acciones concretas como dar la vida por otros y el servicio mutuo, sincero y desinteresado. 

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte. 

Gracias




Semana Santa en Familia


La semana santa sin duda ya no suele ser la de antes, los tiempos han cambiado. Nuestras familias tambíen, y las tradiciones que recuerdas de niño, de seguro. Una de las que más recuerdo era que no se escuchaba música bailable o de volumen alto en viernes santo. La verdad, que no recuerdo porque lo haciamos, pero eso me dejó una impresión de mucho respeto y la sensación de que algo grande estaba pasando. Ahora, que se un poco más, pues se que era sí por un respeto no sólo a Dios que siempre hay que darle sino a los demás que estaban viviendo de una manera muy personal los dias santos. Paso el tiempo, y creo que ese significado se perdió por algo.

Las tradiciones en nuestra fe, sí sirven y son para decirnos algo de ella y para compartir una vivencia. Por eso, si tienes pequeños y quieres que sean buenos hijos de Dios y buenas personas, crea una tradición para ellos. La infaltabe, es la de participar en misa el jueves y el domingo santos. No sólo porque lo manda la Iglesia sino por lo especial que se vive en cada celebración.

El Jueves Santo, la misa de la cena del Señor. Jesús se despide de los que ama, de sus discípulos y de nosotros. Y nos da un regalo muy grande: La eucaristía. El pan y el vino consagrados que por las palabras del sacerdote se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor, que aunque no lo veamos por fe podemos conocer. Y el Domingo, la Resurreción, el triunfo de nuestro Señor sobre la muerte y el pecado, base de nuestra fe y esperanza.

Estas dos celebraciones, ya son grandes de por si y para los pequeños, de verdad les cansa. Hay misas para niños, son muy alegres, con cantos especiales, preguntas, y sobretodo cortas. Mira si cerca de ti hay una.

Pero en familia es bueno que hagas algo especial, como un momento de oración cada día, antes de comer, al acostarse o al empezar el día. Puede ser con un altar que los mismos niños creen contigo con una imagen de la Santa Cena, un crucifijo o un cristo resucitado según el día, pero que siempre les diga algo y que les permita a ellos vivirlos. Explícales en palabras sencillas el misterio del día, y que todos oren con sus propias palabras. Recuerda, con tu ejemplo y que tu como papá o mamá tienes el precioso deber de comunicarles la fe.

Orando por ti....
Luis Vera, Caminando en la Fe

13 de abril de 2014

<< Pero os digo que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo.>>


La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (Domingo de Ramos)
Del  Santo Evangelio según San Mateo 26,14-27; 27,1-66

Mateo 26,14-16: La traición de Judas
El amor por el dinero empuja a un amigo a traicionar a Jesús

14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, 15 y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.

Mateo 26,17-19: La preparación de la Cena Pascual
Preparar bien el último encuentro con los amigos

17 El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?» 18 Él les dijo: «Id a la ciudad, a un tal, y decidle: `El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.'» 19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Mateo 26,20-25: El anuncio de la traición de Judas
Aunque Jesús lo sabe todo, se sienta a la mesa con el traidor

20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. 21 Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.» 22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» 23 Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» 25 Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Tú lo has dicho.»

Mateo 26,26-29: La institución de la Eucaristía
Entre la traición de uno y la negación de otro, brilla el gesto de amor

26 Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» 27 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, 28 porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»

Mateo: 26,30-35: El anuncio de la negación de Pedro
Aunque Pedro rompe con Jesús, Jesús no rompe con Pedro

30 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. 31 Entonces les dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. 32 Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.» 33 Pedro intervino y le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.» 34 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» 35 Dícele Pedro: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.

Mateo 26,36-46: La agonía en el Huerto de los Olivos
Entre la fuga y la fidelidad, Jesús escoge la fidelidad

36 Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» 37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. 38 Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» 39 Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú.» 40 Viene entonces a los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? 41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» 42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» 43 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. 44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Viene entonces a los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.»

Mateo 26,47-56: Jesús es prendido en el Huerto
Aun siendo inocente y bueno, Jesús es considerado como un bandido y un criminal

47 Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle.» 49 Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Rabbí!», y le dio un beso. 50 Jesús le dijo: «Amigo, ¡a lo que estás aquí!» Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. 51 En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja. 52 Dícele entonces Jesús: «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán. 53 ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? 54 Mas, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?» 55 En aquel momento dijo Jesús a la gente: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me detuvisteis. 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.» Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

Mateo 26,57-68: Jesús delante del Sanedrín
Se da una apariencia legal a la decisión ya tomada de condenar a muerte a Jesús

57 Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. 58 Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final.

59 Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte, 60 y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, 61 que dijeron: «Éste dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo.» 62 Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» 63 Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote le dijo: «Te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» 64 Dícele Jesús: «Tú lo has dicho. Pero os digo que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo.» 65 Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. 66 ¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte.»

67 Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, 68 diciendo: «Adivínanos, Cristo.¿Quién es el que te ha pegado?»

Mateo 26,69-75: La negación de Pedro
En el momento de la prueba, Pedro, el líder, niega conocer a Jesús

69 Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo.» 70 Pero él lo negó delante de todos: «No sé qué dices.» 71 Cuando salía al portal, le vio otra criada y dijo a los que estaban allí: «Éste estaba con Jesús el Nazareo.» 72 Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!» 73 Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también eres de ellos, pues además tu misma habla te descubre!» 74 Entonces él se puso a echar imprecaciones y a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre!» Inmediatamente cantó un gallo. 75 Y Pedro se acordó de aquello que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo fuera, lloró amargamente.

Mateo 27,1-2: Jesús es llevado ante Pilato
No es el pueblo hebreo, sino su élite la que lleva a muerte a Jesús

1 Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. 2 Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.

Mateo 27,3-10: La muerte de Judas
Un pequeño Judas vive en cada uno de nosotros

3 Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, 4 diciendo: «Pequé entregando sangre inocente.» Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás.» 5 Él tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó. 6 Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre.» 7 Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros. 8 Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy. 9 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: Y tomaron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, 10 y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor.

Mateo 27,11-26: Jesús ante Pilato
Como el Siervo de Yahvé, Jesús calla ante aquéllos que lo condenan

Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Tú lo dices.» 12 Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. 13 Entonces le dice Pilato: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?» 14 Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido.

15 Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. 16 Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?», 18 pues sabía que le habían entregado por envidia.

19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa.»

20 Pero los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la gente para que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. 21 Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!» 22 Díceles Pilato: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Dicen todos: «¡Sea crucificado!» -23 «Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!» 24 Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis.» 25 Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» 26 Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado.

Mateo 27,27-31: Jesús es coronado de espinas.
Despojar, torturar y golpear, es lo que más humilla a una persona humana

27 Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. 28 Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; 29 y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; 30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. 31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle.

Mateo 27,32-38: Jesús es crucificado
La ley dice que aquél que pende de la cruz es “maldito de Dios” (Dt 21,23)

32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. 33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario», 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo. 35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes. 36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle.

37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» 38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Mateo 27,37-44: Jesús es insultado
Colgado, desnudo, expuesto a todos, sin defensa, sin derecho

39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: 40 «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres hijo de Dios, y baja de la cruz!» 41 Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: 42 «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: `Soy hijo de Dios.'» 44 De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.

Mateo 27,45-56: La muerte de Jesús
Dios mío!¿Por qué me has abandonado?”: Muere emitiendo un grito

45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» 47 Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: «A Elías llama éste.»

48 Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber. 49 Pero los otros dijeron: «Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle.» 50 Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.

51 En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. 52 Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron. 53 Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. 54 Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era hijo de Dios.»

55 Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. 56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Mateo 27,57-61: Jesús es sepultado
Jesús no recibe ni siquiera una digna sepultura

57 Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. 58 Se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le entregase. 59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. 61 Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Mateo 27,62-65: La guarda del monumento
Las tinieblas, incluso las más densas, no consiguen apagar la vida

62 Al otro día, el siguiente a la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato 63 y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: `A los tres días resucitaré.' 64 Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: `Resucitó de entre los muertos', y la última impostura sea peor que la primera.» 65 Pilato les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis.» 66 Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia .(Ocarm)

Comentario
Hoy comienza una semana intensa, intensa por tus responsabilidades laborales y familiares, las que todos los años se renuevan, pero hay una responsabilidad mayor y es la de responder a tu Padre. A este padre que hoy te hace una invitación no a recordar una historia triste y lamentable sino a seguir el camino que recorrerá su hijo. Camino de Amor, que no teme al sacrificio de sus propias seguridades y de su propia vida. 

Este evangelio está lleno de detalles, que son para  saborearlos cada día, una y otra vez. Y se te dan en un relato largo que te servirá en estos días como guía para acompañar al Señor en su camino. Tanto en las celebraciones comunitarias de estos días, sino como en tu propia meditación personal. En la que debes usar toda tu imaginación, tu saber o conocimiento, tus sentimientos y sobre  todo tu amor, para entrar en la Vida que Dios quiere darte en esta semana.

El punto de partida, es que reconozcas que Jesús es el Hijo de Dios y que te fue enviado para salvarte de tus pecados (de tus ofensas a Dios), y de tu propia muerte. Reconociendo esto, junto a tu esfuerzo y sobretodo con el poder del Señor, se te abrirán las puertas para todos los regalos o gracias que Dios quiere darte en estos días. 

Hermano, hermana, no dejes pasar esta oportunidad,  es Dios quien te llama a ti para que recibas su espíritu, y comiences una nueva vida que tiene cono fin la felicidad eterna. 

Esperando que esto te sea útil y orando por ti se despide:


Luis Vera, Caminando en la Fe. 




Gracias.