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29 de junio de 2014

¨Pedro nos muestra el camino: fiarse de él, que «sabe todo» de nosotros, no confiando en nuestra capacidad de serle fieles a él, sino en su fidelidad inquebrantable. Jesús nunca nos abandona, porque no puede negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2,13).Es fiel¨

Fuente: Camino Católico.org/aleteia.org


En la solemnidad de los apóstoles san Pedro y san Pablo, patronos principales de Roma, acogemos con gozo y reconocimiento a la Delegación enviada por el Patriarca Ecuménico, el venerado y querido hermano Bartolomé, encabezada por el metropolita Ioannis. Roguemos al Señor para que también esta visita refuerce nuestros lazos de fraternidad en el camino hacia la plena comunión, que tanto deseamos, entre las dos Iglesias hermanas.

«El Señor ha enviado su ángel para librarme de las manos de Herodes» (Hch 12,11). En los comienzos del servicio de Pedro en la comunidad cristiana de Jerusalén, había aún un gran temor a causa de la persecución de Herodes contra algunos miembros de la Iglesia. Habían matado a Santiago, y ahora encarcelado a Pedro, para complacer a la gente. Mientras estaba en la cárcel y encadenado, oye la voz del ángel que le dice: «Date prisa, levántate... Ponte el cinturón y las sandalias... Envuélvete en el manto y sígueme» (Hch 12,7-8). Las cadenas cayeron y la puerta de la prisión se abrió sola. Pedro se da cuenta de que el Señor lo «ha librado de las manos de Herodes»; se da cuenta de que Dios lo ha liberado del temor y de las cadenas. Sí, el Señor nos libera de todo miedo y de todas las cadenas, de manera que podamos ser verdaderamente libres. La celebración litúrgica expresa bien esta realidad con las palabras del estribillo del Salmo responsorial: «El Señor me libró de todos mis temores».

Aquí está el problema para nosotros, el del miedo y de los refugios pastorales. Nosotros -me pregunto-, queridos hermanos obispos, ¿tenemos miedo?, ¿de qué tenemos miedo? Y si lo tenemos, ¿qué refugios buscamos en nuestra vida pastoral para estar seguros? ¿Buscamos tal vez el apoyo de los que tienen poder en este mundo? ¿O nos dejamos engañar por el orgullo que busca gratificaciones y reconocimientos, y allí nos parece estar a salvo? Queridos hermanos obispos ¿Dónde ponemos nuestra seguridad?

El testimonio del apóstol Pedro nos recuerda que nuestro verdadero refugio es la confianza en Dios: ella disipa todo temor y nos hace libres de toda esclavitud y de toda tentación mundana. Hoy, el Obispo de Roma y los demás obispos, especialmente los Metropolitanos que han recibido el palio, nos sentimos interpelados por el ejemplo de san Pedro a verificar nuestra confianza en el Señor.

Pedro recobró su confianza cuando Jesús le dijo por tres veces: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,15.16.17). Y, al mismo tiempo él, Simón, confesó por tres veces su amor por Jesús, reparando así su triple negación durante la pasión. Pedro siente todavía dentro de sí el resquemor de la herida de aquella decepción causada a su Señor en la noche de la traición. Ahora que él pregunta: «¿Me amas?», Pedro no confía en sí mismo y en sus propias fuerzas, sino en Jesús y en su divina misericordia: «Señor, tú conoces todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21,17). Y aquí desaparece el miedo, la inseguridad, la pusilanimidad.

Pedro ha experimentado que la fidelidad de Dios es más grande que nuestras infidelidades y más fuerte que nuestras negaciones. Se da cuenta de que la fidelidad del Señor aparta nuestros temores y supera toda imaginación humana. También hoy, a nosotros, Jesús nos pregunta: «¿Me amas?». Lo hace precisamente porque conoce nuestros miedos y fatigas. Pedro nos muestra el camino: fiarse de él, que «sabe todo» de nosotros, no confiando en nuestra capacidad de serle fieles a él, sino en su fidelidad inquebrantable. Jesús nunca nos abandona, porque no puede negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2,13).Es fiel. La fidelidad que Dios nos confirma incesantemente a nosotros, los Pastores, es la fuente de nuestra confianza y nuestra paz, más allá de nuestros méritos. La fidelidad del Señor para con nosotros mantiene encendido nuestro deseo de servirle y de servir a los hermanos en la caridad.

El amor de Jesús debe ser suficiente para Pedro. Él no debe ceder a la tentación de la curiosidad, de la envidia, como cuando, al ver a Juan cerca de allí, preguntó a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» (Jn 21,21). Pero Jesús, a estas tentaciones, le respondió: «¿A ti qué? Tú, sígueme» (Jn 21,22).

Esta experiencia de Pedro es un mensaje importante también para nosotros, queridos hermanos arzobispos. El Señor repite hoy, a mí, a ustedes y a todos los Pastores: «Sígueme». No pierdas tiempo en preguntas o chismes inútiles; no te entretengas en lo secundario, sino mira a lo esencial y sígueme. Sígueme a pesar de las dificultades. Sígueme en la predicación del Evangelio. Sígueme en el testimonio de una vida que corresponda al don de la gracia del Bautismo y la Ordenación. Sígueme en el hablar de mí a aquellos con los que vives, día tras día, en el esfuerzo del trabajo, del diálogo y de la amistad. Sígueme en el anuncio del Evangelio a todos, especialmente a los últimos, para que a nadie le falte la Palabra de vida, que libera de todo miedo y da confianza en la fidelidad de Dios. ¡Tú sígueme!

Papa Francisco

La edición y el subrayado son nuestros

"¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará..

Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Del Santo Evangelio según San Mateo 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo." (Aciprensa.com)

Comentario:
Jesús quiere saber la opinión de la gente sobre su persona. Cuando le pregunta a sus discípulos, Pedro en nombre de todos, dice: "¡Tú eres el Cristo el Hijo de Dios vivo!". Al decir esto, reconoce que en él se realizan las profecías del Antiguo Testamento, las que hablaban de que Dios enviaría un mesías salvador para Israel. 

Pero para Pedro, no es natural responder esto, pues es un hombre sencillo, pescador de peces, bombre rudo de vida dura, bueno , muy humano, sin teologías, ni muchos estudios y casado (Mc 1,30).  Estaba llamado naturalmente a ser el jefe entre los discípulos de Jesús y él respetaba esta tendencia natural e hizo de Pedro el líder de la primera comunidad (Jn 21, 17). Sin embargo, Pedro era valiente en el hablar, pero a la hora del peligro huia por miedo.

Jesús, aunque sabía esto, le dice "dichoso" , porque ha recibido una revelación del Padre.  Pues siente y reconoce la presencia de Dios en Jesús, la que no "viene de la carne ni de la sangre",  no viene de estudios. ni de méritos propios, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.

Jesús quiere que Pedro, sea ¨Piedra¨, fundamento reconocible, sólido y firme para su lglesia. Iglesia, en griego ekklesia, significa" asamblea convocada" o " asamblea elegida". Indica el pueblo que se reúne convocado por la Palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje que Jesús nos ha traído. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, sino un instrumento y una señal del Reino. 

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir.  Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).Le da las ¨llaves del Reino¨, para atar y desatar, para reconciliar a los hombres entre ellos y con Dios .

Ideas tomadas de:


Comentario completo: 

a) Mateo: 16,13-16: Las opiniones del pueblo y de los discípulos con respecto a Jesús.
Jesús quiere saber la opinión del pueblo sobre su persona. Las respuestas son muy variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, uno de los profetas. Cuando Jesús pide la opinión a los mismos discípulos, Pedro en nombre de todos, dice: "¡Tú eres el Cristo el Hijo de Dios vivo!" Esta respuesta de Pedro no es nueva. Anteriormente, después de caminar sobre las aguas, ya los mismos discípulos habían hecho una confesión de fe semejante: "¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!" (Mt 14, 33). Es el reconocimiento de que en Jesús se realizan las profecías del Antiguo Testamento. En el Evangelio de Juan la misma profesión de fe se hace por medio de Marta: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido a este mundo!" (Jn 11,27).

b) Mateo: 16-17: La respuesta de Jesús a Pedro: ¡Dichoso tú, Pedro!
Jesús proclama "dichoso" a Pedro, porque ha recibido una revelación del Padre. Tampoco aquí es nueva la respuesta de Jesús. Anteriormente Jesús había hecho una idéntica proclamación de beatitud a los discípulos porque veían y oían cosas que ninguno antes había conocido (Mt 13,16), y había alabado al Padre porque había revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios (Mt 11,25). Pedro es uno de los pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no "viene de la carne ni de la sangre", o sea, no es fruto de estudio, ni es mérito de ningún esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.

c) Mateo: 16,18-20: Las calificaciones de Pedro: Ser piedra de fundamento y recibir en posesión las llaves del Reino.
1. Ser Piedra: Pedro debe ser la piedra, a saber, debe ser el fundamento firme para la Iglesia, de modo que pueda resistir contra los asaltos de las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús a Pedro, Mateo animaba a las comunidades de la Siria o de la Palestina, que sufrían y eran perseguidas y que veían en Pedro el jefe que las había sellado desde los orígines. A pesar de ser débiles y perseguidas, ellas tenían un fundamento sólido, garantizado por la palabra de Jesús. En aquel tiempo, las comunidades cultivaban una estrecha relación afectiva muy fuerte con los jefes que habían dado origen a la comunidad. Así las comunidades de la Siria y Palestina cultivaban su relación con la persona de Pedro. La de la Grecia con la persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia con la persona del Discípulo amado y otras con la persona de Juan el del Apocalipsis. Una identificación con estos jefes de sus orígines les ayudaba a cultivar mejor la propia identidad y espiritualidad. Pero podía ser también motivo de conflicto, como en el caso de la comunidad de Corinto (1Cor 1,11-12). Ser piedra como fundamento de la fe evoca la palabra de Dios al pueblo en el destierro de Babilonia: "Oídme vosotros, los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de la que habéis sido tallados y la cantera de la que habéis sido sacados. Mirad a Abrahán, vuestro padre y a Sara que os dio a luz; porque sólo a él lo llamé yo, lo bendije y lo multipliqué." (Is 51,1-2). Aplicada a Pedro, esta cualidad de piedra-fundamento, indica un nuevo comienzo del pueblo de Dios.

2. Las llaves del Reino: Pedro recibe las llaves del Reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar entre ellos y con Dios . El mismo poder de atar y desatar se les ha sido dado a las comunidades (Mt 18,8) y a los discípulos (Jn 20,23). Uno de los puntos en el que el Evangelio de Mateo insiste más, es el de la reconciliación y el perdón. (Mt 5,7.23-24.38-42.44-48; 6,14-15; 18,15-35). El hecho es que en los años 80 y 90, allá en la Siria existían muchas tensiones en las comunidades y divisiones en las familias por causa de la fe en Jesús. Algunos lo aceptaban como Mesías y otros no, y esto era fuente de muchos desavenencias y conflictos. Mateo insiste sobre la reconciliación. La reconciliación era y sigue siendo uno de los más importantes deberes de los coordinadores de las comunidades. Imitando a Pedro, deben atar y desatar, esto es, trabajar para que haya reconciliación, aceptación mutua, construcción de la verdadera fraternidad.

3. La Iglesia: La palabra Iglesia, en griego ekklesia, aparece 105 veces en el Nuevo Testamento, casi exclusivamente en las Actas de los Apóstoles y en las Cartas. Sólamente tres veces en los Evangelios, y sólo en Mateo. La palabra significa" asamblea convocada" o " asamblea elegida". Esta indica el pueblo que se reúne convocado por la Palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús nos ha traído. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, sino un instrumento y una señal del Reino. El Reino es más grande. En la Iglesia, en la comunidad, debe o debería aparecer a los ojos de todos, lo que sucede cuando un grupo humano deja a Dios reinar y tomar posesión de su vida.

d) Mateo: 16,21-22: Jesús completa lo que falta en la respuesta de Pedro y éste reacciona y no acepta.
Pedro había confesado: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!" Conforme a la ideología dominante del tiempo, él se imaginaba un Mesías glorioso. Jesús lo corrige: Es necesario que el Mesías sufra y sea muerto en Jerusalén". Diciendo "es necesario", Él indica que el sufrimiento ya estaba previsto en las profecías (Is 53, 2-8). Si los discípulos aceptan a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, deben aceptarlo también como Mesías Siervo que va a morir. ¡No sólo el triunfo de la gloria, sino también el camino de la cruz! Pero Pedro no acepta la corrección de Jesús y trata de disuadirlo.

e) Mateo: 16-23: La respuesta de Jesús a Pedro: piedra de escándalo.
La respuesta de Jesús es sorprendente: "¡Retírate de mi, Satanás! Tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios sino la de los hombres". Satanás es el que nos aparta del camino que Dios ha trazado para nosotros. Literalmente Jesús dice: "¡Colócate detrás de mi!" (Vada retro! En latín). Pedro quería tomar la guía e indicar la dirección del camino. Jesús dice: "¡Detrás de mí!" Quien señala la dirección y el ritmo no es Pedro, sino Jesús. El discípulo debe seguir al maestro. Debe vivir en conversión permanente. La palabra de Jesús era también un mensaje para todos aquéllos que guiaban la comunidad. Ellos deben "seguir" a Jesús y no pueden colocarse delante como Pedro quería hacer. Non son ellos los que pueden indicar la dirección o el estilo. Al contrario, como Pedro, en vez de piedra de apoyo, pueden convertirse en piedra de escándalo. Así eran algunos jefes de las comunidades en tiempos de Mateo. Había ambigüedad. ¡Así nos puede suceder a nosotros hoy!

Un retrato de San Pedro
Pedro de pescador de peces se transformó en pescador de hombres (Mc 1,7). Estaba casado (Mc 1,30). Hombre bueno, muy humano. Estaba llamado naturalmente a ser el jefe entre los doce primeros discípulos de Jesús. Jesús respetó esta tendencia natural e hizo de Pedro el animador de su primera comunidad (Jn 21, 17). Antes de entrar en la comunidad de Jesús, Pedro se llamaba Simón bar Jona (Mt 16,17), Simón hijo de Jonás. Jesús le dió el sobrenombre de Cefas o Piedra, que luego se convirtió en Pedro. (Lc 6,14).

Por naturaleza, Pedro podía serlo todo, menos una piedra. Era valiente en el hablar, pero a la hora del peligro se dejaba llevar del miedo y huía. Por ejemplo, aquella vez que Jesús llegó caminando sobre las aguas, Pedro pidió: "Jesús, ¿puedo yo también ir a ti sobre las aguas?" Jesús respondió "¡Ven, Pedro!" Pedro desciende de la barca, se pone a caminar sobre las aguas. Pero cuando llega una ola un poco más alta de lo acostumbrado, se asusta, comienza a hundirse y exclama: "¡Sálvame, Señor!" Jesús lo tomó de la mano y lo salvó (Mt 14, 28-31). En la última cena, Pedro dice a Jesús: "¡Yo no te negaré jamás, Señor!" (Mc 14,31), pero pocas horas después, en el palacio del sumo sacerdote, delante de una sierva, cuando Jesús ya había sido arrestado, Pedro negó con juramento el tener algo que ver con Jesús (Mc 14, 66-72). En el huerto de los olivos, cuando Jesús fue arrestado, él llega hasta desenvainar la espada (Jn 18, 10), pero luego huyó, dejando solo a Jesús (Mc 14,50). Por naturaleza ¡Pedro no era piedra!

Sin embargo, este Pedro tan débil y tan humano, tan igual a nosotros, se convirtió en Piedra, porque Jesús ha rezado por él diciendo: "¡Pedro, yo he orado por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos!" (Lc 22,31-32). Por esto, Jesús podía decir: "¡Tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia!" (Mt 16,18). Jesús le ayudó a ser piedra. Después de la resurrección, en Galilea, Jesús se apareció a Pedro y le pidió dos veces: "¿Pedro me amas?" Y Pedro dos veces respondió: "Señor, Tú sabes que te amo.". " (Jn 21, 15.16). Cuando Jesús hizo la misma pregunta por tercera vez, Pedro se entristeció. Debió recordar que lo había negado tres veces. A la tercera pregunta, él respondió: "Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te amo". Y fue en aquel momento cuando Jesús le confió el cuidado de las ovejas, diciendo: ¡Pedro, apacientas mis ovejas! Con la ayuda de Jesús la firmeza de la piedra crecía en Pedro y se reveló en el día de Pentecostés.

En el día de Pentecostés, después de la venida del Espíritu Santo, Pedro abrió la puerta de la sala, donde estaban todos reunidos, a puertas cerradas por miedo de los judíos (Jn 20,19), se llenó de valor y comenzó a anunciar la Buena Noticia de Jesús al pueblo (Act 2,14-40). ¡Y no se paró nunca más!. Por causa de este anuncio valeroso de la resurrección, fue arrestado (Act 4,3). En el interrogatorio le fue prohibido anunciar la buena noticia (Act 4,18), pero Pedro no obedeció la prohibición. Él decía: "¡Nosotros pensamos que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres!" (He 4, 19; 5,29). Fue arrestado de nuevo y (Act 5,18.26). Fue castigado (He 5,40). Pero el dijo: "Muchas gracias. Pero nosotros continuaremos" (cfr Act 5,42).

La tradición cuenta que, al final de su vida, cuando estaba en Roma, Pedro tuvo todavía un momento de miedo. Pero luego volvió sobre sus pasos, fue arrestado y condenado a la muerte de cruz. Él pidió que le crucificasen con la cabeza hacia abajo. Pensaba que no era digno de morir del mismo modo que su maestro Jesús. ¡Pedro fue fiel así mismo hasta el final!

La edición y el subrayado son nuestros
Tomado del Sitio Oficial de los Carmelitas

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte

Gracias



25 de junio de 2014

Francisco: ¨Nadie se hace cristiano por sí mismo. La Iglesia es una gran familia, que nos acoge y nos enseña a vivir como creyentes y discípulos del Señor¨

Fuente: Camino Católico.org



Queridos hermanos y hermanas 
Dios ha querido formar un pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la Tierra. En Jesucristo, lo establece como signo e instrumento de unión de los hombres con Dios y entre ellos. De ahí la importancia de pertenecer a este pueblo. 

Nosotros no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta. Nuestra identidad es pertenencia. Decir «soy cristiano» equivale a decir: «Pertenezco a la Iglesia». Soy de ese pueblo con el que Dios estableció desde antiguo una alianza, a la que siempre es fiel. De aquí nuestra gratitud a los que nos han precedido y acogido en la Iglesia, quienes nos enseñaron a rezar y pidieron para nosotros el Bautismo. Nadie se hace cristiano por sí mismo. La Iglesia es una gran familia, que nos acoge y nos enseña a vivir como creyentes y discípulos del Señor. Y no sólo somos cristianos gracias a otros, sino que únicamente podemos serlo junto con otros. En la Iglesia nadie va «por libre». Quien dice creer en Dios pero no en la Iglesia, quien dice tener una relación directa con Dios, con Cristo pero fuera de la Iglesia, cae en una dicotomía absurda. Dios ha confiado su mensaje salvador a personas humanas, a testigos, y se nos da a conocer en nuestros hermanos y hermanas.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los peregrinos de la Archidiócesis de Madrid y de La Escuela Franciscana, de San Pedro Sula, así como a los demás grupos provenientes de España, México, Honduras, Colombia, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Recuerden que, como cristianos, no podemos prescindir de los demás, de la Iglesia; no podemos salvarnos por nosotros solos. Ninguno juega por libre. Somos un pueblo que camina. Muchas gracias.


Texto completo de la catequesis: 

Fuente: Camino Católico.org

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hay otro grupo de peregrinos que están conectados con nosotros desde el Aula Pablo VI, son los peregrinos enfermos, porque con este tiempo con tanto calor y con las posibilidades de lluvia, me pareció prudente que estuvieran allí. Pero ellos están conectados con nosotros a través de una pantalla gigante y así estamos unidos en la misma Audiencia. Nosotros rezaremos hoy especialmente por ellos, por su enfermedad. ¡Gracias!

En la primera catequesis sobre la Iglesia, el pasado miércoles, partíamos de la iniciativa de Dios que quiere formar un pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Comienza con Abraham y después, con mucha paciencia, ¡Dios tiene mucha!, prepara este pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre ellos  (cfr Conc. Ecum. Vat. II, Cost. Lumen gentium, 1). Hoy queremos detenernos en la importancia, para el cristiano, de pertenecer a este pueblo. Hablaremos sobre la pertenencia a la Iglesia.


1. No estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por su cuenta:¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es “soy cristiano”, el apellido es “pertenezco a la Iglesia”. Es muy bello destacar como esta pertenencia se expresa también en el nombre que Dios se atribuye a sí mismo. Respondiendo a Moisés, en el estupendo pasaje de la “zarza ardiente” (cfr Es 3,15), se define de hecho como el Dios de los padres. No dice “soy el Omnipotente”, no, dice soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. De este modo Él se manifiesta como el Dios que ha forjado una alianza con los padres, permanece siempre fiel a su pacto y nos llama a entrar en esta relación que nos precede. Esta relación de Dios con el pueblo nos precede a todos nosotros.


2. En este sentido el pensamiento en primer lugar, es de gratitud, a todos los que nos han precedido y nos han acogido en la Iglesia. Nadie se vuelve cristiano por sí mismo.¿Está claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se crean cristianos en laboratorio, el cristiano forma parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia. Y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo, se entiende y después con el recorrido de la catequesis y más cosas pero ¡nadie se hace cristiano a sí mismo!.


Si nosotros creemos, si sabemos rezar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si lo sentimos cercano y lo reconocemos en nuestros hermanos es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y nos la han transmitido, nos la han enseñado. Si lo pensamos bien, cuántas personas queridas pasan ante nuestros ojos, en estos momentos: puede ser el rostro de nuestros padres que pidieron el Bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos y nuestros familiares que nos han enseñado a hacer el signo de la cruz y a recitar nuestras primeras oraciones.


Yo recuerdo muchas veces el rostro de la religiosa que me enseñó el catecismo, está en el Cielo seguro porque era una santa mujer… yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta buena mujer. O bien el rostro del párroco, u otro sacerdote, o una religiosa, un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos… Esta es nuestra Iglesia: es una gran familia, en la que se nos acoge y se nos enseña a vivir como creyentes y como discípulos del Señor Jesús.


3. Este camino lo podemos vivir no solo gracias a otras personas, sino junto a otras personas.En la Iglesia nos existe el “hazlo tú mismo”, no existen los “independientes”. ¡Cuántas veces el Papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un “nosotros” eclesial! Alguna vez oyes a alguien decir: “Creo en Jesús, en Dios, pero la Iglesia no me interesa..”.


¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Pero esto no está bien. Hay quien considera que es mejor tener una relación personal, directa, inmediata con Jesucristo, fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía el gran Pablo VI: dicotomías absurdas. Es verdad que a veces caminar juntos cuesta, a veces es cansado: puede pasar que algún hermano o hermana nos cree un problema o nos escandalice… Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a personas humanas, a todos nosotros, a todos los hermanos y hermanas con sus dones y sus límites, y viene hacia nosotros y se da a conocer. Esto significa pertenecer a la Iglesia. ¡Acordaos bien!


Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer nunca en la tentación de pensar que podemos hacer menos que los demás, de poder hacer poco en la Iglesia, de poder salvarnos solos. De ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos: no se puede estar en comunión con Dios sin estarlo con la Iglesia y no podemos ser buenos cristianos si no estamos junto a todos los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único pueblo, un único cuerpo y esto es la Iglesia ¡gracias!


La edición y el subrayado son nuestros

22 de junio de 2014

"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."

Fiesta de Corpus Christi
Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 6,51-58 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo." Disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre." (Aciprensa.com)

Comentario
En esta fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, meditamos uno de los diálogos finales del discurso del Pan de Vida entre Jesús y la multitud que había presenciado la multiplicación de panes y peces. En este, San Juan nos ayuda a comprender el significado profundo de este milagro y de la Eucaristía. 

En este dialogo, los Judíos reaccionan airadamente, pues toman literalmente las palabras de Jesús. Debido a la prohibición de tomar sangre de animales que exijía el A.T pues la consideraban la sede de la vida o la misma vida (Dt 12,16.23) y podía contaminarles.  

Cuando Jesús habla de un”alimento que no perece” (Jn 6,27), está recordando el maná que si lo hace y que cada vez sabe peor (Ex 16,20). Los judíos “murmurando” contra Jesús (Jn 6,41) hacen lo mismo que los Israelitas en el desierto, que dudaban de la presencia de Dios que les acompañaba (Ex 16,2; 17,3; Num 11,1). Los Judíos dudaban de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret (Jn 6,42). Jesús es el verdadero maná que nos da la vida para siempre.

Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, La Santa Misa,  asimilando su vida, su entrega, su donación.

Comentario completo:
Con ocasión de la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, hacemos nuestra meditación sobre la parte final del discurso del Pan de Vida. Mediante este discurso, el evangelio de Juan nos ayuda a comprender el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. En el transcurso de la lectura, tratemos de estar atentos a las palabras de Jesús que ayudan a la gente a entender el signo del Pan de Vida

a) Contexto del discurso del Pan de Vida:
El discurso del Pan de Vida (Jn 6,22-71) es una secuencia de siete breves diálogos entre Jesús y las personas que se encuentran con Él después de la multiplicación de los panes. Jesús trata de abrir los ojos de la gente, haciéndoles entender que no basta luchar por el pan material. La lucha cotidiana por el pan material no llega a la raíz, si no va acompañada de una mística. ¡No sólo de pan vive el hombre! (Dt 8,3). Los siete breves diálogos son una catequesis muy bella que explica a la gente el significado profundo de la multiplicación de los panes y de la Eucaristía. A lo largo de todo el diálogo aparecen las exigencias que el vivir desde la fe en Jesús traza para nuestra vida. La gente reacciona. Queda asombrada por las palabras de Jesús. Pero Jesús no cede, no cambia sus exigencias. Por esto, muchos lo abandonan. Hoy sucede también la misma cosa: cuando el evangelio comienza a ser un serio compromiso, mucha gente lo abandona. En la medida en que el discurso de Jesús avanza, menos gente va quedando a su alrededor. Al final quedan solo los doce y Jesús ¡ni siquiera puede confiar en ellos!

b) Secuencia de los diálogos que componen el discurso del Pan de Vida (Juan 6,22-27):
1º Diálogo: La gente busca a Jesús porque quiere más pan - Juan 6,22-27: 

2º Diálogo: Jesús pide a la gente trabajar por el verdadero pan - Juan 6,28-33

3º Diálogo: El pan verdadero es hacer la voluntad de Dios - Juan 6,34-40 

4º Diálogo: Quien se abre a Dios acepta a Jesús y su propuesta - Juan 6,41-51: 

5º Diálogo: Carne y sangre. Expresión de la vida y del don total - Juan 6,52-58

6º Diálogo: Sin la luz del Espíritu no se entienden estas palabras -  Juan 6,59-66

7º Diálogo: Confesión de Pedro - Juan 6,67-71:

c) 5º Diálogo: Carne y sangre. Expresión de la vida y del don total - Juan 6,52-58: 
Los Judíos reaccionan: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Ellos no entendían estas palabras de Jesús, porque el respeto profundo a la vida exigía que desde los tiempos del Antiguo Testamento estuviese prohibido comer sangre, porque la sangre era señal de vida (Dt 12,16.23; At 15.29). Además estaba cerca la Pascua y dentro de pocos días todos habrían comido la carne y la sangre del cordero pascual en la celebración de la noche de Pascua. Tomaron literalmente la palabra de Jesús, por esto no entendían. Comer la carne de Jesús significaba aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, y que su sangre les hubiera liberado de la esclavitud. Beber la sangre de Jesús significaba asimilar la misma manera de vivir que ha tenido la vida de Jesús. Lo que da vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilando su vida, su entrega, su donación.

d) Profundizando: Eucaristía y Nuevo Éxodo
Describiendo la multiplicación de los panes, Jesús que camina sobre las aguas y el discurso del Pan de Vida, el Evangelio de Juan sugiere un paralelo con el Éxodo Este paralelo enseña que mediante la Eucaristía se cumple un nuevo Éxodo. La Eucaristía nos ayuda a vivir en estado permanente de Éxodo:

i) La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)
Jesús tiene delante de sí una multitud hambrienta y el reto de dar pan a todos. También Moisés afrontó este reto a lo largo de la marcha del pueblo por el desierto (Ex 16,1-35; Num 11,18-23). Después de haber comido, la gente saciada reconoce en Jesús al nuevo Moisés, el “Profeta que debe venir al mundo” (Jn 6,14), según cuanto está anunciado en la Ley de la Alianza (Dt 18,15-22).


ii) Jesús camina sobre el mar (Jn 6,16-21)
En el Éxodo, el pueblo está en marcha para obtener la libertad y afronta y vence al mar (Ex 14,22). También Jesús, como Moisés, domina y vence al mar, impide que la barca de sus discípulos sea tragada por las aguas y hace que todos lleguen salvos a la otra orilla.


iii) El discurso sobre el pan de vida
El discurso evoca el capítulo 16 del Éxodo donde se describe la historia del maná. Cuando Jesús habla de un”alimento que no perece” (Jn 6,27), está recordando el maná que perece y que cada vez sabe peor (Ex 16,20). Los judíos “murmurando” contra Jesús (Jn 6,41) hacen la misma cosa que los Israelitas en el desierto, que dudaban de la presencia de Dios con ellos a través de la caminata (Ex 16,2; 17,3; Num 11,1). Los Judíos dudaban de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret (Jn 6,42). Jesús es el verdadero maná que nos da la vida para siempre.
 
La edición y el subrayado son nuestros

Que la misericordia y la confianza en el Señor no te falte


Gracias 






18 de junio de 2014

Francisco: ¨Ser Iglesia es sentirse en las manos de Dios, que es padre y nos ama, nos acaricia, nos espera, nos hace sentir su ternura. ¡Y esto es muy bello!¨

Fuente: Camino Católico.org



Texto completo de la catequesis: 

Fuente: Radio Vaticana

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días! Y felicitaciones a ustedes porque son valientes, con este tiempo que no se sabe si llueve o no llueve, pero ¡valientes eh! Esperemos que podamos terminar la audiencia sin agua. Que el Señor tenga piedad de nosotros.

Hoy comienzo un ciclo de catequesis sobre la Iglesia. Es un poco como un hijo que habla de la propia madre, de la propia familia. Hablar de la Iglesia es hablar de nuestra madre, de nuestra familia. En efecto, la Iglesia no es una institución con finalidad en sí misma o una organización privada, una ONG, ni mucho menos debe restringir su mirada al clero o al Vaticano...La Iglesia piensa. Pero la Iglesia somos todos. ¿De quién hablas tú? No, de los curas. Ah, la Iglesia son parte de la Iglesia pero la Iglesia somos todos, ¡eh! No limitarla a los sacerdotes, a los obispos, al Vaticano. Ellos son parte de la Iglesia pero la Iglesia somos todos, todos familia de la madre. Y la Iglesia es una realidad mucho más amplia, que se abre a toda la humanidad y que no nace en un laboratorio, la Iglesia no nació en laboratorio, no nació improvisadamente. Está fundada por Jesús, pero es un pueblo con una larga historia a sus espaldas y una preparación que comenzó mucho antes que Cristo mismo.

1. Esta historia, o "prehistoria" de la Iglesia, ya se encuentra en las páginas del Antiguo Testamento. Hemos escuchado el libro del Génesis, Dios escogió a Abraham, nuestro padre en la fe, y le pidió que se marchara, que abandonara su patria natal y se fuera hacia otra tierra que Él le mostraría (cf. Gn 12,1-9). Y en esta vocación Dios no llamó a Abraham solo, como individuo, sino que desde el principio implicó a su familia, a sus familiares y a todos los que estaban al servicio en su casa. Después, una vez en camino - sí, así comenzó a caminar la Iglesia - luego Dios ensanchará todavía el horizonte y colmará a Abraham con su bendición, prometiéndole una descendencia numerosa como las estrellas del cielo y como la arena de la orilla del mar. El primer hecho importante es éste: comenzando con Abraham, Dios forma un pueblo para que lleve su bendición a todas las familias de la tierra. Y dentro de este pueblo nació Jesús. Es Dios que hace este pueblo, esta historia, la Iglesia en camino. Y ahí nace Jesús: en este pueblo.

2. Un segundo elemento: no es Abraham quien construye un pueblo en torno a sí, sino que es Dios quien da vida a este pueblo. Por lo general, era el hombre quien se dirigía a la divinidad, tratando de salvar la distancia y pidiendo apoyo y protección. La gente rezaba a los dioses, ¿no? A las divinidades. Pero en este caso, sin embargo, somos testigos de algo sin precedentes: es Dios mismo quien toma la iniciativa – pero escuchemos esto ¡eh! Es Dios mismo que llama a la puerta de Abraham y le dice: “sigue adelante, vete de tu tierra, comienza a caminar y yo haré de ti un gran pueblo”. Y esto es el comienzo de la Iglesia y en este pueblo nace Jesús. Pero Dios toma la iniciativa y dirige su palabra al hombre, creando un vínculo y una nueva relación con él. Pero padre, ¿cómo es esto? ¿Dios nos habla? “Sí”. ¿Y no podemos hablar con Dios? Sí pero, ¿nosotros podemos tener una conversación con Dios? “Sí”. Esto se llama oración, pero es Dios que ha hecho esto desde el inicio. 

Así pues, Dios forma un pueblo con todos los que escuchan su Palabra y se ponen en camino, confiando en Él. Ésta es la única condición, confiarse en Dios. Si tú te fías de Dios, lo escuchas y te pones en camino, esto es hacer Iglesia. Esto es hacer la Iglesia. El amor de Dios lo precede todo. 

Dios está siempre primero, llega antes que nosotros, él nos precede. El profeta Isaías o Jeremías, no recuerdo bien, decía que Dios es como la flor del almendro porque es el primer árbol que florece en primavera. Para decir que Dios siempre florece antes que nosotros. Cuando nosotros llegamos Él nos espera, Él nos llama, Él nos hace caminar. Siempre nos anticipa. Y esto se llama amor porque Dios nos espera siempre. “Pero padre, yo no creo esto porque si usted supiera, padre. Mi vida ha sido tan fea ¿cómo puedo pensar que Dios me espera? “Dios te espera. Y si fuiste un gran pecador te espera más y te espera con tanto amor, porque Él es el primero. ¡Es ésta la belleza de la Iglesia, que nos lleva a este Dios que nos espera! Precede a Abraham, incluso precede a Adán.

3. Abraham y los suyos escuchan la llamada de Dios y se ponen en camino, no obstante no saben bien quién sea este Dios y dónde los quiere conducir. 

Es verdad porque Abraham se pone en camino de este Dios que le ha hablado, pero no tenía un libro de teología para estudiar quién era este Dios. Se confía, se fía del amor. Dios le hace sentir el amor y él se confía.

Pero esto no significa que ellos estén siempre convencidos y fieles. Es más, desde el comienzo hay resistencia, el repliegue en sí mismos y sus propios intereses y la tentación de regatear con Dios y resolver las cosas a modo propio. Y éstas son las traiciones y los pecados que marcan el camino del pueblo a lo largo de toda la historia de la salvación, que es la historia de la fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo. Pero Dios no se cansa, Dios tiene paciencia, tiene tanta paciencia y en el tiempo continúa a educar y a formar a su pueblo, como un padre con el propio hijo. Dios camina con nosotros. Dice el profeta Oseas: “yo he caminado contigo y te he enseñado a caminar como un papá enseña a caminar al niño”. Hermosa figura de Dios. Y así es con nosotros. Nos enseña a caminar.

Y es la misma actitud que mantiene con respecto a la Iglesia. También nosotros de hecho, aún en nuestro propósito de seguir al Señor Jesús, tenemos experiencia cada día del egoísmo y de la dureza de nuestro corazón. 

Pero cuando nos reconocemos pecadores, Dios nos llena de su misericordia y de su amor. Y nos perdona, nos perdona siempre. Y es precisamente esto que nos hace crecer como pueblo de Dios, como Iglesia: no es nuestra habilidad, no son nuestros méritos – somos poca cosa nosotros ¡eh! No es esto. Sino que es la experiencia cotidiana de cuánto el Señor nos ama y nos cuida. Esto es lo que nos hace sentir verdaderamente suyos, en sus manos y nos hace crecer en la comunión con Él y entre nosotros. Ser Iglesia es sentirse en las manos de Dios, que es padre y nos ama, nos acaricia, nos espera, nos hace sentir su ternura. ¡Y esto es muy bello!

Queridos amigos, este es el proyecto de Dios, el proyecto ¿no? Cuando ha llamado a Abraham, Dios pensaba en esto: formar un pueblo bendecido por su amor y que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Este proyecto no cambia, está siempre vigente. En Cristo ha tenido su cumplimiento y aún hoy Dios continúa realizándolo en la Iglesia. Pidamos entonces la gracia de permanecer fieles a la secuela del Señor Jesús y a la escucha de su Palabra, listos a partir cada día, como Abraham, hacia la tierra de Dios y del hombre, nuestra verdadera patria, y así transformarnos en bendición, signo del amor de Dios para todos sus hijos.

Me gusta pensar que un sinónimo, otro nombre que podríamos tener nosotros cristianos sería esto: son hombres y mujeres, gente que bendice. El cristiano con su vida debe bendecir siempre, bendecir a Dios y bendecir también a todos nosotros. ¡Nosotros cristianos somos gente que bendice, que sabe bendecir! ¡Ésta es una hermosa vocación!

(Traducción del italiano: Eduardo Rubió y María Cecilia Mutual)


La edición y el subrayado son nuestros

15 de junio de 2014

¨Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna¨

Domingo de la Santísima Trinidad
Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 3,16-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios (Aciprensa.com)

Comentario:

Este es un fragmento del evangelio de San Juan del discurso de Jesús con Nicodemo. Nicodemo, era un fariseo, doctor de la ley, interesado en la nueva enseñanza de Jesús, y por ello le buscaba constantemente. Es así que Jesús en uno de sus diálogos  le dice:¨ No te maravilles porque te he dicho: Es preciso nacer de arriba.. ¿Eres maestro en Israel y no sabes esto?¨(Jn3, 8, 10). San Juan escribe esto, para las comunidades de finales de siglo. Algunos de ellas, no podían dejar sus criterios del pasado, y por ello no entendían la novedad de Jesús.

La novedad es el Amor, este ante todo, es una experiencia profunda de relación entre diversas personas. En el N.T., Jesús reveló este amor de Dios en sus encuentros con las personas como amistad y ternura con la familia de Marta en Betania.

Así amó al mundo y se ofreció a si mismo para salvar al mundo, a los que crean  en Ël. Los primeros cristianos llamaban a Jesús como el "Defensor". En lengua hebrea se dice Goêl. Este término indicaba el pariente más próximo, el hermano más anciano, que debía rescatar a sus hermanos, amenazados de perder sus bienes. En el N.T, es Jesús el hijo unigénito, el primogénito, el pariente más próximo, el que se convirtió en nuestro Goêl. Este título se traduce como : salvador, redentor, liberador, abogado, hermano mayor, consolador, y otros más. 

San Juan destaca la unidad profunda entre el Padre y el Hijo. La misión del Hijo es la de revelar el amor del Padre (Jn 17,6-8). Entre Jesús y el Padre hay una unidad tan intensa que sólo viendo el rostro de Jesús vemos el rostro del Padre. Esta unidad es comunicada  por el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios. 

Comentario Completo:

a) El contexto en el Evangelio de Juan:

- Estos pocos versículos forman parte de una reflexión del evangelista Juan (Jn 3, 16-21), en la que explica a su comunidad de finales del primer siglo el significado del diálogo entre Jesús y Nicodemo (Jn 3, 1-5). En este diálogo, Nicodemo no consigue seguir el pensamiento de Jesús. Y lo mismo sucedía a la comunidad. 

* Nicodemo era un doctor que pretendía conocer las cosas de Dios. Observaba a Jesús con el libro de la Ley de Moisés en mano, para ver si concordaba la novedad anunciada por Jesús. En la conversación, Jesús hace entender a Nicodemo (y a todos nosotros) que el único modo como alguien pueda entender las cosas de Dios es ¡naciendo de nuevo! Hoy sucede la misma cosa. Muchas veces somos como Nicodemo: aceptamos sólo lo que está de acuerdo con nuestras ideas. El resto lo rechazamos considerándolo contrario a la tradición. Pero no todos son así. Hay muchas personas que se dejan sorprender por los hechos y no tienen miedo de decir: "¡ Nace de nuevo!"

* Cuando el evangelista recoge estas palabras de Jesús, tiene delante de los ojos la situación de las comunidades de finales de siglo y es para ellos para los que escribe. Algunos de ellos, prisioneros de los criterios del pasado, no entendían la novedad que Jesús había traído. Las dudas de Nicodemo eran también las dudas de las comunidades.Nuestro texto (Jn 3, 16-18) es una ayuda para superar esta dificultad.  Y del mismo modo, la respuesta de Jesús es también una respuesta para las comunidades. Muy probablemente, la conversación entre Jesús y Nicodemo formaba parte de la catequesis bautismal, puesto que el texto dice que las personas deben renacer por el agua y por el Espíritu (Jn 3,6). En el breve comentario que presentamos, centralizaremos las palabras claves que aparecen en el texto y que son palabras centrales en el evangelio de San Juan. Nos sirven como claves de lectura de todo el evangelio.


b) Comentario del texto:

* Juan 3,16: Amar es darse por amor: La palabra amor indica ante todo, una experiencia profunda de relación entre diversas personas. Reúne un conjunto de sentimientos y valores como la alegría, la tristeza, el sufrimiento, el crecimiento, la renuncia, el don de sí mismo, la realización, la donación, el compromiso, la vida, la muerte, etc. En el Antiguo Testamento este conjunto de valores y sentimientos se resume en la palabra hesed que, en nuestras Biblias, generalmente, se traduce por caridad, misericordia, fidelidad y amor.

En el N.T., Jesús reveló este amor de Dios en sus encuentros con las personas. Lo reveló con sentimientos de amistad, de ternura, como, por ejemplo, en su relación con la familia de Marta en Betania: "Jesús amaba a Marta a su hermana y a Lázaro". Llora delante de la tumba de Lázaro (Jn 11, 5,33-36). Jesús afronta su misión como una manifestación de amor: "después de haber amado a los suyos…los amó hasta el fin" (Jn 13,1). En este amor Jesús manifiesta su profunda identidad con el Padre: "Como el Padre me amó, yo también os he amado" (Jn 15.9). Y Él nos dice: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15.12). Juan define así el amor: "Por esto hemos conocido el amor: Él ha dado su vida por nosotros; por tanto también nosotros debemos dar la vida por los hermanos". (1 Jn 2,6). Quien vive el amor y lo manifiesta en sus palabras y en su conducta se convierte en Discípula Amada, Discípulo Amado.

* Juan 3, 17: Amó al mundo y se ofreció para salvar al mundo: La palabra "mundo" se encuentra 78 veces en el evangelio de Juan y con diversos significados. En primer lugar, "mundo" puede significar la tierra, el espacio habitado por los seres humanos (Jn 11,9; 21,25) o la Creación (17,5.24). Aquí, en nuestro texto, "mundo" significa las personas que habitan en esta tierra, toda la humanidad, amada por Dios, que por ella dona su Hijo unigénito (cf. Jn 1,9; 4,42; 6,14; 8,12). Puede también significar un grupo numeroso de personas en el sentido de "todo el mundo" (Jn 12,19; 14,27). Pero en el evangelio de Juan, "mundo" significa sobre todo, aquella parte de la humanidad que se opone a Jesús y se convierte en su "adversario" u "opositor" (Jn 7,4.7; 8,23.26; 9,39; 12,25) Este "mundo" contrario a la práctica liberadora de Jesús, es dominado por el Adversario, Satanás, llamado también "príncipe del mundo" (14,30; 16,11), que persigue y mata a la comunidad de fieles (16,33), creando una situación de injusticia, de opresión, mantenida por los que están en el poder, por los dirigentes, tanto del imperio como de la sinagoga. Ellos practican la injusticia usando para este fin el nombre de Dios mismo (16,2). La esperanza que el evangelio de Juan comunica a la comunidad es que Jesús vencerá al príncipe de este mundo (12,31). El es más fuerte que el "mundo". "Vosotros tendréis tribulación en el mundo, pero tened confianza, yo he vencido al mundo" (16,33).

* Juan 3,18: El Hijo Unigénito de Dios que se da por nosotros: Uno de los títulos más antiguos y más bellos, que los primeros cristianos eligieron para describir la misión de Jesús, es el de "Defensor". En lengua hebrea se dice Goêl. Este término indicaba el pariente más próximo, el hermano más anciano, que debía rescatar a sus hermanos, amenazados de perder sus bienes (cf. Lv. 25, 23-55). Cuando en la época de la deportación a Babilonia, todo el pueblo, incluso el pariente más próximo, lo perdió todo, Dios mismo se convirtió en el Goêl de su pueblo. Lo rescató de su esclavitud. En el Nuevo Testamento, es Jesús el hijo unigénito, el primogénito, el pariente más próximo, el que se convirtió en nuestro Goêl. Este término o título tiene traducciones diversas: salvador, redentor, liberador, abogado, hermano mayor, consolador, y otros más (cf. Lc 2,11; Jn 4,42; Ac 5,31 etc.). Jesús toma la defensa y el rescate de su familia, de su pueblo. Se dio totalmente, completamente, a fin de que nosotros sus hermanos y hermanas pudiésemos nuevamente vivir en fraternidad. Este fue el servicio que el nos dió a todos. Así fue como se cumplió la profecía de Isaías que anunciaba la venida del Mesías Siervo. Y el mismo decía: "El Hijo del Hombre en verdad no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la propia vida en rescate (goêl) por muchos" (Mc 10,45). Pablo expresa este descubrimiento en la siguiente frase: " Me amó y se entregó por mi". (Gal 2,20).

c) El misterio de la Trinidad en los escritos de Juan:

* La fe en la Santísima Trinidad es la fuente y el destino de nuestro credo. Todo lo que afirmamos con toda claridad con respecto a la Santísima Trinidad lo encontramos en el Nuevo Testamento. Allí está encerrado como una semilla que viene abriéndose a través de los siglos. De los cuatro evangelistas, Juan es el que nos ayuda mayormente a comprender el misterio del Dios Trino.

Juan subraya la unidad profunda entre el Padre y el Hijo. La misión del Hijo es la de revelar el amor del Padre (Jn 17,6-8). Jesús llega a proclamar: "Yo y el Padre somos una cosa sola" (Jn 10,30). Entre Jesús y el Padre hay una unidad tan intensa que quienquiera que ve el rostro de uno, ve también el rostro del otro. Y revelando al Padre, Jesús comunica un espíritu nuevo " el Espíritu de la Verdad que procede del Padre" (Jn 15,26). A petición del Hijo, el Padre envía a cada uno de nosotros este nuevo Espíritu para que permanezca en nosotros. Este Espíritu, que nos viene del Padre, (Jn 14,16) y del Hijo (Jn 16, 27-8), comunica la profunda unidad existente entre el Padre y el Hijo (Jn 15,26-27). Los cristianos miraban la unidad de Dios para poder entender la unidad que debía existir entre ellos. (Jn 13, 34-35; 17,21).
 
La edición y el subrayado son nuestros

Que la misericordia y la confianza en el Señor no te falte


Gracias 

8 de junio de 2014

"Recibid el Espíritu Santo¨

Domingo de Pentecostes

Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." (Aciprensa.com)


Comentario:

Hoy llega a su fin el tiempo Pascual,  algo de cincuenta días calendario, en los que hemos vivido la alegría del triunfo de Jesús sobre la muerte. Durante este tiempo Jesús pasa de la muerte a la vida, es glorificado ante el Padre y nos envía su espíritu para que nos ayude. 

Hoy, también celebramos el nacimiento de nuestra Iglesia, la comunidad que esta cerca de ti, y la gran comunidad de comunidades que está en todo el mundo, por eso católica. 

El evangelio, nos cuenta del día de Pascua, en el que los discípulos que habían presenciado la muerte de Jesús estaban escondidos por temor a ser aprehendidos y ejecutados también. Entonces, con las puertas cerradas y la ventanas tapiadas, Jesús mismo se aparece ante ellos dándoles su Paz, el saludo cotidiano del judío, pero saliendo de Dios y en esas circunstancias, comunica la Vida. 

Les muestra sus heridas y las señales de su pasión para aumentar la certeza. Les envía soplando sobre ellos, como Dios sopló sobre el barro para darle vida al hombre.  Jesús que comunica la Vida, envía a quienes deben comunicarla. 

Y les da el poder de perdonar pecados, lo que para todo cristiano es ser instrumento de reconciliación. La tan necesaria entre el hombre con su Padre y Creador.


Comentario completo: 

Comentario de los Hechos 2:1-11 Lecturas 1 Corintios 12:3-7,12-13 Juan 20:19-23

HOY Completamos más de siete semanas de la celebración del misterio pascual: la pasión y muerte - resurrección - la Ascensión, la Exaltación - venida del Espíritu Santo. Aunque en la liturgia se extendió durante siete semanas, todos los elementos están realmente allí en la cruz el Viernes Santo. En el momento de la muerte de Jesús pasa a la vida, es glorificado ante el Padre y respira su Espíritu.

Hoy es también el cumpleaños de la Iglesia. ¿Qué es la Iglesia? La Iglesia es, básicamente, la comunidad y el complejo de comunidades repartidas por todo el mundo que es la continuación de la presencia visible de Dios y su obra, viviendo abiertamente en el Espíritu de Jesús y ofreciendo su experiencia de conocer a Cristo al mundo.

"El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros." Estas palabras se aplican no sólo a Jesús sino también a todos los que ahora son el Cuerpo visible de Jesús Resucitado. Corresponde a cada uno de nosotros, individualmente y en comunidad, encarnar la Palabra de Dios en nuestro mundo.

Día de Pentecostés
La primera lectura de hoy de los Hechos de los Apóstoles, tal vez la más conocida, nos da cuenta de cómo se transfiere la misión de Cristo a sus seguidores. La escena está llena de imágenes bíblicas. Se oyó un ruido "como el de una ráfaga de viento impetuoso". En griego las palabras usadas aquí por "viento" y "espíritu" son muy similares. Toda la casa se ​​llenó con el Espíritu de Dios.

A continuación, "lenguas repartidas, como de fuego" fueron vistas descansando en cada persona. Fuego, otra vez, habla de la presencia de Dios mismo. Dios le habló a Moisés desde una zarza ardiente. Como los israelitas vagaron por el desierto en su camino hacia la Tierra Prometida, una columna de nube los acompañó durante el día y una columna de fuego de noche. Dios estaba con su pueblo.

El fuego aquí fue en forma de lenguas, como para decir que a cada uno de los presentes se le estaba dando el don y el poder de hablar en nombre de Dios. Y, de hecho, "todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu que les decía que hablasen."

Asombro 
Porque era la fiesta judía de Pentecostés, la ciudad de Jerusalén estaba llena de Judios peregrinos de todo el área mediterránea. Ellos se sorprendieron al oír los discípulos hablándoles en su propio idioma. "¿Cómo es que oímos, cada uno de nosotros, en nuestra propia lengua? En nuestros propios idioma los oímos hablar de los hechos del poder de Dios. "En el libro del Génesis, los hombres trataron de construir una torre que llegara hasta el cielo. Para tal arrogancia, fueron castigados por estar hecha a hablar en distintas lenguas. Al no poder comunicarse, no podían terminar su proyecto.

Ahora, la época de la Torre de Babel se invierte. Los discípulos tienen un mensaje para ofrecer y poder ser comprendido por la gente en todas partes. Las personas están siendo llamadas a unirse de nuevo como hermanos y hermanas de un Padre común, revelado a ellos por su Hijo Jesucristo. 

Un relato diferente. El Evangelio de Juan nos presenta una versión diferente de la venida del Espíritu. Es el Domingo de Pascua. Los discípulos están encerrados en la casa, aterrorizada por las autoridades que vienen a llevárselos como colaboradores del Jesús recién ejecutado.

De pronto, el mismo Jesús está en medio de ellos. "La paz con vosotros", es el saludo. Es a la vez un deseo y una declaración. Cuando Jesús es que haya paz. La presencia de Jesús en nuestras vidas siempre trae paz y quita nuestras ansiedades y temores.

Él les muestra sus manos y su costado para demostrar que es él mismo: el que murió en la cruz y el que ahora está vivo. Luego les da su misión: "Como el Padre me envió, también yo os envío." Su misión y la nuestra son exactamente las mismas. Nuestra misión y la suya son exactamente las mismas.

Él entonces respira sobre ellos. Así como Dios sopló sobre la tierra y creó el primer ser humano. En Cristo, nos convertimos en una nueva creación. La respiración también simboliza el Espíritu de Dios y de Jesús. Así que dice: "Recibid el Espíritu Santo."

Con el don del Espíritu viene también la autoridad para hablar y actuar en nombre de Jesús."A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; si se los retengáis, les quedan retenidos. "Esto no es sólo una referencia al sacramento de la reconciliación y el poder de perdonar los pecados. Perdonar el pecado, reconciliar a la gente con Dios es la esencia misma de la obra de Cristo y de la misión cristiana. Los discípulos son ahora el Cuerpo de Cristo, la presencia visible permanente de Cristo en el mundo.

Este cuerpo va a experimentar lesiones y heridas y la enfermedad ... Este vagará a veces muy lejos de Dios. Tendrá la curación y el perdón y la reconciliación. También tratará de llevar el mismo la curación y la reconciliación a un mundo quebrantado.

Un cuerpo con muchas partes 
Finalmente, la segunda lectura nos habla del efecto del Espíritu en la comunidad cristiana. La Iglesia y cada comunidad dentro de ella refleja la unidad y la diversidad. No estamos llamados a la uniformidad. No somos clones de Cristo o de otro. Unidad supone la diversidad y una variedad de dones y talentos y responsabilidades.

Así, por un lado, estamos llamados a estar profundamente unidos en nuestra fe en Cristo y en nuestro amor por los demás. Al mismo tiempo, cada uno de nosotros tiene un don único. Es a través de este don o dones que servimos y construimos la comunidad. Ellos no son sólo para nosotros mismos, o para nuestras familias y amigos. "A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común."

Somos como un cuerpo. Cada cuerpo tiene muchos miembros, cada uno con su propia función particular, sin embargo, todos se ordenan a un propósito - el buen funcionamiento del organismo en su conjunto. Lo mismo sucede con la comunidad cristiana, que es el Cuerpo de Cristo. Cada miembro es ser consciente de su don particular. Este regalo indica el papel que el miembro tiene que jugar en la construcción de todo el Cuerpo, la comunidad entera.

Hoy vamos a pedirle a Dios que envíe su Espíritu en nuestros corazones. Llenos de ese Espíritu, cada uno de nosotros podrá hacer su contribución a la comunidad que pertenecemos. Y, como comunidad, podremos dar testimonio claro e inequívoco de la verdad y el amor de Dios, revelado en Jesús, nuestro Señor.

La edición y el subrayado son nuestros

Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte

Gracias


1 de junio de 2014

"Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra...¨

Domingo de la Ascención del Señor 
Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo 28,16-20:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." (Aciprensa.com)

Comentario:
San Mateo, escribe cerca del año 85, y escribe para los judios cristianizados. que vivian en Siria -Palestina. Estos no eran aceptados por los judios conservadores y necesitaban una confirmación de que Jesús era el Mesías.  Por ello Mateo, menciona que fueron  a Galilea, por que desde ahi y hacia los no creyentes se llevó el evangelio. 

Como algunos dudaban de Jesús, el mismo, lo aclara diciendo que Ël es quien tiene el poder, pues recibió la autoridad del Padre. Y con esa autoridad, da las tres últimas 
órdenes a los discípulos: i) Haced discípulos a todas las gentes: El discipulado es Seguir al maestro. Imitar su ejemplo, participar en su destino, y poseer la vida misma de Jesús.

ii) Bautizár en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: La Trinidad es la fuente, el destino y el camino. iii) Enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado: Para nosotros, los cristianos, Jesús es la Nueva Ley de Dios.

Comentario Completo:

a) El contexto del Evangelio de Mateo

* El Evangelio de Mateo, escrito hacia el año 85, se dirige a una comunidad de judíos convertidos que vivían en Siria-Palestina. Estaban pasando una profunda crisis de identidad en relación a su pasado. Después de haber aceptado a Jesús como el Mesías esperado, continuaban acudiendo a la sinagoga y observando la ley y las antiguas tradiciones. Mantenían además una cierta afinidad con los fariseos y, tras la revuelta de los judíos de Palestina contra Roma (65 al 72), ellos y los fariseos eran los dos únicos grupos judíos que habían sobrevivido a la represión romana.

* A partir de los años 80, estos hermanos judíos, fariseos y cristianos, únicos supervivientes, comenzaron a luchar entre ellos por la posesión de las promesas del AT. Todos pretendían ser los herederos. Poco a poco, creció la tensión entre ellos y comenzaron a excomulgarse mutuamente. Los cristianos no podían ya acudir a la sinagoga y quedaron desconectados de su propio pasado. Cada grupo comenzó a organizarse a su propio modo: los fariseos en la sinagoga; los cristianos en la Iglesia. Ello agravò el problema de la identidad de las comunidades de judíos cristianos, ya que suscitaba problemas muy serios que requerían una respuesta urgente: "La herencia de las promesas del AT... ¿de quién es: de la sinagoga o de la Iglesia? ¿Con quién está Dios? ¿Cuál es verdaderamente el pueblo de Dios?"

* Entonces Mateo escribe su Evangelio para ayudar a estas comunidades a superar la crisis y a encontrar una respuesta a sus problemas. Su Evangelio es fundamentalmente un Evangelio de revelación que pretende mostrar que Jesús es el verdadero Mesías, el nuevo Moisés, en el que culmina toda la historia del Antiguo Testamento con sus promesas. Es también el Evangelio de la consolación para todos aquéllos que se sentían excluidos y perseguidos por sus propios hermanos judíos. Mateo quiere consolarles y ayudarles a superar el trauma de la ruptura. Es el Evangelio de la nueva práctica, ya que indica el camino por el que se llega a una nueva justicia, mayor que la de los fariseos. Es el Evangelio de la apertura, pues indica que la Buena Noticia de Dios que Jesús nos trae no puede permanecer escondida, sino que debe ser puesta sobre el candelero, para que ilumine la vida de todos los pueblos.

b) Comentario del texto de Mateo 28,16-20


* Mateo 28,16: Volviendo a Galilea: Todo comenzó en Galilea (Mt 4,12). Fue allí donde los discípulos oyeron la primera llamada (Mt 4,15) y allí Jesús prometió reunirlos de nuevo, después de la resurrección (Mt 26,31). En Lucas, Jesús prohíbe a los suyos que salgan de Jerusalén (Hch 1,4). En Mateo, la orden consiste en salir de Jerusalén y retornar a Galilea (Mt 28,7.10). Cada evangelista tiene su modo particular de presentar la persona de Jesús y su proyecto. Para Lucas, tras la resurrección de Jesús, el anuncio de la Buena Noticia debe comenzar en Jerusalén para poder llegar desde allí a todos los confines de la tierra (Hch 1,8). Para Mateo, el anuncio comienza en la Galilea de los paganos (Mt 4,15) para prefigurar así el paso de los judíos hacia los paganos.

Los discípulos debían ir hacia la montaña que Jesús les había mostrado. La montaña evoca el Monte Sinai, donde se había llevado a cabo la primera Alianza y donde Moisés recibió las tablas de la Ley de Dios (Ex 19 a 24; 34,1-35). Evoca la montaña de Dios, donde el profeta Elías se retiró para redescubrir el sentido de su misión (1Re 19,1-18). Evoca también la montaña de la Transfiguración, donde Moisés y Elías, es decir, la Ley y los Profetas, aparecieron junto a Jesús, confirmando así que Él era el Mesías prometido (Mt 17,1-8).

* Mateo 28,17: Algunos dudaban: los primeros cristianos tuvieron mucha dificultad a la hora de creer en la Resurrección. Los evangelistas insisten en contarnos que dudaron mucho y que fueron incrédulos frente a la Resurrección de Jesús (Mc 16,11.13.14; Lc 24,11.21.25.36.41; Jn 20,25). La fe en la Resurrección fue fruto de un proceso lento y difícil, pero acabó por imponerse como la más grande certeza de los cristianos (1Cor 15,3-34).

* Mateo 28,18: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra: La forma pasiva del verbo indica que Jesús recibió su autoridad del Padre. Pero ¿en qué consiste esta autoridad? En el Apocalipsis, el Cordero (Jesús resucitado) recibe de la mano de Dios el libro con los siete sellos (Ap 5,7) y se convierte en el Señor de la historia, el que debe asumir la ejecución del proyecto de Dios, descrito en el libro sellado, y como tal debe ser adorado por todas las criaturas (Ap 5,11-14). Con su autoridad y con su poder vence al Dragón, que es el poder del mal (Ap 12,1-9), y captura a la Bestia y al falso profeta, símbolos del Imperio romano (Ap 19,20). En el Credo de la Misa decimos que Jesús subió al cielo y se sienta a la derecha de Dios Padre, convirtiéndose así en el Juez de vivos y muertos.

* Mateo 28,19-20a: Las últimas palabras de Jesús: tres órdenes a los discípulos: Revestido de la suprema autoridad, Jesús trasmite tres órdenes a los discípulos y a todos nosotros: (i) Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes; (ii); bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo(iii) y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.

i) Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes: Ser discípulo no significa lo mismo que ser alumno. Un discípulo se relaciona con un maestro. Un alumno se relaciona con un profesor. El discípulo vive junto al maestro 24 horas al día; el alumno recibe lecciones del profesor durante algunas horas, y vuelve a su casa. El discipulado supone comunidad. Ser alumno supone solamente estar en un aula para las clases. En aquel tiempo, el discipulado se solía expresar con la frase Seguir al maestro. En la Regla del Carmelo se dice: Vivir en obsequio de Jesucristo. 

Para los primeros cristianos, Seguir a Jesús significaba tres cosas relacionadas entre sí:

  • Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús era el modelo que se debía imitar y recrear en la vida del discípulo y de la discípula (Jn 13,13-15). La convivencia diaria permitía una continua revisión. En esta Escuela de Jesús se enseñaba solo una materia: ¡el Reino! Y este Reino se reconocía en la vida y en la práctica de Jesús.
  • Participar en el destino del Maestro: El que quería seguir a Jesús, debía comprometerse con Él: "estar con Él en las tentaciones" (Lc 22,28), e incluso en la persecución (Jn 15,20; Mt 10,24-25). Debía estar por tanto dispuesto a cargar con la cruz y a morir con Él (Mc 8,34-35; Jn 11,16).
  • Poseer en sí mismo la vida de Jesús: Después de la Pascua, se añade una tercera dimensión: "Vivo, pero no soy yo quien vivo, sino Cristo que vive en mí" (Gal 2,20). Los primeros cristianos intentaron identificarse profundamente con Jesús. Se trata de la dimensión mística del seguimiento de Jesús, fruto de la acción del Espíritu.
ii) Bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: La Trinidad es a la vez la fuente, el destino y el camino. Todo el que ha sido bautizado en el nombre del Padre que nos ha sido revelado por Jesús, se compromete a vivir como un hermano en la fraternidad. Y si Dios es Padre, nosotros somos todos hermanos y hermanas entre nosotros. Todo el que ha sido bautizado en el nombre del Hijo que es Jesús, se compromete a imitar Jesús y a seguirlo hasta la cruz para poder resucitar con Él. Y el poder que Jesús recibió del Padre es un poder creador que vence la muerte. Y el que ha sido bautizado en el nombre del Espíritu Santo que nos ha sido dado por Jesús en el día de Pentecostés, se compromete a interiorizar la fraternidad y el seguimiento de Jesús, dejándose llevar por el Espíritu que permanece vivo en la comunidad.

iii) Enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado: Para nosotros, cristianos, Jesús es la Nueva Ley de Dios, proclamada desde lo alto de la montaña. Jesús ha sido elegido por el Padre como el nuevo Moisés, cuya palabra es Ley para nosotros: "Escuchadlo" (Mt 17,15). El Espíritu mandado por Él nos recordará todo lo que Él nos ha enseñado (Jn 14,26; 16,13). La observancia de la nueva Ley del amor se equilibra con la gratuidad de la presencia de Jesús en medio de nosotros, hasta el final de los tiempos.

* Mateo 28,20b: yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo: Cuando Moisés fue enviado a liberar al pueblo de Egipto, recibió de Dios una certeza, la única certeza que ofrece una total garantía: "Ve, ¡Yo estaré contigo!" (Ex 3,12). Y esta misma certeza les fue dada a los profetas y a otras personas enviadas por Dios para desarrollar una misión importante en el proyecto de Dios (Jer 1,8; Jue 6,16). María recibió la misma certeza cuando el ángel le dijo: "El Señor está contigo" (Lc 1,28). Jesús, en persona, es la expresión viva de esta certeza, porque su nombre es Emmanuel, Dios con nosotros (Mt 1,23). Él estará con sus discípulos, con todos nosotros, hasta el final de los tiempos. Aquí se manifiesta la autoridad de Jesús. Él controla el tiempo y la historia. Él es el primero y el último (Ap 1,17). Antes del primero no existía nada y después del último no vendrá nada. Esta certeza es un apoyo para las personas, alimenta su fe, sostiene la esperanza y genera amor y donación de sí mismos.

c) Iluminando las palabras de Jesús: La misión universal de la comunidad
Abraham fue llamado a ser fuente de bendición, no sólo para sus propios descendientes, sino para todas las familias de la tierra (Gn 12,3). El pueblo de la esclavitud fue llamado, no sólo a restaurar las tribus de Jacob, sino también para ser luz de las naciones (Is 49,6; 42,6). El profeta Amós dijo que Dios no sólo liberó a Israel de Egipto, sino también a los filisteos de Kaftor y a los arameos de Quir (Am 9,7). Dios, por tanto, se ocupa y se preocupa, tanto de los israelitas como de los filisteos y de los arameos (¡que eran los mayores enemigos del pueblo de Israel!). 

El profeta Elías pensaba que era el único defensor de Dios (Re 19,10.14), pero tuvo que escuchar que además de él... ¡había otros siete mil! (1 Re 18,18). El profeta Jonás quería que Yahvé fuese Dios solo de Israel, pero tuvo que reconocer que Él es el Dios de todos los pueblos, incluso de los habitantes de Nínive, los más acérrimos enemigos de Israel (Jon 4,1-11). En el Nuevo Testamento, el discípulo Juan quería que Jesús fuese sólo del pequeño grupo, de la comunidad, pero el mismo Jesús le corrigió y le dijo: ¡Quien no está contra nosotros, está con nosotros! (Mc 9,38-40).

Al final del primer siglo después de Cristo, las dificultades y las persecuciones probablemente llevaron a las comunidades cristianas a perder algo de su fuerza misionera y a cerrarse en sí mismas, como si fueran las únicas que defendían los valores del Reino. Pero el Evangelio de Mateo, fiel a una larga tradición de apertura hacia todos los pueblos, les hizo saber que las comunidades no pueden cerrarse en sí mismas. No pueden pretender para ellas el monopolio de la acción de Dios en el mundo. Dios no es propiedad de las comunidades, sino que las comunidades son propiedad de Yahvé (Ex 19,5). En medio de la humanidad que lucha y resiste contra la opresión, las comunidades deben ser sal y fermento (Mt 5,13; 13,33). Deben hacer que resuene en el mundo entero, entre todas las naciones, la Buena Noticia que Jesús nos ha traído: ¡Dios está presente en medio de nosotros! Es el mismo Dios que, desde el Éxodo, se empeña en liberar a todos aquellos que gritan hacia Él (Ex 3,7-12). Esta es su misión. Si la sal pierde su sabor... ¿para qué servirá? "¡No sirve ni para la tierra ni para el estercolero!" (Lc 14,35).
 
La edición y el subrayado son nuestros

Que la misericordia y la confianza en el Señor no te falte 

Gracias