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30 de noviembre de 2014

"Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento¨

Domingo 1 de Adviento
Del Santo Evangelio según San  Marcos 13, 33-37

En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos: "Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!" (Aciprensa.com)

Comentario:
Hoy comienza un tiempo especial de cuatro semanas que la Iglesia llama Adviento. Tiempo en el que como pueblo nos preparamos para la venida de nuestro salvador en la Navidad. Ciertamente el Señor ya vino, sigue viniendo cada día de nuestras vidas y vendrá cuando acabe nuestro propio tiempo en esta vida. 

El evangelio de hoy, nos dice: ¨Velad¨, ¨vigilad¨, ¨aguardad¨, es estar preparados. Hay que conocerle y escucharle para poderle amar, y así poder volvernos Uno con nuestro creador. El verdadero fracaso es el de no estar preparados para esta venida. 

Para no ¨quedarnos dormidos¨, hay que estar en permanente consciencia de la presencia de Dios con nosotros. No dejarnos llevar por la ¨carrera¨ de estos días sino mas bien por su mano amorosa. Buscar y dejarse encontrar por ¨Él¨ en los sucesos de cada día, y sobre todo en las personas que nos rodean para que con ellas recibir y dar amor en el servicio. 

Comentario Completo:

Comentario sobre Isaías 63: 16-17, 64: 1,3-8; 1 Corintios 1: 3-9; Marcos 13: 33-37

UNA VEZ MÁS llegamos al comienzo de otro año litúrgico. Hoy comenzamos Ciclo B en el ciclo de tres años de lecturas bíblicas dominicales. Los pasajes del Evangelio durante los domingos del tiempo ordinario en este año van a seguir el Evangelio según San Marcos. 

Está claro que el tema de la Misa de hoy es el de la "venida". La palabra "Adviento" (del latín adventus), como sabemos, significa "venida". 

Adviento es sobre todo un período de cuatro semanas en la preparación para la celebración de la Navidad, cuando recordamos y celebramos el nacimiento de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Sin embargo, no hay ninguna mención explícita alguna en las lecturas de hoy de cualquier cosa que parezca que ver con la Navidad o prepararse para su fiesta. Las lecturas de hoy están más preocupados con la finalidad última de que Jesús, el Hijo de Dios, "se convirtió en un ser humano, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). 

Cada año, el primer domingo de Adviento establece una continuidad con los domingos anteriores y finales del año litúrgico anterior. Vimos al final del ciclo A lecturas que nos hablaban acerca de la última venida de Jesús al final de los tiempos y de la necesidad de cada uno de nosotros de estar preparados para el encuentro cara a cara con Jesús, nuestro Señor y Rey y así "dar cuenta de nuestra mayordomía ". 

Más de una "venida" 
Este tema, en el contexto del Adviento, se prolonga en la actualidad. Está claro que en este momento la palabra "Adviento / venida está siendo entendida en más de un nivel. En primer lugar, por supuesto, nos estamos preparando durante lo que es básicamente un período penitencial (los colores de conversión son de color violeta, como en Cuaresma) para celebrar de una manera apropiada de la venida de Jesús y la manifestación de Dios en medio de nosotros como ser humano . 

Pero en segundo lugar, también recordamos la razón por la que Jesús nació entre nosotros, en primer lugar, es decir, para ser nuestra salvación. Él viene ahora y espera encontrarnos preparados y listos para reencontrarnos con él cuando venga al final de los tiempos, "para juzgar a los vivos ya los muertos". Entonces esperamos oír sus palabras de bienvenida, "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo" (Mateo 25:34). Es esta venida que figura en el pasaje del Evangelio de hoy. 

Hay, sin embargo, podemos decir, una tercera venida que es también de importancia crucial. Esta es cuando Dios entra en nuestra vida diaria y nos llama a seguirlo y estar con él. Dios no sólo entró Jesús en Belén; no sólo vendrá al final de los tiempos para todos nosotros reunir a sí mismo; él viene a nuestras vidas en cada momento, a través de cada persona y cada experiencia. Porque Dios en Jesús es nuestro Emmanuel, Dios-con-nosotros. "Yo estoy con vosotros" (Mateo 28:20).

Primero viene
Cada uno de estas tres venidas interactúa con los otras. La venida de Jesús en Belén es la base de nuestra vida presente y futura con él. Si él no hubiera llegado, ¿dónde estaríamos ahora? ¿Qué sería de Europa, por no hablar de otras partes del mundo, si nunca hubiera existido el cristianismo? Sólo Dios sabe. La llamada venida final es que para que toda nuestra vida sea una preparación. Hemos sido llamados a ser por una sola razón, para convertirnos en uno con nuestro Creador - Dios. El único fracaso en la vida es no es estar en condiciones de responder a esa llamada final. Todo lo demás, absolutamente todo lo demás, es relativo. Para hacer realidad esta es la gracia más grande que podíamos pedir o recibir. 

La venida diaria de Jesús en nuestras vidas es el proceso por el cual profundizamos nuestra comprensión de quién era y es Jesús, y nos volvemos cada vez más identificados con su visión de Dios y de su sentido de la vida. Con esta identificación no sólo estaremos listos sino estaremos muy ilusionados por conocer y ser uno con nuestro Dios. "Como anhela la cierva de un chorro de agua fría, así que me largo para ti, mi Dios" (Salmo 42); "Me alegré cuando me dijeron: 'Vamos a la casa del Señor!'" (Salmo 122). 

Al tener todo esto en cuenta, podemos hacer que nuestra celebración de la Navidad sea más significativa. Navidad, en muchos aspectos, se ha vuelto tan significa menos o ha desarrollado un significado muy alejado de la historia del Evangelio. Se compone de un montón de luces, Santa Claus, renos, tarjetas de Navidad, y ganadora interminable y comedor. La Navidad no es una mera conmemoración de un evento pasado. Navidad sólo cobra sentido cuando nos damos cuenta de lo que está diciendo en términos de nuestra vida presente y futura. 

El evangelio de hoy, entonces, está hablando sobre el nivel de los futuros y actuales venidas de Jesús. La palabra clave es "preparación". "Tengan cuidado, mantenerse despierto, porque nunca se sabe cuándo será el tiempo." 

Para estar preparados
Jesús da una parábola acerca de un hombre que viaja al extranjero. Él hace dos cosas: él da varias responsabilidades a sus siervos a realizar mientras él está ausente; y advierte al portero que estar atentos. Esto, en cierto modo, cubre las dos parábolas de Mateo leemos hacia el final de las lecturas del ciclo anterior: la parábola de los "talentos", cuando se les dijo a los sirvientes que hacer un uso productivo de lo que habían sido dadas por su amo, y la parábola de las vírgenes prudentes y necias sobre la preparación para la venida del Esposo. 

"Velad, pues, porque no sabéis cuándo viene el dueño de la casa está llegando, noche, medianoche, el canto del gallo, el amanecer. Si él llega inesperadamente, él no encuentre dormidos ... hay que mantenerse despierto! "Y, como hemos señalado antes, en términos prácticos, no estamos realmente hablando del fin de los tiempos, sino del final de nuestro propio tiempo. No es probable, sin previo aviso, de que nuestro planeta o de nuestro sistema solar, o el universo en general se apagaron. Es muy probable, sin embargo, que muchos de nosotros seremos llamados a conocer a nuestro Señor en cualquier momento sin el menor aviso. Lo vemos sucediendo todos los días. 

Pero eso no debería haber ningún problema para los que viven permanentemente en un estado de conciencia de la cercanía de Dios en sus vidas. No es muy difícil para nosotros desarrollar el hábito de vivir nuestros  dias con un sentido de su cercanía con nosotros, a pesar de que es un hábito que puede venir solamente con la práctica. Se puede hacer una gran diferencia en la calidad de nuestra vida, al margen por completo de estar listo para el final, para pasar cada día buscando y encontrando a Dios en las personas que nos rodean, cariñosa y servirlo en ellos y ser amado y servido por él en ellos. 

En lugar de tratar de luchar contra la realidad, tratando de manipular la vida y a la gente para que encajen con nuestros sueños y ambiciones preconcebidas, tenemos que escuchar las palabras de Isaías hoy, "Señor, tu eres nuestro Padre; nosotros la arcilla y tu el alfarero, todos somos la obra de tus manos. "Pablo tuvo que aprender esa lección. Había decidido que su misión en la vida era destruir a estos nuevos cristianos. Fue en una de estas búsquedas y en la destrucción de misiones que algo llamó su atención, cae al suelo y oyó a Jesús que le decía: "Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues? Usted se hace daño a si mismo por devolver el golpe, como un buey que da coces contra el palo de su propietario ". Así que muchos de nosotros damos coces contra el aguijón del Maestro y preguntamos por qué nuestras vidas no tienen la felicidad y la paz que anhelamos. Fue el mismo Pablo, que, más tarde, dirá: "En las debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades por causa de Cristo me gozo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte "(2 Corintios 12:10).

Encontrar a Jesús a nuestro alrededor
La preparación no es sólo para el final, sino también para las experiencias de la vida cotidiana. Jesús está allí. No se debe luchar contra él. Hay que dejarse moldear a su imagen, a la imagen de Dios, para convertirse en una persona de integridad, de verdad, de amor y de la compasión, de la libertad y la paz.

Por último, no estamos solos por nuestra cuenta en todo esto. Con Pablo, en la segunda lectura, nunca dejamos de dar gracias a Dios por todas las gracias que hemos recibido a través de Jesucristo. "Doy gracias", dice Pablo, " por haber sido enriquecido en muchos aspectos, sobre todo con sus maestros y predicadores." Hay muchos recursos disponibles para que crezcamos en una vida cristiana profundamente enriquecida y enriquecedora en términos de guías , directores, libros, videos, cintas, retiros, seminarios, talleres, grupos de intercambio y comunidades. No tenemos que estar sin ninguno de los dones del Espíritu Santo ", mientras que [nos] a la espera de nuestro Señor Jesucristo para manifestarse". Y "[nos] guardará de forma estable y sin mancha hasta el último día, el día de nuestro Señor Jesucristo".  Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús!

La edición y el subrayado son nuestros

Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte


Gracias

23 de noviembre de 2014

"Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."

Jesuscristo Rey Del Universo
Del Santo Evangelio según San  Mateo 25,31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."

Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna." (Aciprensa.com)

Comentario:
Este pasaje es parte de un discurso que Jesús da a los discípulos privadamente sobre el final de los tiempos. Por ello usa símbolos del Antiguo Testamento. 

Jesús se presenta como el ¨Hijo del Hombre¨,  lo que resalta su humanidad, nos recuerda al profeta Daniel quien destaca que es el Mesías quien inaugura el Reino de Dios eterno y universal.  

Jesús es el Rey. Es el Hijo de Dios quien reina junto al Padre. Los elegidos son los "benditos de mi Padre" y el reino al cual son invitados a entrar, es la vida eterna, un reino preparado para ellos por Dios. El rey, especialmente en la antigüedad, ha sido siempre considerado como el juez supremo. El juicio que hace Jesús es un juicio universal y particular, un juicio para todos y a cada uno según sus obras. 

Jesús es el Pastor. En el Antiguo Testamento se  habla de Dios, rey de Israel, como pastor. Las ovejas representan a los elegidos porque son de mayor valor económico que las cabras y también por su color blanco que en la Biblia significa la salvación.

Los pequeños y humildes, son los necesitados, especialmente los pobres y los marginados. Jesús juzgará en base a la misericordia demostrada con ellos, hay que acogerlos como  al mismo Jesús en persona.

Comentario Completo:

● El contexto:
Nuestro texto forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pronunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24, 3). El discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin del mundo. Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la inserción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sorprendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31). El discurso escatológico encuentra su culmen literario y teológico en nuestro texto que, reanudándolo en 24, 30-31, vuelve a hablar de la venida del Hijo del hombre acompañado de los ángeles. La reunión de los elegidos toma aquí la forma de un juicio final.

● El Hijo del hombre:
Hijo del hombre es una expresión semítica que significa simplemente un ser humano ( ver por ejemplo el paralelismo entre "hombre" e "hijo del hombre" en Sal 8,5). Así la usa frecuentemente el libro de Ezequiel donde Dios se dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16+) para resaltar la distancia entre Dios que es transcendente y el profeta que es un simple hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado particular. El profeta ve " aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en sentido personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura el Reino de Dios, eterno y universal. 

La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Daniel 7, 13-14 es difundidísima en los evangelios. Se encuentra también en los Hechos 7, 56 y en el Apocalipsis 1, 13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su pasión (17, 12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico ( 17, 19; 26,64) y de su venida gloriosa (24, 30; y 25, 31, inicio de nuestro texto).

● Jesús rey, juez y pastor:
Mateo da también a Jesús el título de rey (1,23; 13, 41; 16, 28; 20, 2). La realeza de Dios es un tema muy querido en la Biblia. Porque es el Hijo de Dios, Jesús reina junto al Padre. En nuestro texto el rey es Jesús, pero Él ejercita su realeza en estrecha relación con el Padre. Los elegidos son los "benditos de mi Padre" y el reino al cual son invitados a entrar, es un reino preparado para ellos por Dios, como indica la forma pasiva del verbo. Esta forma verbal, dicha pasiva divina, se encuentra a menudo en la Biblia y tiene siempre a Dios como sujeto implícito. En este texto el reino viene a indicar la vida eterna. 

Como en Daniel, 7 (ver en particular los versículos 22, 26 y 27), también en nuestro texto la realeza del Hijo del hombre está ligada al juicio. El rey, especialmente en la antigüedad, ha sido siempre considerado como el juez supremo. El juicio que hace Jesús es un juicio universal, un juicio que compromete a todas las gentes (ver v. 32). Sin embargo, no es un juicio colectivo. No son los pueblos los que serán juzgados, sino las personas particulares.

Igualmente unida a la realeza está el simbolismo pastoral. En la antigüedad el rey se presentaba a menudo como pastor de su pueblo. También el Antiguo Testamento habla de Dios, rey de Israel, como pastor (ver por ejemplo Sal 23; Is 40, 11; Ez 34) y el Nuevo Testamento aplica el título también a Jesús (Mt 9, 36; 26, 31; Jn 10). Los pastores de Tierra Santa en los tiempos de Jesús llevaban a pastar rebaños mixtos, compuestos de ovejas y cabras. Al atardecer los separaban porque las ovejas duermen al sereno, mientras las cabras prefieren ponerse bajo cobijo. En nuestro texto las ovejas representan a los elegidos porque son de mayor valor económico que las cabras y también por su color blanco que a veces en la Biblia significa la salvación.

● "Mis hermanos más pequeños":
Tradicionalmente se interpretaba este pasaje evangélico como la identificación de Jesús con los pobres y los marginados. Jesús juzgaría a todos y particularmente a aquéllos que no han tenido la oportunidad de conocer su evangelio, en base a la misericordia que han demostrado por los pobres. Todos tienen la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo, si no personalmente, al menos, en la persona del indigente con el que se identifica. 

La exégesis contemporánea tiende a leer el texto en sentido más eclesiológico. Poniéndolo en estrecha relación con Mateo 10, 40-42, los exegetas insisten que aquí no se trataría de filantropía, sino de la respuesta al evangelio del reino que es llevado por los hermanos de Jesús, no sólo los jefes de la Iglesia sino de todo hermano, aun el más significante.

Las naciones, es decir los paganos, son por tanto invitados a acoger a los discípulos de Jesús que predican el evangelio y sufren por él, como si estuviesen acogiendo al mismo Jesús en persona. Los cristianos, por su parte, están invitados a la hospitalidad generosa con sus hermanos que se hacen predicadores itinerantes por causa del evangelio, sufriendo persecuciones (ver 2Jn 5-8). Así demostrarían la autenticidad de su propio empeño de discipulado. 

En el contexto del evangelio de Mateo esta segunda interpretación es probablemente la más precisa. Sin embargo en el contexto de la Biblia entera (ver por ejemplo Is 58, 7; Sant 2, 1-9; Jn 3, 16-19) no se puede descartar completamente la primera.


La edición y el subrayado son nuestros


Que la misericordia y la confianza en el Señor no te falte


Gracias 


16 de noviembre de 2014

"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

Domingo 33 del Tiempo Ordinario
Del Santo Evangelio según San Mateo 25,14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó. [El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.]

Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.""]
(Aciprensa.com)

Comentario:
Un talento corresponde a 34 kilos de oro, y a todos los servidores se les da el mismo valor en definitiva, lo diferente es “según su capacidad”. 

Cuando regresa el propietario para ajustar cuentas. Los dos primeros servidores responden con la misma fidelidad y el dueño corresponde con el mismo encargo y el mismo premio: “¡Bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho; entra en el gozo de tu señor”.

No obstante, el tercer empleado quien cree que su patrón es severo, exigente y hasta injusto se deja llevar por el miedo, se paraliza y no responde al encargo. Algunos judíos como los fariseos, imaginaban a Dios como un juez severo que ¨sólo¨ le agradaba el estricto cumplimiento de sus mandamientos. Esto impedía que las personas se abriesen al amor que Jesús comunicaba de su Padre. 

Una persona que busca sólo cumplir con Dios, que desea sólo quedar bien con él no le interesará saber quien es. No tiene confianza en su Señor, sino más bien confía sólo en si mismo y en lo que hace ¨supuestamente¨ por él. Es una persona encerrada en sí misma, lejana de Dios y que no se preocupa de los demás. Se hace incapaz de crecer como una persona libre.  Se aísla como ser humano con los otros seres humanos, mata la comunidad, impide vivir el gozo y empobrece la vida.

Comentario Completo: 

a) Contexto en el que aparece nuestro texto en el Evangelio de Mateo:
La “Parábola de los Talentos” (Mt 25,14-30) forma parte del 5º Sermón de la Nueva Ley (Mt 24,1 a 25,46) y se coloca entre la parábola de las Diez Vírgenes (Mt 25, 1-13) y la parábola del Juicio Final (Mt 25,31-46). Estas tres parábolas aclaran el concepto relativo al tiempo de adviento del Reino. La parábola de las Diez Vírgenes insiste sobre la vigilancia: el Reino de Dios puede llegar de un momento a otro. La parábola de los talentos orienta sobre el crecimiento del reino: el Reino crece cuando usamos los bienes recibidos para servir. La parábola del Juicio Final enseña cómo tomar posesión del Reino: el Reino es acogido cuando se acoge a los pequeños. Una de las cosas que más influyen en nuestra vida es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos imaginaban a Dios como un Juez severo que trataba a las personas según el mérito conquistado siguiendo las observancias. Esto causaba miedo e impedía a las personas crecer. Impedía que se abriese un espacio dentro de ellos para acoger la nueva esperanza de Dios que Jesús comunicaba. Para ayudar a estas personas Mateo relata la parábola de los talentos.

b) Comentario del texto:

Mateo 25, 14-15: Una puerta para entrar en la historia de la parábola
La parábola cuenta la historia de un hombre, que antes de salir de viaje, distribuye sus bienes a los empleados, dando cinco, dos y un talentos, según la capacidad de cada uno de ellos. Un talento corresponde a 34 kilos de oro, ¡ lo que no es poco!. En definitiva todos reciben la misma cosa, porque cada uno de ellos recibe “según su capacidad”. Quien tiene la taza grande la llena, quien tiene la taza pequeña también él la llena. He aquí que el amo marcha al extranjero y permanece allí mucho tiempo. El relato nos deja un poco suspenso. No sabemos porqué el amo distribuye sus bienes a sus empleados, no sabemos cuál será el fin del relato. Quizás el objetivo es que todos los que escuchan la parábola empiecen a confrontar su vida con la historia descrita en la parábola.

Mateo 25,16-18: El modo de obrar de cada empleado
Los dos primeros empleados trabajan y duplican los talentos. Pero el que ha recibido un talento lo entierra, para conservarlo bien y no perderlo. Se trata de los bienes del Reino que se dan a las personas y a las comunidades según su capacidad. Todos y todas reciben algún bien del Reino, ¡pero no todos responden del mismo modo!

Mateo 25, 19-23: Rendición de cuentas del primero y segundo empleado
Después de mucho tiempo, el propietario regresa para ajustar las cuentas con los empleados. Los dos primeros dicen la misma cosa: “El dueño me ha dado cinco/dos talentos. ¡He aquí otros cinco/dos que he ganado! Y el dueño responde de la misma manera a los dos: “¡Bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho; entra en el gozo de tu señor”.

Mateo 25,24-25: Rendición de cuentas del tercer empleado
El tercer empleado llega y dice: “¡Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde donde no esparciste. Por eso me dio miedo y fui y escondí en tierra tu talento; ¡he aquí lo tuyo!” En esta frase aparece una idea equivocada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve en Dios un amo severo. Ante un Dios así, el ser humano tiene miedo y se esconde detrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que obrando de esta manera evitará el juicio y que la severidad del legislador no lo castigará. Así pensaban algunos fariseos. En realidad, una persona así no tiene confianza en Dios, sino más bien tiene confianza en sí misma y en su observancia de la ley. Es una persona encerrada en sí misma, lejana de Dios que no consigue preocuparse por los demás. Se hace incapaz de crecer como una persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata la comunidad, no hace vivir el gozo y empobrece la vida.

Mateo 25, 26-27: Respuesta del amo al tercer empleado
La respuesta del amo es irónica: “¡Siervo malvado y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías haber entregado mi dinero a los banqueros y así, al volver, yo habría cobrado lo mío con intereses!” El tercer empleado no ha sido coherente con la imagen severa que tenía de Dios. Si hubiese imaginado un Dios tan severo, habría debido por lo menos depositar el dinero en la banca. Por esto ha sido condenado no por Dios, sino por la idea equivocada que tenía de Dios y que lo deja más miedoso e inmaduro de lo que era. No era posible para él ser coherente con la imagen que tenía de Dios, porque el miedo paraliza la vida.

Mateo 25, 28-30: La palabra final del amo que aclara la parábola
El amo manda quitarle el talento y darlo al que ya tiene: “Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Aquí está la clave que lo aclara todo. En realidad los talentos “el dinero del amo” los bienes del Reino, son el amor, el servicio, el compartir, el don gratuito. Talento es todo lo que hace crecer la comunidad y que revela la presencia de Dios. Cuando alguien se encierra en sí mismo por miedo de perder lo poco que tiene, se pierde hasta lo poco que se tiene, porque el amor muere, se debilita la justicia, desaparece el compartir. De lo contrario la persona que no piensa en sí y se da a los demás, crece y recibe sorprendentemente todo lo que ha dado y mucho más. “Porque quien quiera salvar la propia vida la perderá, pero quien pierda la propia vida por mi causa, la encontrará” (Mt 10,39).


 La edición y el subrayado son nuestros


Que la misericordia y la confianza en el Señor no te falte


Gracias 


9 de noviembre de 2014

«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»

Domingo 32 del Tiempo Ordinario
Del Santo Evangelio según San Juan 2, 13-22 

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: -«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:-«¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: -«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: -«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Comentario: 
Este año, en lugar del XXXII domingo del tiempo ordinario, se celebra la fiesta de la dedicación de la iglesia-madre de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán, dedicada en un primer momento al Salvador y después a San Juan Bautista.

 ¿Qué representa para la liturgia y para la espiritualidad cristiana la dedicación de una iglesia y la existencia misma de la iglesia, entendida como lugar de culto? Tenemos que comenzar con las palabras del Evangelio: "Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren".

Jesús enseña que el templo de Dios es, en primer lugar, el corazón del hombre que ha acogido su palabra. Hablando de sí y del Padre dice: "vendremos a él, y haremos morada en él" (Juan 14, 23) y Pablo escribe a los cristianos: "¿No sabéis que sois santuario de Dios?" (1 Corintios 3, 16). Por tanto, el creyente es templo nuevo de Dios. Pero el lugar de la presencia de Dios y de Cristo también se encuentra "donde están dos o tres reunidos en mi nombre" (Mateo 18, 20). El Concilio Vaticano II llama a la familia "iglesia doméstica" (Lumen Gentium, 11), es decir, un pequeño templo de Dios, precisamente porque gracias al sacramento del matrimonio es, por excelencia, el lugar en el que "dos o tres" están reunidos en su nombre.

¿Por qué, entonces, los cristianos damos tanta importancia a la iglesia, si cada uno de nosotros puede adorar al Padre en espíritu y verdad en su propio corazón o en su propia casa? ¿Por qué es obligatorio ir a la iglesia todos los domingos? La respuesta es que Jesucristo no nos salva por separado; vino a formar un pueblo, una comunidad de personas, en comunión con Él y entre sí.

Lo que es la casa para una familia, lo es la iglesia para la familia de Dios. No hay familia sin una casa. Una de las películas del neorrealismo italiano que todavía recuerdo es "El techo" ("Il tetto"), escrita por Cesare Zavattini y dirigida por Vittorio De Sica. Dos jóvenes, pobres y enamorados, se casan, pero no tienen una casa. En las afueras de Roma tras la segunda guerra mundial, inventan un sistema para construir una, luchando contra el tiempo y la ley (si la construcción no llega hasta el techo, en la noche será demolida). Cuando al final terminan el techo están seguros de que tienen una casa y una intimidad propia, se abrazan felices; son una familia.

He visto repetirse esta historia en muchos barrios de ciudad, en pueblos y aldeas, que no tenían una iglesia propia y que han tenido que construirse una por su cuenta. La solidaridad, el entusiasmo, la alegría de trabajar juntos con el sacerdote para dar a la comunidad un lugar de culto y de encuentro son historias que valdría la pena llevar a la pantalla como en la película de De Sica...

Ahora bien, tenemos que evocar también un fenómeno doloroso: el abandono en masa de la participación en la iglesia y, por tanto, en la misa dominical. Las estadísticas sobre la práctica religiosa son como para echarse a llorar. Esto no quiere decir que quien no va a la iglesia haya perdido necesariamente la fe; no, lo que sucede es que se sustituye a la religión instituida por Cristo por la llamada religión "a la carta". En Estados Unidos dicen "pick and choose", toma y escoge. Como en el supermercado. Dejando la metáfora, cada quien se hace su propia idea de Dios, de la oración y se queda tan tranquilo.

Se olvida, de este modo, que Dios se ha revelado en Cristo, que Cristo predicó un Evangelio, que fundó una ekklesia, es decir, una asamblea de llamados, que instituyó los sacramentos, como signos y transmisores de su presencia y de su salvación. Ignorar todo esto para crear la propia imagen de Dios expone al subjetivismo más radical. Uno deja de confrontarse con los demás, sólo lo hace consigo mismo. En este caso, se verifica lo que decía el filósofo Feuerbach: Dios queda reducido a la proyección de las propias necesidades y deseos. Ya no es Dios quien crea al hombre a su imagen, sino que el hombre crea un dios a su imagen. ¡Pero es un Dios que no salva!

Ciertamente una religiosidad conformada sólo por prácticas exteriores no sirve de nada; Jesús se opone a ella en todo el Evangelio. Pero no hay oposición entre la religión de los signos y de los sacramentos y la íntima, personas; entre el rito y el espíritu. Los grandes genios religiosos (pensemos en Agustín, Pascal, Kierkegaard, Manzoni) eran hombres de una interioridad profunda y sumamente personal y, al mismo tiempo, estaban integrados en una comunidad, iban a su iglesia, eran "practicantes".


En las Confesiones (VIII,2), san Agustín narra cómo tiene lugar al conversión al paganismo del gran orador y filósofo romano Victorino. Al convencerse de la verdad del cristianismo, decía al sacerdote Simpliciano: "Ahora soy cristiano". Simpliciano le respondía: "No te creo hasta que te vea en la iglesia de Cristo". El otro le preguntó: "Entonces, ¿son las paredes las que nos hacen cristianos?". Y el tema quedó en el aire. Pero un día Victorino leyó en el Evangelio la palabra de Cristo: "quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre". Comprendió que el respeto humano, el miedo de lo que pudieran decir sus colegas, le impedía ir a la iglesia. Fue a ver a Simpliciano y le dijo: "Vamos a la iglesia, quiero hacerme cristiano". Creo que esta historia tiene algo que decir hoy a más de una persona.

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

La edición y el subrayado son nuestros

5 de noviembre de 2014

Francisco: ¨ En la presencia y en el ministerio de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos podemos reconocer el verdadero rostro de la Iglesia: es la Santa Madre Iglesia Jerárquica¨


Fuentes; (13 TV / Radio Vaticano/ Camino Católico) 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos escuchado las cosas que el Apóstol Pablo le dice al obispo Tito ¡Cuántas virtudes debemos tener los obispos! Lo hemos escuchado todos ¿no? Y no es fácil, no es fácil porque somos pecadores. Pero nos confiamos a vuestras oraciones para poder acercarnos al menos, a las cosas que el Apóstol Pablo aconseja a los obispos ¿de acuerdo? ¿Rezaréis por nosotros? ¡Bien! Ya hemos destacado, en las catequesis anteriores, como el Espíritu Santo colma siempre a la Iglesia de sus dones, con abundancia. Ahora en la potencia y en la gracia de su Espíritu, Cristo no deja de suscitar ministerios, para edificar las comunidades cristianas como su cuerpo. Entre estos ministerios, distinguimos el episcopal. En el obispo, ayudado por los presbíteros y los diáconos, está el mismo Cristo que se hace presente y que continua cuidando de su Iglesia, asegurándoles su protección y su guía.

1. En la presencia y en el ministerio de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos podemos reconocer el verdadero rostro de la Iglesia: es la Santa Madre Iglesia Jerárquica. Y verdaderamente, a través de estos hermanos elegidos por el Señor y consagrados con el sacramento del Orden, la Iglesia ejercita su maternidad: nos genera en el Bautismo como cristianos, haciéndonos renacer en Cristo; vela por nuestro crecimiento en la fe; nos acompaña hacia los brazos del Padre, para recibir su perdón; prepara para nosotros la mesa eucarística, donde nos nutre con la Palabra de Dios y el Cuerpo y la Sangre de Jesús; invoca sobre nosotros la bendición de Dios y la fuerza de su Espíritu, sosteniéndonos durante el transcurso de nuestra vida y envolviéndonos con su ternura y su calor, sobre todo en los momentos más delicados de la prueba, del sufrimiento y de la muerte.

2. Esta maternidad de la Iglesia se expresa en especial en la persona del Obispo y en su ministerio.De hecho, como Jesús eligió a los Apóstoles y los ha enviado a anunciar el Evangelio y a pacer a su grey, así los obispos, sus sucesores, se colocan a la cabeza de las comunidades cristianas, como garantes de la fe y como signo vivo de la presencia del Señor en medio de ellos.

Comprendemos, por tanto, que no se trata de una posición de prestigio, de una carga honorífica. Ser obispo no es un título honorífico es un servicio. Jesús lo quiso así. No debe ejercerse ningún cargo en la Iglesia con mentalidad mundana. La mentalidad mundana habla así: ‘Este hombre ha hecho carrera eclesiástica y ha llegado a obispo’. En la Iglesia no debe haber lugar para esta mundanidad. El episcopado es un servicio, no un honor del que vanagloriarse. Ser obispos quiere decir tener siempre ante los ojos el ejemplo de Jesús, que, como el Buen Pastor, vino no para ser servido, sino para servir (cfr Mt20,28; Mc 10,45) y para dar su vida por sus ovejas (cfr Jn 10,11). Los santos obispos, y hay muchos en la historia de la Iglesia, tantos obispos santos,  nos muestran que este ministerio no se busca, no se pide, no se compra, sino que se acoge en obediencia, no para elevarse, sino para abajarse, como Jesús “que se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz” (Fil 2,8). Es triste cuando se ve a un hombre que busca este oficio y que hace de todo para llegar allí, y cuando lo consigue se pavonea, no sirve, vive solo para su vanidad.

3. Hay otro elemento precioso, que merece ser puesto en evidencia. Cuando Jesús eligió y llamó a los Apóstoles, los ha pensado no separados el uno del otro, cada uno por cuenta propia, sino juntos,para que estuviesen unidos con Él, unidos como una sola familia. También los Obispos constituyen un único colegio, reunido en torno al Papa, que es custodio y garante de esta profunda comunión, que estaba en el corazón de Jesús y de sus mismos Apóstoles. ¡Qué bello es, entonces, cuando los obispos, con el Papa expresan esta colegialidad! Y buscan ser los que más sirven a los fieles, a la Iglesia. Lo hemos experimentado recientemente en la Asamblea del Sínodo sobre la familia. Pensemos en todos los obispos esparcidos por el mundo que, incluso viviendo en localidades, culturas, sensibilidad y tradiciones diferentes y lejanos entre ellos, se sienten parte el uno del otro.

El otro día un obispo me contaba que tenía que hacer 30 horas de avión para poder llegar a Roma, y se convierten en expresión del vínculo íntimo, en Cristo, entre sus comunidades. Y en la común oración eclesial todos los obispos se unen en la escucha del Señor y del Espíritu, poniendo así la atención en profundidad en el hombre y en los signos de los tiempos (cfr Conc. Ecum. Vat. II, Cost. Gaudium et spes, 4).

Queridos amigos, todo esto nos hace comprender porque las comunidades cristianas reconocen en el obispo un don grande, y son llamadas a alimentar una sincera y profunda comunión con él, a partir de los sacerdotes y de los diáconos. No existe una Iglesia sana si los fieles, los diáconos y los sacerdotes no están unidas a su obispo. Esta es un Iglesia enferma. Jesús ha querido esta unión de todos los fieles con el obispo, también de los diáconos y los sacerdotes. Y esto lo hacen en la conciencia de que es propiamente en el Obispo donde se hace visible el vínculo de cada Iglesia con los Apóstoles y con el resto de comunidades, unidas con sus Obispos y el Papa en la única Iglesia del Señor Jesús, que es nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica. Muchas gracias.

(El Papa ha dicho en español:) 

Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy nos detenemos a considerar la dimensión jerárquica de la Iglesia. Mediante los ministerios, Cristo edifica la Iglesia como su cuerpo.

De entre ellos destaca el ministerio episcopal, a través del cual el Señor se hace presente en su Iglesia, la guía y la cuida. En la persona y el ministerio del Obispo se expresa la maternidad de la Iglesia, que nos engendra, alimenta y conforta con los sacramentos. Como sucesores de los Apóstoles, también los obispos son enviados a anunciar el Evangelio y apacentar el rebaño de Cristo. No se trata, por tanto, de un cargo honorífico, sino de un servicio que se ha de realizar siguiendo el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor.

Por otra parte, al igual que Jesús llamó y pensó en los Apóstoles no por separado sino unidos en torno a él, como una familia, también los obispos constituyen un único colegio, reunido en torno al Papa, que es el custodio y garante de la comunión entre ellos. Así, todos los obispos repartidos por el mundo se sienten unidos a los demás, y son expresión visible del vínculo íntimo que une sus respectivas comunidades en la única Iglesia de Cristo.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Panamá, Puerto Rico, Venezuela, Chile y otros países latinoamericanos. Invito a todos a agradecer al Señor el servicio de los obispos en la Iglesia, acompañándolos con el afecto y la oración. Muchas gracias y que Dios los bendiga.

Francisco

2 de noviembre de 2014

Francisco: ¨La memoria de los difuntos, el cuidado de las tumbas y los votos son testimonios de confiada esperanza, enraizada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre el destino del ser humano, ya que el hombre está destinado a una vida sin límites, que tiene sus raíces y su realización en Dios¨

Fuente: (13Tv / Radio Vaticano / Caminocatólico.org)



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!:

Ayer celebramos la solemnidad de Todos los Santos, y hoy la liturgia nos invita a conmemorar a los fieles difuntos. Estos dos sucesos están íntimamente relacionados unos con otros, así como la alegría y las lágrimas encuentran en Jesucristo, una síntesis que es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. Por un lado, en efecto, la Iglesia, peregrina en la historia, se regocija por la intercesión de los santos y beatos que sostiene la misión de anunciar el Evangelio; por otro lado, ella, como Jesús, comparte las lágrimas de los que sufren la separación de sus seres queridos, y como ÉL y a través de Él se hace eco del agradecimiento al Padre que nos ha librado del dominio del pecado y de la muerte.

Entre ayer y hoy muchos hacen visita al cementerio, que, la misma palabra, es el "lugar de descanso", en espera del despertar final. Jesús mismo reveló que la muerte del cuerpo es como un sueño del cual Él nos despierta. Con esta fe nos sostenemos - incluso espiritualmente - ante las tumbas de nuestros seres queridos, los que nos han amado y han hecho algún bien. Pero hoy estamos llamados a recordar a todos, incluso los que nadie se acuerda. Recordamos a las víctimas de la guerra y la violencia; muchos "pequeños del mundo" aplastados por el hambre y la pobreza. Recordamos a nuestros hermanos y hermanas muertos porque son cristianos; y aquellos que sacrificaron sus vidas por servir a los demás. Encomendamos al Señor, sobre todo aquellos que nos han dejado en este último año.

La tradición de la Iglesia siempre ha exhortado a orar por los difuntos, en particular, al ofrecer a la Celebración Eucarística: esa es la mejor ayuda espiritual que podemos dar a sus almas, especialmente a los más abandonados. El fundamento de la oración de sufragio se encuentra en la comunión del Cuerpo Místico. Cómo reitera el Concilio Vaticano II, "la Iglesia peregrina en la tierra, muy consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros días de la religión cristiana, ha honrado con gran respeto la memoria de los muertos" (Lumen gentium, 50 ).

La memoria de los difuntos, el cuidado de las tumbas y los votos son testimonios de confiada esperanza, enraizada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre el destino del ser humano, ya que el hombre está destinado a una vida sin límites, que tiene sus raíces y su realización en Dios. Con esta fe en el destino supremo del hombre, nos dirigimos a la Virgen María, que sufrió bajo la Cruz del drama de la muerte de Cristo y ha participado después en la alegría de su resurrección. Nos ayude Ella, Puerta del Cielo, para comprender cada vez más el valor de las oraciones por los difuntos. Sostenga nuestra peregrinación diaria en la tierra y nos ayude a no perder de vista el objetivo final de la vida que es el Paraíso.

 (Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:
Saludo a las familias, grupos religiosos, asociaciones y todos los peregrinos que han venido de Roma, desde Italia y desde muchas partes del mundo. En particular, saludo a los fieles de la Diócesis de Sevilla (España), Case Finali en Cesena y voluntarios de Oppeano y Granzette que hacen terapia de payaso en los hospitales.

Les deseo un buen domingo en la memoria cristiana de nuestros queridos difuntos. No se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós.

Francisco

1 de noviembre de 2014

Francisco: ¨Nuestra actitud la hemos escuchado en el Evangelio, es la actitud de las bienaventuranzas. Solamente ese camino nos llevará al encuentro con Dios. Solamente ese camino nos salvara de la destrucción de la devastación de la tierra, de lo creado, de la moral, de la historia, de la familia, de todo.¨

Fuente: Radio Vaticano / CaminoCatólico.org

Cuando en la primera lectura he escuchado esta voz del ángel que gritó a gran voz, a los cuatro ángeles a los cuales les había sido concedido de devastar la tierra y el mar, de destruir todo. No devasten la tierra, el mar ni las plantas y a mi me vino a la mente una frase que no está aquí pero que está en el corazón de todos nosotros: Los hombres son capaces de hacerlo mejor, somos capaces de devastar la tierra, mejor que los ángeles y esto lo estamos haciendo, esto lo hacemos, devastar lo creado, devastar la vida, devastar las culturas, devastar los valores, devastar la esperanza. Y cuanta necesidad tenemos de la fuerza del Señor, para que nos selle con su amor con su fuerza para detener esta loca carrera de destrucción.

Destrucción de lo que Él nos ha dado, de las cosas más hermosas que hizo para nosotros, para que nosotros las lleváramos adelante, las hiciéramos crecer, dar sus frutos. Cuando estando en la sacristía miraba las fotos de hace tantos años atrás, he pensado, esto que ha sido tan grave y doloroso, esto es nada en comparación de lo que hoy sucede.



El hombre se apropia de todo, se cree Dios, se cree el rey. Y las guerras, las guerras que siguen no a sembrar grano de vida pero a destruir. Es la industria de la destrucción, es un sistema de vida en el que cuando las cosas no se logran arreglar se descartan, se descartan, se descartan a los niños, se descartan a los ancianos, se descartan a los jóvenes, sin trabajo. Ha hecho esta cultura del descarte, se descartan los pueblos.

Esta es la primera imagen que me vino cuando sentí esta Lectura.

La segunda imagen en la misma lectura, es esta multitud inmensa que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas.

Los pueblos, la gente, ahora comienza el frío. Estos pobres que tienen que huir para salvar la vida, de sus casas, de sus pueblos al desierto y viven en carpas y sienten frío, sin medicinas, hambrientos. Porque el dios hombre se ha apropiado de lo creado, de todo lo bonito que Dios hizo para nosotros

¿Pero quién paga la fiesta? Los pequeños, los pobres. Los que de personas terminaron en descarte. Y esto no es historia antigua, sucede hoy. ¡Pero padre esto es lejos! También aquí, sucede hoy.


Y diré aún más, parece que esta gente, que estos niños hambrientos, enfermos, parece que no cuenten, que sean de otra especie, no sean humanos. Esta multitud está delante de Dios y pide: Por favor, salvación; por favor, paz; por favor, pan; por favor trabajo; por favor hijos y abuelos; por favor jóvenes con la dignidad de poder trabajar.

Pero los perseguidos entre ellos, los perseguidos por la fe. 'Uno de los ancianos se dirigió a mí: ¿Quiénes son estos vestidos de blanco, quiénes son, de dónde vienen? Son aquellos que vienen de la gran tribulación y que lavaron sus vestiduras volviéndolos cándidos en la sangre del Cordero'.

Y hoy sin exagerar, hoy en el día de todos los santos querría que todos pensáramos en todos ellos, los santos desconocidos, pecadores como nosotros, peor que nosotros, pero destruidos.

A esta multitud de gente que viene de la gran tribulación, la mayor parte del mundo está en tribulación. El Señor santifica a este pueblo pecador como nosotros, lo santifica con la tribulación.

Y al final hay una tercera imagen, Dios. La primera la devastación, segunda las víctimas y tercero Dios.


Dios, nosotros desde ahora somos hijos de Dios, lo hemos escuchado en la segunda lectura, pero lo que seremos aún no ha sido revelado. Pero sabemos que cuando Él se habrá manifestado nosotros seremos similares a Él, porque lo veremos como Él es, o sea la esperanza. Y esta es la bendición del Señor que aún tenemos: la esperanza, la esperanza que tenga piedad de su pueblo, que tenga piedad de éstos que están en la gran tribulación, y también que tenga piedad de los destructores para que se conviertan.

Y así la santidad de la Iglesia va adelante, con esta gente, con esta gente, con nosotros, que veremos a Dios como Él es. Y cuál tiene que ser nuestra actitud si queremos entrar en este pueblo, nuestro, si queremos entrar en ese pueblo y caminar hacia el Padre, en este mundo de devastación, de guerras, de tribulación.

Nuestra actitud la hemos escuchado en el Evangelio, es la actitud de las bienaventuranzas. Solamente ese camino nos llevará al encuentro con Dios. Solamente ese camino nos salvara de la destrucción de la devastación de la tierra, de lo creado, de la moral, de la historia, de la familia, de todo.

Solamente ese camino. Nos hará pasar cosas feas, nos traerá problemas y pasar persecuciones. Pero solamente ese camino nos llevará hacia adelante. Y así este pueblo que tanto sufre hoy por el egoísmo de los devastadores, de nuestros hermanos devastadores, ese pueblo va adelante con las bienaventuranzas, con la esperanza de encontrar a Dios, de ver cara a cara al Señor. Con la esperanza de volvernos santos en ese momento del encuentro definitivo con Él

El Señor nos ayude, nos de la gracia de esta esperanza, y también la gracia del coraje de salir de todo lo que es destrucción, devastación, relativismo de vida, exclusión de los otros, exclusión de los valores, exclusión de todo lo que el Señor nos ha dado, exclusión de la paz. Nos libre de esto y nos dé la gracia de caminar con la esperanza de encontrarnos cara a cara con Él y esta esperanza, hermanos y hermanas, no desilusiona. 

Francisco