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31 de diciembre de 2014

"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."

Solemnidad de la Sagrada Familia
Del Santo Evangelio según San Lucas 1,26-38

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, [de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones." Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma." Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.] Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. (Aciprensa.com)

Comentario:
En este pasaje lo que más resalta es lo común de la escena, pues para María y José fieles judíos, ocurre al cumplir dos prescripciones o ¨mandamientos¨ de la ¨Ley de Moisés¨. Una, la purificación de la madre que cuarenta días después del parto no podía acercarse a los lugares sagrados. Otra, la presentación del primogénito, que recuerda a la salvación de Israel por Dios de los egipcios. Lo que rompe esa naturalidad,  las palabras de Simeón.  

Simeón y Ana, dos ancianos venerables que representan lo mejor del judaísmo y no por ser autoridades sino más bien por la vida que llevaban. Una vida de espera paciente, confiada, dócil, atenta y amorosa del Salvador. Dos figuras, que vivían ¨para¨ y ¨por¨ el Señor. Así como ellos, cada una de nuestras vidas deben estar guiadas por Dios. Gracias. 

Comentario Completo:

a) Según la ley de Moisés / del Señor: es una especie de estribillo, muchas veces repetido. Lucas mezcla dos prescripciones, sin mucha distinción. La purificación de la madre era prevista por el Levítico (12,2-8) y se cumplía cuarenta días después del parto. Hasta ese momento la mujer no podía acercarse a los lugares sagrados, y la ceremonia era acompañada de una ofrenda de animales pequeños, un cordero primal y un pichón o una tórtola. Sin embargo la consagración del primogénito estaba prescrita en el Éxodo 13, 11-16: y era considerada una especie de "rescate" – también con la ofrenda de pequeños animales – en recuerdo de la acción salvífica de Dios cuando libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto. En toda la escena los padres aparecen como en el acto de presentar / ofrecer el hijo como se hacía con las víctimas y los levitas; mientras en la figura de Simeón y Ana aparece más bien Dios que ofrece /presenta al hijo para la salvación del pueblo.

b) Las figuras de Simeón y Ana: son figuras cargadas de valor simbólico. Ellos tienen la tarea del reconocimiento, que proviene tanto de la iluminación y del movimiento del Espíritu, como también de una vida llevada en la espera más intensa y confiada. En particular a Simeón se le define como el "prosdekòmenos", a saber, uno que está todo concentrado en la espera, uno que va al encuentro para acoger. Por eso, él también aparece obediente a la ley, la del Espíritu, que lo empuja hacia el Niño, dentro del templo. También el cántico proclama manifiestamente esta su pro-existencia: ha vivido para llegar a este momento: ahora se marcha, para que otros vean también la luz y la salvación para Israel y para las gentes. A su vez Ana, con su avanzada edad (valor simbólico : 84 = 7x12: el doce es el número de las tribus; o también 84–7= 77, perfección redoblada), pero sobretodo con su modo de vivir (ayuno y oración) y con la proclamación de quien "esperaba", completa el cuadro. Ella es guiada por el espíritu de profecía, dócil y purificada en el corazón. Además, pertenece a la tribu más pequeña, la de Aser: signo de que los pequeños y los débiles están más dispuestos a reconocer a Jesús el Salvador. Estos dos ancianos – que son como una pareja original – son símbolos del mejor judaísmo, de la Jerusalén fiel y dócil, que espera y se alegra, y que deja desde ahora en adelante brillar la nueva luz.

c) Una espada que traspasa: en general se interpreta como anuncio de sufrimiento para María, un drama visualizado de la Dolorosa. Pero debemos más bien entender aquí a la Madre como el símbolo de Israel: Simeón intuye el drama de su pueblo, que será profundamente herido de la palabra viva y cortante del redentor (cfr Lc 12, 51-53). María representa el recorrido. Debe confiar pero atravesará dolores y obscuridad, luchas y silencios angustiosos. La historia del Mesías sufriente será dilacerante para todos, también para la Madre: no se sigue a la nueva luz destinada al mundo entero, sin pagar el precio, sin ser provocados a tomar decisiones de riesgo, sin renacer siempre de nuevo de lo alto y en novedad. Pero estas imágenes de "la espada que traspasa," del niño "que hará caer" y sacará a los corazones del sopor, no van separadas del gesto tan cargado de sentido de los dos ancianos: el uno, Simeón, toma entre los brazos el niño, para indicar que la fe es encuentro y abrazo, no idea o teorema: la otra, se hace anunciadora y enciende en "los que esperan" una fulgurante luz.

d) La vida cotidiana, epifanía de Dios: finalmente, es interesante notar que todo el episodio da relieve a las situaciones más simples y familiares: la pareja de esposos con el niño en brazos; el anciano que goza y abraza; la anciana que reza y anuncia, los oyentes que aparecen indirectamente comprometidos. También la conclusión del pasaje escriturístico hace entrever el pueblo de Nazaret, el crecimiento del niño en un contexto normal, la impresión de un niño dotado de forma extraordinaria de sabiduría y bondad. El tema de la sabiduría entrelazada con la vida normal de crecimiento y en el contexto del pueblo, deja la historia como suspendida: ella se reabrirá precisamente con el tema de la sabiduría del muchacho entre los doctores del templo. Y es precisamente también el episodio que sigue inmediatamente (Lc 2, 41-52).



La edición y el subrayado son nuestros

Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte


Gracias

21 de diciembre de 2014

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios¨

Domingo 4 de Adviento
Del Santo Evangelio según San Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel..(Aciprensa.com)

Comentario:
La espera llega a su fin, la nuestra de sólo cuatro semanas y la del pueblo judío de siglos. Esperamos al Mesías, al salvador prometido por Dios para liberarnos del pecado y de la muerte. Dios que prefiere lo pequeño y lo sencillo, escoje a una mujer para cumplir  tal misión: María. 

Este evangelio es para ¨saborearlo¨ lentamente, pues está lleno de detalles pequeños que nos dan salvación. Nazareth, ciudad insignificante para los romanos y judíos, María una sencilla judía adolescente, sin títulos académicos, ni poder político, ni riquezas. 

A María, la saluda un ángel, un enviado por Dios para pedirle consentimiento. Dios todopoderoso a su escogida criatura le pide permiso para que sea instrumento de salvación para todos los hombres.  María se sorprende desde el saludo:  ¨llena de gracia¨, que significa estar colmada por el favor de  Dios, desde antes, en ese momento y después de aquel. No por sus méritos sino por la divina dignidad de su hijo.

Para María el pedido de tener al Hijo de Dios, fue extraño, incomprensible, desconcertante pues se creía indigna de tal y naturalmente no preparada.  Pero confiando en Dios y siendo obediente, lo acepta sin conocer bien lo que estaba dispuesto, incluso la cruz. 

Como María debemos aceptar a Jesús confiando en el Padre que conocemos y que sólo quiere nuestro bien. Debemos darle un ¨sí¨incondicional para poder recibir y para poder dar a Jesús los demás.

Comentario Completo:

Comentario sobre 2 Samuel 7: 1-5,8-11,16; Romanos 16: 25-27; Lucas 1: 26-38

Llegamos al último domingo antes de Navidad y las lecturas de la misa hablan de los preparativos que Dios hizo para que Jesús nazca entre nosotros y como uno de nosotros.


A medida que la historia es contada por Lucas, María debe haber estado verdaderamente alarmada por las palabras de su inesperado visitante. En todo el pasaje (como en el resto del relato de la infancia de Lucas) estamos recibiendo un anticipo del Evangelio que sigue.

En primer lugar, el incidente tiene lugar en Nazaret, no es exactamente el centro de la tierra, ni siquiera de Palestina. A un futuro discípulo de Jesús se le oye decir con no poco cinismo: "¿Puede salir algo bueno de Nazaret?" 

Sin embargo, este es el lugar que Dios elige para entrar en nuestro mundo - no Roma, ni Atenas, ni ninguno de los otros grandes centros de poder, de la cultura o la educación de la época.

Un saludo extraño
"¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!" ¿Cómo María reacciona a un saludo tan extraordinario? El Evangelio dice que estaba "muy preocupada" y así podría ser. Entonces, era niña y probablemente analfabeta en una pequeña ciudad oscura ¿Para ella que podrían significar las palabras?

"Llena de gracia" realmente significa que ella está siendo colmada de favores especiales de Dios. Es más algo que le está sucediendo a ella que algo de lo que ya tiene. La naturaleza de ese favor se expresa en lo que sigue - que llegará a ser la madre de un hijo que será llamado Jesús (una palabra que significa "Salvador") y que será un rey "y su reino no tendrá fin" . ¡Qué cosa tan extraordinaria que se le dice!

Lo que realmente preocupa a María es que, a pesar de que ya está comprometida con José, y que aún no está totalmente casada con él. En otras palabras, ella no tiene relaciones conyugales con él como su esposa y así según,  el curso normal de los acontecimientos, ´¿Cómo podría ser madre?

Sucederá porque la concepción será la obra de Dios, la "sombra del Espíritu", por lo que el niño que nace será, en un sentido muy especial, el Hijo de Dios. Él también, por supuesto, será plenamente el hijo de María. De esta manera tenemos el profundo misterio teológico de la Encarnación que se expresa en el más simple lenguaje de una historia que incluso el más sencillo puede seguir. (En todo el Evangelio y sobre todo en esta parte la infancia tenemos que tener cuidado de ser demasiados literales en nuestra lectura.)

Jesús será al mismo tiempo alguien que es completamente divino y completamente humano. Jesús será el único puente entre Dios y su creación. Él será una persona humana "como nosotros en todo menos en el pecado". Él también, a través de toda su vida, sus palabras y acciones, será el "esplendor del Padre".

Paradójicamente, lo divino en Jesús aparecerá en los mejores momentos de su humanidad: la curación de los enfermos y el atraer a los pecadores de nuevo a la reconciliación con Dios. Pero es a través de María que esto sea posible y esto es lo que la hace única entre las mujeres.

Una morada terrenal de Dios
La primera lectura, tomada del Libro Segundo de Samuel habla de Dios pidiéndole a David una morada digna de él. El rey David estaba preocupado de que él vivía en un palacio de madera de cedro fino mientras que Dios sólo tenía una tienda, la tienda donde se guardaba el Arca de la Alianza. Finalmente, un magnífico templo se construiría, no por David, sino por su hijo Salomón. Sería reconstruido aún más magníficamente por Herodes el Grande y, de hecho, la construcción aún no había terminado en el curso de la vida de Jesús. Sin embargo, la morada que se le pedía construir a David era un tipo diferente - que era la ¨casa de David¨, que consiste en todos sus descendientes y sus súbditos. "El Señor te hará una casa. Su casa y su soberanía estarán siempre seguros antes de mí y su trono sean el establo para siempre ".

La implicación de este pasaje para nosotros en la Misa de hoy es que María, la cual, con José, que era de la casa de David es el nuevo templo donde vive Dios. Un lugar adecuado, un lugar de la perfección sin ningún rastro de pecado o el mal. Y, de hecho, uno de los títulos que damos a María en la Letanía de la Virgen es "Arca de la Alianza".

Más tarde, Pablo le recordará a los cristianos que cada uno de ellos es ahora un templo de Dios, del Espíritu de Jesús. En el Nuevo Pacto ya no hay ningún edificio del templo, pero - en palabras de Pablo - "sois templo de Dios", un templo de los cuales cada uno es una parte constitutiva. La Casa de David continúa en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Como la seguridad de que lo que parece imposible puede tener lugar, María se le recuerda que su anciana prima, bien pasada la edad de tener hijos, va a ser una madre también. Ella ya está embarazada de seis meses. "Para Dios no hay nada imposible."

Fiel a su palabra
En un gran salto de fe y confianza en el mensaje del ángel, María da un inequívoco, un incondicional 'Sí'. "He aquí, yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. "Ella todavía tenía que aprender lo que ese 'Sí' implicaría pero fue hecho incondicionalmente y nunca fue retirado.

A través de una vida de pruebas y tribulaciones, de las cuales conocemos seguramente sólo una fracción, hasta esos momentos terribles, de pie junto a la cruz y ver a su único Hijo morir en agonía y vergüenza como pena pública, ni una vez retiró su ' Sí '.

Es evidente que hay un mensaje para nosotros. Nosotros también hemos sido llamados a cada uno a nuestra manera para dar a luz a Jesús en nuestras vidas y en nuestro entorno. Nosotros también hemos sido llamados a decir 'Sí', un incondicional "Sí" para seguir a Jesús. Ahora, a medida que nos acercamos a la celebración de la Navidad, es el momento para renovar ese compromiso con la ayuda y el ejemplo de María.

La edición y el subrayado son nuestros

Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte


Gracias

14 de diciembre de 2014

"Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor"

Domingo 3 de Adviento
Del Santo Evangelio según San Juan 1,6-8.19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: "¿Tú quién eres?" Él confesó sin reservas: "Yo no soy el Mesías." Le preguntaron: "¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?" El dijo: "No lo soy." "¿Eres tú el Profeta?" Respondió: "No." Y le dijeron: "¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?" Él contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías." Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia." Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.(Aciprensa.com)

Comentario:
Juan Bautista fue un profeta, un mensajero de Dios, que viene a preparar el camino para la llegada de Jesús. Su testimonio fue un apasionado e insistente llamado a la conversión, al cambio radical de vida, de una vida distante, despreocupada y hasta ofensiva contra Dios hacia una obediencia respetuosa y fiel hacia él.   Su llamado fue tan importante, que muchas gentes pensaban que él era el Cristo (Mesías). el salvador prometido para salvar a Israel. Los judíos confunden al simple y sencillo mensajero con el Mensaje, Cristo Jesús, el Salvador. 

En aquel entonces, el signo de haber aceptado ese llamado era el bautismo, compromiso personal y público, de haberlo acojido. Hoy, en esta preparación para la venida de Jesús, debemos dar un signo concreto, personal y visible de nuestro propio cambio de vida. Ya no, como simples servidores sino como verdaderos hijos de Dios, hijos que aman, respetan y confían en su Padre. Gracias.

Comentario Completo:
* El Evangelio de Juan fue escrito al final del primer siglo. En aquel tiempo, tanto en Palestina como en toda el Asia Menor, dondequiera que hubiese una comunidad de judíos, había también personas que habían tenido contacto con Juan el Bautista o que habían sido bautizados por él (At 19,3). Visto desde fuera, el movimiento era muy semejante al de Jesús. Los dos anunciaban la llegada del reino (Mt 3,1-2) y ambos exigían la conversión (Mt 4,17). Podría haber habido una cierta similitud entre los seguidores de Juan y los de Jesús. Por esto la respuesta de Juan respecto a Jesús valía no sólo para los enviados de los sacerdotes y los fariseos del tiempo de Jesús, sino también para las comunidades cristianas del final del primer siglo. De hecho, todos los cuatro evangelistas se preocupan de referir las palabras de Juan Bautista que afirma que él no es el Mesías (Mt 3,3.11; Mc 1,2.7; Lc 3,4.16; Jn 1,19-23.30; 3,28-30).

* Juan 1,6-8: El puesto de Juan en el plan de Dios; dar testimonio de la luz. 
El Prólogo del cuarto Evangelio afirma que la Palabra viva de Dios está presente en todas las cosas y brilla en las tinieblas como una luz para cada hombre. Las tinieblas intentan apagarla, pero no lo consiguen (Jn 1,15). Ninguno consigue esconderla, porque no podemos vivir sin Dios por mucho tiempo. La búsqueda de Dios, siempre de nuevo, renace en el corazón humano. Juan Bautista viene para ayudar al pueblo a descubrir esta presencia luminosa de la Palabra de Dios en la vida. Su testimonio fue tan importante, que muchas gentes pensaban que él era el Cristo (Mesías) (At 19,3; Jn 1,20). Por esto el Prólogo aclara: "Juan no era la luz. Vino para dar testimonio de la Luz"

* Juan 1,19-21: El testimonio negativo de Juan sobre sí mismo: él no es lo que los otros piensan de él.
Los judíos envían sacerdotes y fariseos para saber quién es este Juan que bautizaba al pueblo en el desierto y que atraía a tantas gentes de todas partes. Y enviaron para preguntarle: "¿Quién eres?" La respuesta de Juan es curiosa. En vez de decir quién es, responde lo que no es:" ¡No soy el Mesías!" Añade después otras dos respuestas negativas: él no es ni Elías, ni el Profeta. Se trata de aspectos diferentes de la misma esperanza mesiánica. En los tiempos mesiánicos, Elías debería volver para llevar el corazón de los padres hacia los hijos y el de los hijos hacia los padres. O sea, habría regresado para restaurar la convivencia humana (Ml 3,23-24; Si 48,10). El profeta anunciado para llevar en el futuro a buen término la obra iniciada por Moisés, era visto por el pueblo como el Mesías esperado (DT 18,15). Juan rechaza estos títulos mesiánicos, porque no era él el Mesías. 

Sin embargo, más adelante, será el mismo Jesús quien diga que Juan era Elías (Mt 17,12-13) ¿Cómo explicar esta afirmación? El hecho es que existían muchas versiones sobre la misión de Elías. Algunos decían que el Mesías sería como un nuevo Elías. En este sentido Juan no era Elías. Otros decían que la misión de Elías era sólo la de preparar la venida del Mesías. En este sentido Juan era Elías.


En este diálogo entre Juan y los fariseos y sacerdotes aparece la catequesis de las comunidades del final del primer siglo. Las preguntas de los fariseos y sacerdotes sobre el significado de Juan Bautista dentro del plan de Dios eran también las preguntas de las comunidades. Así, las respuestas de Jesús, recogidas por el evangelista, servían también para las comunidades.

* Juan 1,22-24: Los testimonios positivos de Juan: él es sólo uno que prepara el camino 
"Pues ¿por qué bautizas sino eres el Mesías ni Elías ni el profeta?" Los enviados de los sacerdotes y fariseos querían una respuesta clara, porque debían dar cuenta a los que les habían encargado interrogar a Juan. Para ellos no bastaba saber lo que Juan no era. Querían saber quién es él y que cosa significa dentro del plan de Dios. La respuesta de Juan es una frase tomada del profeta Isaías, frase muy usada, que aparece en los cuatro evangelios: "Soy la voz del que clama en el desierto. Enderezad los caminos del Señor" (Mt 3,3; Mc 1,3; Lc 3,4; Jn 1,23). En este uso del Antiguo Testamento aparece la mística que animaba la lectura que los primeros cristianos hacían de la Sagrada Escritura. Ellos buscaban dentro de las palabras, no tanto los argumentos para probar afirmaciones, sino mucho más para verbalizar y aclarar para ellos mismos y para los otros la novedad de la experiencia que tenían de Dios en Jesús (cfr Tim 3, 15-17).

* Juan 1, 25-28: Significado del bautismo y de la persona de Juan 
En las comunidades cristianas del final del siglo primero había personas que conocían sólo el bautismo de Juan (At 18,25; 19,3). Entrando en contacto con otros cristianos que habían sido bautizados en el bautismo de Jesús, ellos querían saber cuál era el significado del bautismo de Juan. En aquel tiempo existían muchas clases de bautismos. El bautismo era una forma con la cual la persona se comprometía con un determinado mensaje. Quien aceptaba el mensaje estaba invitado a confirmar su decisión a través de un bautismo (ablución, purificación o baño). Por ejemplo, con el bautismo de Juan la persona se vinculaba al mensaje anunciado por Juan. Con el bautismo de Jesús, la persona se vinculaba con el mensaje de Jesús que les comunicaba el don del Espíritu (At 10,44-48; 19,5-6).

En medio de vosotros está uno a quien no conocéis. Esta afirmación de Juan Bautista se refiere a Jesús, presente en la muchedumbre. En el tiempo en el que Juan escribía su evangelio, Jesús seguía estando presente en las comunidades y en las personas, sobre todo en los pobres con los cuales se identificaba. Hoy Él está en medio de nosotros y también hoy, muchas veces, nosotros no lo conocemos.



La edición y el subrayado son nuestros


Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte


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7 de diciembre de 2014

"Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."

Domingo 2 de Adviento
Del Santo Evangelio según San Marcos 1,1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."" Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaba sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."(Aciprensa.com)

Comentario:
¨Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios¨. San Marcos nos dice que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios prometido y enviado para salvarnos del pecado y de la muerte; y, es el comienzo de la Buena Noticia: La salvación y la liberación. La identidad y la misión de Jesús, nos quedan claras.

Juan, en su apasionado llamado nos dice que es vital abandonar la vida de pecado, la vida centrada en nosotros mismos, la  indiferencia respecto a Dios y a los demás, esa vida que ofende  a Dios. 

Jesús nos trae la Buena Noticia. Jesús, es Dios-con-nosotros y viene a anunciarnos que el Reino de Dios, es posible, aquí y ahora, en este tiempo; el principio es reconocernos como hermanos y hermanas y actuar como tales. Nos trae la Buena Noticia de que Dios es Padre, y como tal, cuando cometemos pecados y nos arrepentimos sinceramente, sale a nuestro encuentro, nos abraza y nos perdona. 

La invitación de hoy es a prepararnos para la venida de Jesús, la Buena Noticia de la salvación y el comienzo del Reino de Dios y así venga la Santísima Trinidad a morar en nuestra alma. 

Comentario Completo:

En el primer versículo del Evangelio de hoy, Marcos hace dos afirmaciones claras y contundentes de Jesús, que serán muy importantes en todo su Evangelio: Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y, es el comienzo de la Buena Noticia. Dos afirmaciones en las que quedan enunciadas su verdadera identidad y misión.

De esa identidad habla la predicación de Juan el Bautista, quien tiene la misión de preparar el camino del Señor. ¿Y, cómo lo hace? Mediante el llamado fervoroso a la conversión acompañada de un bautismo purificador y de la confesión de los pecados.


Es el mismo llamado que nos hace hoy, cuando se nos acerca el tiempo del nacimiento de nuestro Dios. Vemos a Juan, cargado de celo por Dios y por la salvación eterna de los hombres, predicando un bautismo de penitencia, de perdón de los pecados, de confesión pública de los mismos, como condición imprescindible para el cambio de actitud que reclama nuestra vida.

Para Juan, es vital que la gente abandone la vida de pecado, la indiferencia respecto a Dios, la excesiva preocupación por uno mismo (Él apenas se preocupa de sí mismo). Es primordial aprender a sacar de las caídas el impulso; de la muerte, vida.

Pero también nos afirma que Jesús nos trae la Buena Noticia. ¿Cuál es esta noticia? Que Jesús, es Dios-con-nosotros y viene a anunciarnos que el Reino de Dios, es posible, aquí y ahora, en este tiempo; sólo basta con reconocernos hermanos y hermanas, actuando como tales. Nos trae la Buena Noticia de que Dios es Padre (“Abbá” = papito), y como tal, cuando cometemos pecados y nos arrepentimos sale a nuestro encuentro, nos abraza, nos pone sandalias, nos viste, mata el cordero cebado y hace una fiesta, sin reprocharnos nada.

Jesús nos trae la Buena Noticia del reencuentro en la otra vida. Porque somos eternos, y como tales viviremos esa eternidad gozando del amor de nuestro Padre Dios.

Eso es lo que esperamos en este Adviento. Con la llegada del Mesías llega la Buena Noticia de la salvación y el comienzo del Reino de Dios, vivido desde ya; pero tenemos que prepararnos bien para esa llegada; debemos estar en gracia para poder recibir ese don misterioso que nos hace Dios, al permitir que venga la Santísima Trinidad a morar en nuestra alma. A eso nos invita el Evangelio hoy.

Por último, vale la pena meditar brevemente en los dos últimos versículos, del Evangelio de este Domingo: Juan fue la voz que gritó en el desierto. ¿Y qué dice Juan sobre Jesús?¿Qué dice sobre sí mismo? Hoy, nos pide el Señor que tomemos esa misma actitud: Primero ser humildes, reconociendo que todo lo podemos en Jesús y que sin Él no somos nada, no podemos nada y que no somos dignos ni siquiera de desatarle la correa de sus sandalias. Y que todo es obra del Espíritu Santo, de quien hemos recibido el verdadero bautismo, es decir hacernos hijos de Dios.

"Después del soberano amor a Dios, la segunda cosa que Dios les pide, es que se amen mutuamente como hermanas que Él unió con lazos de su amor". 
Sociedad de San Vicente de Paul- España

Que la Misericordia y la confianza en Dios no te falte

Gracias