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2 de mayo de 2009

Recobremos la calma y demos sentido a nuestras vidas...(Domingo 4 de Pascua).

(...)
Quizás las palabras de Santa María de Guadalupe, nos suenen distantes y nos cueste trabajo darles sentido:


Escucha, ponlo en tu corazón, Hijo mío, el menor, que nos es nada lo que te espantó, lo que te afligió, que no se turbe tu rostro, tu corazón, no temas esta enfermedad, ni ninguna otra enfermedad….. (Nican Mopohua 118).

Debemos regresar a lo fundamental, a lo básico de nuestra fe, para recobrar la calma y recomenzar a dar sentido a nuestras vidas. Recordemos que estamos llamados a convivir en lo íntimo de la relación con Dios. No olvidemos que, Jesús ha venido a estar entre nosotros, no tanto para indicarnos el modo de vivir felices aquí en esta tierra, sino que ha de transformarnos en nuevas criaturas disponibles para vivir con Dios y en Dios: "Yo soy la puerta, el que entra por mi se salvará.... Yo vine para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10,9-10).

En esta Pascua 2009, tan especial que estamos viviendo, siempre mantengamos la firme esperanza de que si somos seres nuevos, es no tanto porque vivimos por nuestras obras una conversión personal, familiar, o social, sino porque participamos del misterio pascual de Cristo, de forma que en él y por él somos personas resucitadas. Es necesario que el misterio pascual de Cristo sea trasladado a lo íntimo de cada momento tan difícil por el que estamos viviendo; que impregne, renueve radicalmente, toda carne humana; que vivifique transformando cuanto florece entre las fragilidades y enfermedades terrenas.

(...)¿Cómo manifestar lo absoluto de la consagración a Dios en momentos en los que la vida humana peligra? ¿Cómo mostrar que el cristiano se siente inmerso en la compleja situación de salud pública e intenta vivir según Jesús y el Evangelio? ¿Cómo contemplar a Dios en la ¨noche oscura¨ cuando no sabemos que sucederá mañana?.

Semejantes preguntas nos hacen reflexionar de que no es posible entender una espiritualidad personal fuera del contexto social, cultural, eclesial, existente. ¿Cómo se puede ser cristiano tomando en serio el valor de la vida humana? ¿Cómo tener espíritu pascual buscando el bien común y no solo el bienestar personal? ¿Cómo descubrir la voluntad de Dios, no huyendo del mundo, sino situándose en lo íntimo de él? ¿Se puede encontrar la gracia del Señor en el fondo de las vicisitudes y fragilidades humanas, invocando el Espíritu del Resucitado para que germine en medio de las preocupaciones terrenas?

Hoy más que nunca debemos hablar de cómo sentir el Espíritu de Jesús Resucitado, dentro de nosotros, de la experiencia espiritual en comunión con el Espíritu del Señor. El momento de crisis que hemos atravesado por la epidemia es el momento óptimo para aspirar a tener el coloquio confidencial con el Espíritu que nos descubre que estamos terriblemente rodeados por el límite, por lo precario, por lo frágil de nuestra existencia, por situaciones incontrolables.

La Pascua no se vive únicamente, como nacer a una vida según el espíritu, sino de modo particular también la Pascua debe vivirse como liberación de lo que nos hace pobres, incomprendidos, marginados, incapaces de comunicarnos. Más, ¿cómo vivir esta liberación pascual? La respuesta a esta inquietud espiritual podemos obtenerla solamente en Jesucristo y operante en figuras espirituales admirables, como la Virgen María, San Pablo, Madre Teresa de Calcuta o S..S. Juan Pablo II, que de modo singular y de una manera auténtica nos iluminan y ayudan a vivir según el Espíritu del Resucitado.

(...)
Precisamente porque la Espiritualidad de la Virgen María se centró de modo singular en la participación de la existencia pascual de Cristo, es "evidentemente maestra de vida espiritual para cada uno de los cristianos" (Marialis Cultus 21). Vida espiritual significa dejar que el Misterio Pascual nos impregne hasta hacernos seres renovarnos desde el Espíritu del Resucitado. Si nos transformamos así, somos incorporados el Espíritu de Cristo y nos hacemos dóciles a sus carismas. La Virgen María, por el hecho de estar inmersa en el misterio pascual del Señor, fue enteramente, totalmente disponible para ser del todo poseída en su ser humano por el Espíritu Santo. Aquí nace la fuente la una vida espiritual plena, un claro ejemplo para vivir una espiritualidad en tiempos de crisis. Solo así podremos comprender como desde el Tepeyac Santa María de Guadalupe es una luz que ilumina nuestras tinieblas y nuestros miedos:

"Escucha, ponlo en tu corazón, Hijo mío, el menor, que nos es nada lo que te espantó, lo que te afligió, que no se turbe tu rostro, tu corazón, no temas esta enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante aflictiva. ¿NO ESTOY AQUI, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?
(Nican Mopohua 118-119).


Tepeyac, Abril, 2009.

Nuestra espiritualidad guadalupana en tiempos de crisis por la epidemia de influenza
Monseñor Jorge Palencia Ramírez de Arellano
Coordinación General de la Pastoral del Santuario


Ver también:
Nican Mopohua (relato de las apariciones de la virgen de Guadalupe a San Juan Diego)
El Tiempo Pascual (En qué consiste, y sus tradiciones).
Mayo, mes de María (Contenidos para niños y adultos).

Lun.: Is 6, 1-8; o Co 4, 1-5; Sal 116; Mt 28,16-20, Santo Toribio de Mogrovejo
Mar.: Hch 7, 51-8, 1a; Sal 30; Jn 6, 30-35
Mié.: Hch 8, 1b-8; Sal 65; Jn 6, 35-40
Jue.: Hch 8, 26-40; Sal 65; Jn 6, 44-51
Vie.: Hch 9, 1-20; Sal 116; Jn 6, 52-59
Sáb.: Hch 9, 31-42; Sal 115; Jn 6, 60-69


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