Nuestra oración muy a menudo tiene necesidad de ayuda, es normal para el hombre, porque necesitamos ayuda, necesitamos de los otros, necesitamos a Dios, por eso para nosotros es normal pedir algo de Dios, buscar la ayuda de Dios y debemos recordar que la oración que el Señor nos ha enseñado, el Padre Nuestro, es una oración de petición y con esta oración, el Señor nos enseña las prioridades de nuestra oración.
Limpia, purifica nuestros deseos, y así limpia y purifica nuestros corazones. Así que si es algo normal que pidamos en la oración alguna cosa, también es normal que la oración sea una ocasión para dar gracias. Si prestamos un poco de atención, vemos que de Dios recibimos tantas cosas buenas. Es tan bueno con nosotros, que conviene que le demos las gracias.
Y debe ser también una oración de alabanza. Nuestro corazón está abierto, porque a pesar de todos los problemas, vemos también la belleza de su creación, la bondad que se muestra en su creación. Así que debemos no solo rogar, sino también alabar y dar las gracias. Sólo así nuestra oración es completa.
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Hoy nos fijamos en la oración que está al comienzo de la carta de san Pablo a los Efesios. Se trata de un himno de bendición a Dios por todo lo que ha realizado y sigue realizando en la historia de la humanidad. En esta plegaria el apóstol nos lleva a contemplar el designio de amor y la acción de las tres personas de la Santísima Trinidad.
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Hoy nos fijamos en la oración que está al comienzo de la carta de san Pablo a los Efesios. Se trata de un himno de bendición a Dios por todo lo que ha realizado y sigue realizando en la historia de la humanidad. En esta plegaria el apóstol nos lleva a contemplar el designio de amor y la acción de las tres personas de la Santísima Trinidad.
En primer lugar, contemplamos al Padre, que nos ha escogido antes de la creación del mundo para ser santos. Más aún, nos ha elegido para ser sus hijos adoptivos en Jesucristo. Se trata de una llamada universal que responde a un designio gratuito y amoroso por parte de Dios.
En el centro de esta oración, san Pablo enseña cómo se realiza el plan de salvación a través del Hijo, que nos ha redimido con su sangre. El sacrificio de Cristo en la cruz es el acontecimiento único e irrepetible que nos revela de modo admirable el amor del Padre por nosotros.
Al final se encuentra la mención del Espíritu Santo, que es prenda de nuestra redención y de la gloria futura. Así, la oración nos abre a la contemplación del designio divino de amor y nos ayuda a descubrir con más claridad los signos de este plan: sobre todo en la belleza de la creación, en la vida de los santos y en toda la historia de la salvación, así como en el camino de la Iglesia, que con la palabra y los sacramentos nos introduce en el misterio de Dios.
El Subrayado es nuestro.
Gracias
(Eduardo Rubió, Cecilia de Malak y María Fernanda Bernasconi – Radio Vaticana)
El Subrayado es nuestro.
Audiencia General , Miércoles 20 de junio de 2012.
Veáse completo en: http://www.radiovaticana.org/spa/Articolo.asp?c=598004
Anteriores Audiencias :
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http://www.radiovaticana.org/spa/indice.asp?Redasel=48&CategSel=16
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