En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""(Aciprensa.com)
Comentario:
Lucas 16,19-21: La situación del rico y del pobre
Aquí aparecen los dos extremos de la sociedad. De un lado, la riqueza agresiva. Del otro, el pobre sin recursos, sin derechos, cubierto de úlceras, impuro, sin nadie que lo acoja, ni siquiera los perros que lamen sus llagas. Lo que separa a los dos es solamente una puerta: la puerta cerrada de la casa del rico. Por su parte no hay acogida, ni piedad para el problema del pobre que se encuentra delante de su puerta. Pero en la parábola el pobre tiene un nombre, mientras el rico no lo tiene. El pobre se llama Lázaro, que significa Dios ayuda. A través del pobre Dios ayuda al rico y el rico podrá tener su nombre escrito en el libro de la vida. Pero el rico no acepta tener que ser ayudado del pobre, porque continúa teniendo la puerta cerrada. Este comienzo de la parábola que describe la situación, es un espejo fiel de cuanto sucedía en tiempos de Jesús. ¡Pero también es un espejo de lo que acontece hoy!
Lucas 16,22: El cambio que revela la verdad que estaba escondida
“Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado”. En la parábola el pobre muere antes que el rico. Esto es una advertencia para los ricos. Mientras que el pobre se encuentre delante de la puerta, vivo, es posible aún que el rico se salve. Pero después que el pobre muera, muere también el único instrumento de salvación para el rico. Hoy los pobres mueren a millones, victimas de la geopolítica de los países ricos.
El pobre muere y es llevado por los ángeles al seno de Abrahán. El seno de Abrahán es la fuente de la vida, de donde nace el pueblo de Dios. Lázaro, el pobre, pertenece al pueblo de Dios, forma parte del pueblo de Abrahán del cual está excluido. puesto que estaba en la puerta del rico. El rico que piensa ser hijo de Abrahán, también él muere y es sepultado. Pero no va al seno de Abrahán, ¡porque no es hijo de Abrahán!
Lucas 16,23-26: La primera conversación entre el rico sin nombre y el padre Abrahán
La parábola es como una ventana que Jesús abre para nosotros sobre el otro lado de la vida, el lado de Dios. No se trata del cielo. Se trata del verdadero lado de la vida descubierto sólo por la fe y que el rico sin fe no percibe. La ideología dominante se lo impide. Y es solamente a la luz de la muerte, cuando la ideología se desintegra en la cabeza del rico y cuando despunta para él el verdadero valor de la vida. Por la parte de Dios, sin la ideología y la propaganda engañosa del gobierno, las suertes serán cambiadas. El rico sufre, el pobre es feliz. El rico, al ver a Lázaro en el seno de Abrahán pide que Lázaro le lleve un refrigerio a sus sufrimientos. A la luz de la muerte, el rico descubre que Lázaro es su único benefactor posible. ¡Pero ahora es ya demasiado tarde! El rico sin nombre es un judío (cristiano) “devoto”, conoce a Abrahán y lo llama Padre. Abrahán responde y lo llama hijo. Esto significa que en realidad esta parábola de Jesús va dirigida a los ricos vivos. En cuanto vivos, tienen todavía la posibilidad de convertirse en hijos de Abrahán, si abren la puerta a Lázaro, al pobre, al único que en nombre de Dios puede ayudarles. Para el rico, recluido en sus sufrimientos, la salvación consistía en una gota de agua que Lázaro podía darle. En realidad, para el rico, la salvación no consiste en que Lázaro le lleve una gota de agua para refrescarle la lengua, sino en que él mismo, el rico, abra la puerta cerrada de su casa y entre en contacto directo con el pobre. Sólo así es posible superar el gran abismo que los separa.
En la respuesta de Abrahán al rico aparece la verdad de las cuatro maldiciones: (Lc 6,24-26).
«Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.
¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!,
pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.
Lucas 16, 27-29: La segunda conversación entre el rico y Abrahán
El rico insiste: “Padre, te lo suplico: manda a Lázaro a casa de mi padre. Tengo cinco hermanos”. El rico no quiere que sus hermanos padezcan el mismo tormento. “¡Manda a Lázaro!”. Lázaro, el pobre, es el único verdadero intermediario entre Dios y los ricos. Pero el rico, no se ha preocupado del pobre Lázaro. Se ha preocupado de sí mismo y de sus hermanos. ¡Los pobres no le han preocupado jamás en su vida! Es como el hermano mayor de la “Parábola del Padre con dos hijos” (Lc 15,25-30). El mayor quería hacer fiesta con sus amigos, y no con su hermano que estaba perdido. La respuesta de Abrahán es clara: “Ellos tienen a Moisés y a los Profetas; ¡que lo escuchen!” ¡Tienen la Biblia! El rico tenía la Biblia. La conocía hasta de memoria. Pero no se daba cuenta que la Biblia tuviese algo que ver con los pobres a su puerta. ¡La clave con la que el rico puede entender la Biblia es el pobre sentado a su puerta!
Lucas 16,30-31: La tercera conversación entre Abrahán y el rico
El rico continúa insistiendo: “¡No, padre, pero si alguno de los muertos va a ellos, se convertirán!” El rico reconoce que se ha equivocado, porque habla de convertirse, cosa en la que jamás ha pensado en su vida. ¡Él quiere un milagro, una resurrección! Pero este tipo de resurrección no existe. La única resurrección es la de Jesucristo. Jesús resucitado viene a nosotros en la persona del pobre, del que no tiene derechos, del que no tiene tierra, del que no tiene qué comer, de quien no tiene techo, del que no tiene salud. En su respuesta final, Abrahán es breve y decidido: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán si un muerto resucita”. ¡Y termina así la conversación! La clave para entender el sentido de la Biblia y de la salvación es el pobre Lázaro, sentado delante de la puerta del rico.
Aquí aparecen los dos extremos de la sociedad. De un lado, la riqueza agresiva. Del otro, el pobre sin recursos, sin derechos, cubierto de úlceras, impuro, sin nadie que lo acoja, ni siquiera los perros que lamen sus llagas. Lo que separa a los dos es solamente una puerta: la puerta cerrada de la casa del rico. Por su parte no hay acogida, ni piedad para el problema del pobre que se encuentra delante de su puerta. Pero en la parábola el pobre tiene un nombre, mientras el rico no lo tiene. El pobre se llama Lázaro, que significa Dios ayuda. A través del pobre Dios ayuda al rico y el rico podrá tener su nombre escrito en el libro de la vida. Pero el rico no acepta tener que ser ayudado del pobre, porque continúa teniendo la puerta cerrada. Este comienzo de la parábola que describe la situación, es un espejo fiel de cuanto sucedía en tiempos de Jesús. ¡Pero también es un espejo de lo que acontece hoy!
Lucas 16,22: El cambio que revela la verdad que estaba escondida
“Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado”. En la parábola el pobre muere antes que el rico. Esto es una advertencia para los ricos. Mientras que el pobre se encuentre delante de la puerta, vivo, es posible aún que el rico se salve. Pero después que el pobre muera, muere también el único instrumento de salvación para el rico. Hoy los pobres mueren a millones, victimas de la geopolítica de los países ricos.
El pobre muere y es llevado por los ángeles al seno de Abrahán. El seno de Abrahán es la fuente de la vida, de donde nace el pueblo de Dios. Lázaro, el pobre, pertenece al pueblo de Dios, forma parte del pueblo de Abrahán del cual está excluido. puesto que estaba en la puerta del rico. El rico que piensa ser hijo de Abrahán, también él muere y es sepultado. Pero no va al seno de Abrahán, ¡porque no es hijo de Abrahán!
Lucas 16,23-26: La primera conversación entre el rico sin nombre y el padre Abrahán
La parábola es como una ventana que Jesús abre para nosotros sobre el otro lado de la vida, el lado de Dios. No se trata del cielo. Se trata del verdadero lado de la vida descubierto sólo por la fe y que el rico sin fe no percibe. La ideología dominante se lo impide. Y es solamente a la luz de la muerte, cuando la ideología se desintegra en la cabeza del rico y cuando despunta para él el verdadero valor de la vida. Por la parte de Dios, sin la ideología y la propaganda engañosa del gobierno, las suertes serán cambiadas. El rico sufre, el pobre es feliz. El rico, al ver a Lázaro en el seno de Abrahán pide que Lázaro le lleve un refrigerio a sus sufrimientos. A la luz de la muerte, el rico descubre que Lázaro es su único benefactor posible. ¡Pero ahora es ya demasiado tarde! El rico sin nombre es un judío (cristiano) “devoto”, conoce a Abrahán y lo llama Padre. Abrahán responde y lo llama hijo. Esto significa que en realidad esta parábola de Jesús va dirigida a los ricos vivos. En cuanto vivos, tienen todavía la posibilidad de convertirse en hijos de Abrahán, si abren la puerta a Lázaro, al pobre, al único que en nombre de Dios puede ayudarles. Para el rico, recluido en sus sufrimientos, la salvación consistía en una gota de agua que Lázaro podía darle. En realidad, para el rico, la salvación no consiste en que Lázaro le lleve una gota de agua para refrescarle la lengua, sino en que él mismo, el rico, abra la puerta cerrada de su casa y entre en contacto directo con el pobre. Sólo así es posible superar el gran abismo que los separa.
En la respuesta de Abrahán al rico aparece la verdad de las cuatro maldiciones: (Lc 6,24-26).
«Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.
¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!,
pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.
Lucas 16, 27-29: La segunda conversación entre el rico y Abrahán
El rico insiste: “Padre, te lo suplico: manda a Lázaro a casa de mi padre. Tengo cinco hermanos”. El rico no quiere que sus hermanos padezcan el mismo tormento. “¡Manda a Lázaro!”. Lázaro, el pobre, es el único verdadero intermediario entre Dios y los ricos. Pero el rico, no se ha preocupado del pobre Lázaro. Se ha preocupado de sí mismo y de sus hermanos. ¡Los pobres no le han preocupado jamás en su vida! Es como el hermano mayor de la “Parábola del Padre con dos hijos” (Lc 15,25-30). El mayor quería hacer fiesta con sus amigos, y no con su hermano que estaba perdido. La respuesta de Abrahán es clara: “Ellos tienen a Moisés y a los Profetas; ¡que lo escuchen!” ¡Tienen la Biblia! El rico tenía la Biblia. La conocía hasta de memoria. Pero no se daba cuenta que la Biblia tuviese algo que ver con los pobres a su puerta. ¡La clave con la que el rico puede entender la Biblia es el pobre sentado a su puerta!
Lucas 16,30-31: La tercera conversación entre Abrahán y el rico
El rico continúa insistiendo: “¡No, padre, pero si alguno de los muertos va a ellos, se convertirán!” El rico reconoce que se ha equivocado, porque habla de convertirse, cosa en la que jamás ha pensado en su vida. ¡Él quiere un milagro, una resurrección! Pero este tipo de resurrección no existe. La única resurrección es la de Jesucristo. Jesús resucitado viene a nosotros en la persona del pobre, del que no tiene derechos, del que no tiene tierra, del que no tiene qué comer, de quien no tiene techo, del que no tiene salud. En su respuesta final, Abrahán es breve y decidido: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán si un muerto resucita”. ¡Y termina así la conversación! La clave para entender el sentido de la Biblia y de la salvación es el pobre Lázaro, sentado delante de la puerta del rico.
La edición y el subrayado son nuestros
En este día, descubramos que para cumplir la voluntad del Señor no hay que ir muy lejos,debemos mirar en nuestra propia puerta a aquel que más necesite de nosotros.
Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.
Gracias
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