
La Eucaristía es el sacramento del amor, de la entrega, de la donación de Jesús a nosotros. Entregarse y derramarse es olvidarse de sí mismo, es vivir y morir por los demás.
La Eucaristía es también el sacramento de la unidad y comunión fraterna. La comunión con Cristo nos está uniendo, más y más, entre nosotros y con todas las personas que nos rodean.La Eucaristía nos compromete para hacer la unidad entre los hermanos, nos hace portadores de una comunidad fraterna. Por eso, nuestro corazón tiene que abrirse a los demás en la medida en que entra el pan de la unidad y fraternidad.
Por eso elegimos para nuestra celebración de hoy el símbolo del pan. Compartir el pan del Señor es compartir su amor generoso, desinteresado y sin límites, con nuestros seres queridos y con todos nuestros hermanos.
Una característica del cristianismo es que soy responsable no sólo de la propia perfección y salvación, sino también de la perfección y salvación de todos los míos, de todas las personas que están cerca de mí: mí cónyuge, mis hijos, mis hermanos.
Por eso, la Eucaristía es el sacramento de la solidaridad, disponibilidad y apertura para con los demás. Y hemos de preguntarnos: ¿En qué medida va creciendo, por medio de la participación en la Eucaristía, nuestro amor a los hermanos?
(...)

Lecturas para meditar:
Ex 12, 1-8. 11-14; Sal 115; 1Co 11, 23-26; Jn 13, 1-15.
Ex 12, 1-8. 11-14; Sal 115; 1Co 11, 23-26; Jn 13, 1-15.
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