Este es un espacio de catequesis en el que encontrarás enseñanzas, noticias, mensajes, y reflexiones que te permitirán conocer la verdadera doctrina y te serán útiles en tu camino de fe.


¡¡¡Gracias por tu visita!!!

30 de diciembre de 2008

Esperando al niño. Una historia de Fray José de la Santa Casa.


Al final de la Edad Media, entre Córdoba y Sevilla, al sur del Guadalquivir, había un monasterio famoso, lleno de monjes con largas barbas y hábitos ásperos. Una incursión de los moros lo redujo a ruinas, y solo cuatro frailes se salvaron de la catástrofe. Entre ellos está FRAY JOSÉ DE LA SANTA CASA, un lego con corazón de santo y cabeza y manos de artista, pero sobre todo, con un amor desbordante a la Santa Infancia de Jesús. En cualquier oficio que la obediencia le mandase, se entretenía, pensando y hablando con el Niño Jesús.

Un día Fray José está barriendo el suelo del convento y de repente se le presenta un hermoso niño que le dice:

-¡Qué bien barres, fray José, y que brillante dejas el suelo! ¿Serías capaz de recitar el Ave María?
-Si.
-Pues entonces, dila.


Fray José deja a un lado la escoba, se recoge, junta las manos y con los ojos bajos, comienza la salutación angélica. Al llegar a las palabras y bendito el fruto de tu vientre, el niño le interrumpe y le dice:
¡Ese soy yo!, y desapareció.


Fray José grita extasiado:
-¡Vuelve Pequeño Jesús, porque si no moriré del deseo de verte!.

Pero Jesús no vino. Y Fray José, seguía llamándolo día tras día, en la celda, en el huerto, en la cocina... en todas partes. Al fin un día oyó la voz de Jesús le respondía:
- Volveré, pero ten todo preparado para que cuando llegue hagas de mi una estatua de cera en todo igual a como soy. Fray José corrió a contárselo al padre prior, pidiéndole cera, un cuchillo y un pincel. El Superior se lo concedió y Fray José se entregó con ilusión a modelar una estatua de cera del Niño que había visto. Hacía una y la deshacía, para hacer otra, pues nunca estaba conforme, y cada una que hacía le salía más bella que la anterior, y así pasaba el tiempo, esperando que regresase su Amado Jesusito.

Por fin llegó el día en el que rodeado de ángeles, se le presenta el Niño Jesús, y Fray José en éxtasis, pero con la mayor naturalidad pone los ojos en el Divino modelo y copia al Niño que tiene delante. Cuando termina y observa que su estatua es igual al Sagrado Modelo, estalla en risas y llantos de alegría, cae de rodillas delante de ella y posando la cabeza sobre las manos juntas, muere. Y los mismos ángeles que acompañaron a su Niño Jesús, recogieron su espíritu y lo llevaron al Paraíso. Los religiosos enterraron el cuerpo del santo lego y con devoción colocaron la imagen de cera del Niño Jesús en el oratorio del monasterio.

Esa misma noche Fray José se apareció en sueños al Padre Prior, comunicándole que esa: "imagen, hecha indignamente por mi, no es para el convento. Dentro de un año vendrá Doña Isabel Manríquez de Lara, a quien se la daréis, y ella se la entregará a su hija como regalo de bodas, ella la llevará a Bohemia y por la capital de aquel reino será llamado -Niño Jesús de Praga.
Nochebuena y la Misa de Gallo
Autor: P. Jesús Martí Ballester. Catholic. net.

1 comentario:

Luis Vera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.