Al final de la Edad Media, entre Córdoba y Sevilla, al sur del Guadalquivir, había un monasterio famoso, lleno de monjes con largas barbas y hábitos ásperos. Una incursión de los moros lo redujo a ruinas, y solo cuatro frailes se salvaron de la catástrofe. Entre ellos está FRAY JOSÉ DE LA SANTA CASA, un lego con corazón de santo y cabeza y manos de artista, pero sobre todo, con un amor desbordante a la Santa Infancia de Jesús. En cualquier oficio que la obediencia le mandase, se entretenía, pensando y hablando con el Niño Jesús.
Un día Fray José está barriendo el suelo del convento y de repente se le presenta un hermoso niño que le dice:
-¡Qué bien barres, fray José, y que brillante dejas el suelo! ¿Serías capaz de recitar el Ave María?
-Si.
-Pues entonces, dila.
Fray José deja a un lado la escoba, se recoge, junta las manos y con los ojos bajos, comienza la salutación angélica. Al llegar a las palabras y bendito el fruto de tu vientre, el niño le interrumpe y le dice:
¡Ese soy yo!, y desapareció.
Fray José grita extasiado:
-¡Vuelve Pequeño Jesús, porque si no moriré del deseo de verte!.
Pero Jesús no vino. Y Fray José, seguía llamándolo día tras día, en la celda, en el huerto, en la cocina... en todas partes. Al fin un día oyó la voz de Jesús le respondía:
- Volveré, pero ten todo preparado para que cuando llegue hagas de mi una estatua de cera en todo igual a como soy. Fray José corrió a contárselo al padre prior, pidiéndole cera, un cuchillo y un pincel. El Superior se lo concedió y Fray José se entregó con ilusión a modelar una estatua de cera del Niño que había visto. Hacía una y la deshacía, para hacer otra, pues nunca estaba conforme, y cada una que hacía le salía más bella que la anterior, y así pasaba el tiempo, esperando que regresase su Amado Jesusito.
Por fin llegó el día en el que rodeado de ángeles, se le presenta el Niño Jesús, y Fray José en éxtasis, pero con la mayor naturalidad pone los ojos en el Divino modelo y copia al Niño que tiene delante. Cuando termina y observa que su estatua es igual al Sagrado Modelo, estalla en risas y llantos de alegría, cae de rodillas delante de ella y posando la cabeza sobre las manos juntas, muere. Y los mismos ángeles que acompañaron a su Niño Jesús, recogieron su espíritu y lo llevaron al Paraíso. Los religiosos enterraron el cuerpo del santo lego y con devoción colocaron la imagen de cera del Niño Jesús en el oratorio del monasterio.
Esa misma noche Fray José se apareció en sueños al Padre Prior, comunicándole que esa: "imagen, hecha indignamente por mi, no es para el convento. Dentro de un año vendrá Doña Isabel Manríquez de Lara, a quien se la daréis, y ella se la entregará a su hija como regalo de bodas, ella la llevará a Bohemia y por la capital de aquel reino será llamado -Niño Jesús de Praga.
Nochebuena y la Misa de Gallo
Autor: P. Jesús Martí Ballester. Catholic. net.
Autor: P. Jesús Martí Ballester. Catholic. net.
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