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25 de abril de 2009

No basta decir ¨Yo creo¨.... (Domingo 3 de Pascua)

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Las apariciones de Jesús son como un proceso de conversión mental, del Jesús de la vida pública al Jesús resucitado. Pero una conversión que no les resulta nada fácil.


Sus mentes aún no están habituadas a la nueva presencia pascual de Jesús.


Y por otra parte, los Evangelios insisten en el hecho de que ellos son “bien tardos en entender las Escrituras”.


Para quien ha leído y entendido la Escritura, el escándalo de la Pasión y de la Pascua debiera ser mínimo. Pero se ve que no basta con leer la Palabra de Dios. Es preciso entenderla y aprender a leerla luego en la realidad de los acontecimientos de la vida.


El proceso de la fe pascual necesita de tiempo. Requiere tiempo y maduración. Es el proceso de toda fe. No basta decir “yo creo”. Se requiere un lento proceso de crecimiento.


Y el caso es que este proceso de maduración de la fe pascual implica dos elementos fundamentales: el conocer y el experimentar.


El conocer la Palabra de Dios. Pero tampoco parece suficiente. Hay que unir al conocer la “visión”, el “ver”, el “experimentar”.


De ahí que, en las apariciones, Jesús insiste en dejarse ver, pero también insiste en la explicación de las Escrituras.


¿Y nosotros qué camino seguimos en nuestro proceso de maduración de nuestra fe?


Nosotros recibimos la fe en el Bautismo. Pero sólo en semilla. Tendrá que crecer. Desarrollarse. Madurar. Una maduración en la que “el saber”, “el conocer”, tendrán que ir acompañados del “ver”, es decir, la “experiencia”. Hablar de fe sin práctica es hablar de nada.


Decir que “yo creo” pero “no practico”, es un engaño. No es suficiente sacar una buena nota en religión, si luego suspendemos en la práctica.


Las apariciones pascuales de Jesús terminan siendo pequeñas catequesis a la comunidad cristiana. Pero hay una que pareciera como una especie de “repaso de la lección”. Por tres veces, de manera explícita, Jesús quiso que entendiesen el misterio de su muerte y resurrección. Ellos se mostraron siempre de cabeza dura para entenderlo. Ahora, sufren las consecuencias. Una de las razones del desconcierto de la Pasión, Muerte y Resurrección estuvo precisamente en no haber querido aceptar las explicaciones con las que Jesús quería hacérselo entender.


Es por ello que, ahora, vuelve constantemente a reiterar la misma explicación. Lo hizo con los dos de Emaús y lo vuelve hacer ahora. “Estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día,....”


Hay verdades que son esenciales. Verdades sin las cuales todo el resto carece de sentido. Y en la base de nuestra fe y de nuestra vocación cristiana de Iglesia hay algo que tiene que quedar bien claro: Jesús tenía que morir y resucitar. Si olvidamos esto, o si rechazamos esto, nos quedamos sin piso. Nuestra fe se queda sin una base sólida.


La Iglesia tendrá que repasar constantemente esta lección de Jesús. Se podrán olvidar otros detalles. Pero la Iglesia nunca podrá olvidar ni la muerte ni la resurrección de Jesús. Sin ese fundamento, la Iglesia se debilitaría en su misma consistencia.


Hay olvidos que pueden ser mortales. Hay olvidos que pueden significar la muerte.Y hay recuerdos que son vida. Por eso Jesús mismo nos dejó el gran mandamiento: “Haced esto en memoria mía”. Esto no se puede olvidar, sin exponer a la misma Iglesia a un empobrecimiento de su ser y misión.


(Hechos 3, 13-15.17-19, 1ª carta de san Juan 2, 1-5, Lucas 24, 35-48)


(El subrayado es nuestro).

El proceso de maduración de la fe.

Clemente Sobrado C.P.

http://www.iglesiaquecamina.com/



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Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.

Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. (1 Juan 2, 4-5)



Lun.: IP 5, 5b-14; Sal 88; Mc 16,15-20- Santos Felipe y Santiago, apóstoles.
Jue.: Hch 13, 13-25; sal 88;Jn 13, 16-20
Mar.: Hch 11, 19-26; Sal 86; Jn 10, 22-30
Vie.: Hch 13, 26-33; Sal 2; Jn 14, 1-6
Mié.: Hch 12, 24-13, 5; Sal 66; Jn 12, 44-50
Sáb.: Hch 13, 44-52; Sal 97; Jn 14, 7-14










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