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7 de abril de 2009

A solas con Dios

A veces cuando queremos hacer oración nada nos satisface, las oraciones que conocemos no nos dicen nada, y tendemos a desanimarnos creyendo que no vale la pena seguir.

Ahora en estos días santos en el que nuestro ser, mente, corazón y voluntad deben estar con el Señor, no sólo por que es un deber si no una necesidad, es vital hacerlo.
Si el cuerpo necesita el aire para vivir, nuestra alma necesita el amor para seguir, y para recibir ese amor es que se hace necesaria la oración.

Hay diversos métodos para hacer oración, uno de ellos y muy recomendado por los jesuitas es la composición del lugar, La cual consiste principalmente en recrear con la imaginación y los sentidos un texto que se medite. Si la usamos para meditar la palabra de Dios descubriremos un mar de experiencias, tanto de conocimiento y sentires, que el corazón no podrá dejar de realizar.

Para evitar errores, debe realizarse siempre centradas en nuestro Señor Jesucristo, si Cristo no es el centro de lo que hacemos o vivimos, lo que tenemos no es cristiano. Además si en nuestra experiencia surgen temores, dudas o miedos deben confirmarse prontamente con alguien de nuestra Santa Iglesia, si es religioso mucho mejor.

1. SERENARSE
(Me detengo, me calmo y respiro).
Para orar hay que descender a lo hondo del corazón, donde se encuentran las cumbres del amor. Para eso hace falta silencio, calma. Lejos de toda prisa, de todo ruido, respiro hondamente, tomo la postura que mejor me vaya, oigo y veo la vida que me invade.

2. PRESENCIA DE DIOS. (Me doy cuenta que estoy ante Dios, mi creador y con el respeto que le debo, hago la señal de la cruz ).
Orar no es pensar mucho sino amar mucho. Amar al Dios trinitario que habita en nosotros. El corazón, en el fondo de nuestro ser, en nuestro yo profundo, allí en la hondura, se acoge humildemente a Dios. Así, en este vaivén de amar y dejarse amar, está la esencia de la oración.

3. COMPOSICIÓN DE LUGAR.
Hago una primera lectura, en ella me fijó en los detalles si es en el campo o en una ciudad, de día o de noche, quien es el personaje principal, qué hace , qué dice, cuándo lo hace , cómo lo hace. Luego, tomo un lugar en la historia, soy un discípulo, un pastor que labra el campo, un soldado que espera la orden, etc.

4. PETICIÓN.
Hago una petición personal sobre un fruto o logro que deseo alcanzar con esta meditacíon. Por ejemplo: “Señor Jesús, Virgen María, dadme gracia y ayuda para que guarde todos los días de mi vida los diez mandamientos” (San Francisco Javier).

5. ORACIÓN-CONTEMPLACIÓN.
Vuelvo a leer el texto, poniendo todo de mi, usando lo que conozco previamente de la historia, uso mis sentidos y toda mi imaginación (el tacto que puede sentir el viento, la vista que ve lo que ocurre, o el olfato que siente las aromas) de tal modo que me deje sorprender por el Señor. Cuando sea tocado por Él, me detengo y dejo que el Señor me guié en ese descubrimiento.

6. COLOQUIO.
Tengo una plática personal con el Señor acerca de lo que he meditado, con palabras sencillas que simplemente me nazcan

7. PADRE NUESTRO.
Finalizo dándole gracias a Dios por haberme guiado y por acompañarme constantemente en mi vida.


L.V.R


Bibliografía: Compañia de Jesús - España

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Lunes Santo: Is 42, 1-7; Sal 26; Jn 12, 1-11
Martes Santo: Is 49,1-6; Sal 70; Jn 13,21-33.36-38
Miércoles Santo: Is 50, 4-9a; Sal 68; Mt 26, 14-25
Jueves Santo: (Misa Crismal) Is 61, l-3a. 6a. 8b-9; Sal 88;Ap 1,5-8; Lc 4,16-21
(Noche de la Cena del Señor) Ex 12, 1-8. 11-14; Sal 115; 1Co 11, 23-26; Jn 13, 1-15
Viernes Santo: (Celebración de la Pasión del Señor) Is 52, 13-53,12; Sal 30; Hb 4, 14-16; 5,7-9; Jn 8, 1-19, 42
Sábado Santo: Vigilia Pascual Gn 1, 1-2,2; Sal 103 (o bien: Sal 32); Gn 22, 1-18; Sal 15; Ex 14, 15-15, 1; Sal: Ex 15, 1-6. 17-18; Is 54,5-14; Sal 29; Is 55, 1-11; Sal: Is 12, 2-3.4bcd. 5-6; Ba 3,9-15.32-4,4; Sal 18; Ez 36,16-28; Sal 41 (o bien: Sal 50); Rm 6,3-11; Sal 117; Lc 24, 1-12

Conferencia episcopal Peruana.

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