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11 de mayo de 2009

Para dar fruto...(Domingo 5 de Pascua).

En nuestra vida queremos dar fruto, es decir, sentirnos realizados y fecundos; hoy como verdaderos hijos de Dios, como discípulos de Jesús y con la alegoría de la vid, tenemos la respuesta a ese buen deseo, La clave en dos palabras: permanecer y dar frutos, convertirnos como Jesús en nueva vid que realiza las promesas del Padre.

Debemos comprender que en la vida nuestra, sólo podremos dar frutos reales si permanecemos en Jesús como los sarmientos. Debe brotar en nosotros la relación vid-sarmientos como la de Jesús-discípulos, para acentuar precisamente: el permanecer.


Lo primero es permanecer, los frutos vendrán más tarde. Nuestra experiencia vocacional cristiana será auténtica si permanecemos en el Señor. El permanecer nos sugiere estar, persistir, mantenerse, continuar, quedarse, residir etc. que exige una actitud contemplativa ante el misterio de Cristo. Esta contemplación que nos lleva a la acción se basa en lo que hoy claramente Jesús nos dice: sin mí no podéis hacer nada”. En la propia vida, en nuestro trabajo, en el apostolado siempre se corre el riesgo de hacer grandes programas, buenos análisis, tener un buen organigrama, etc. pero sin Jesús, no haremos nada que valga la pena.


Como verdaderos discípulos debemos permanecer y estar unidos a Jesús, mantener sus enseñanzas, dar frutos de amor y de unidad de tal manera que se puedan superar todas las dificultades. Pablo en su misión, sufre tensiones dentro y fuera de la primera comunidad debido a su conversión, pero no se sentía solo porque la comunidad lo acoge y lo protege.


Para dar frutos, necesitamos acrecentar nuestra fe, creer en Nuestro Señor Jesucristo, amar de verdad, como Él, con palabras y con obras, “no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad”. Como elegidos no debemos perder el sentido de nuestra identidad, de ser auténticos discípulos; para ello se requiere mirarnos con sinceridad y honestidad, siempre hay algo que hacer con nosotros, como por ejemplo cortar elementos que perjudican el amar de verdad.

Jesús nos dice, que la vida podada da frutos: “Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta y todo el que da fruto lo limpia para que de más fruto”; por eso debemos exigirnos que en todo el curso de la vida, en nuestro itinerario vocacional cristiano, tengamos que purificarnos, redescubrir en nuestro corazón los sarmientos débiles, secos, cortar todo lo que se nos ha ido acumulando o pegando. Pues, en el desarrollo de nuestra vida, con las vanidades que hoy existen, la poda es necesaria, no tengamos miedo e incluso si llevamos muchos años queriendo así lograr la gloria de Dios. El Señor nos llama a dar fruto abundante como condición para ser discípulos, por ello debemos superar todas las dificultades.


Hch 9,26-31; Sal 21; 1Jn 3,18-24; Jn 15, 1-8.


(Artículo editado).

P.Jorge E. Campos Huamán.
Comisión Episcopal de Seminarios y Vocaciones.


¨Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.¨
(Jn, 15,5-6).


Lun.
: Hch 14, 5-18; Sal 113; Jn 14, 21-26
Mar.: Hch 14, 19-28; Sal 144; Jn 14, 27-31a
Mié.: Hch 15, 1-6; sal 121; Jn 15, 1-8
Jue.: Hch 15, 7-21; Sal 95; Jn 15, 9-11
Vie.: Hch 15, 22-31; Sal 56; Jn 15, 12-17
Sáb.: Hch 16, 1-10; Sal 99; Jn 15, 18-21

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Ver también:

Programa de vida. (Sentimos la necesidad de hacer algo para cambiar, el problema es que no sabemos por dónde comenzar.)

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