Son esas horas las pruebas más irrefutables de su amor. Puedo estar
seguro de él totalmente. Puedo estar seguro de su perdón total. Puedo
estar seguro de que en el futuro no me abandonará, si yo no me suelto
de su mano.
De la mano de María y en su compañía quiero
vivir todos los pasos de la pasión, no perder un detalle, meditar cada
palabra, dejar que mi corazón sea herido por su dolor, unir mi vida,
sufrir y un día unir mi muerte a la suya.
Pide, Madre,
para todos nosotros la gracia del Espíritu para seguir a tu hijo con
nuestra cruz, para creer en su valor salvador, para estar al pie de la
de Jesús hasta el final, para darle hasta el último aliento, para ser
llevados a nuestro último destino junto a Él.
P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.
Formación Pastoral para Laicos
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2010/04/semana-santa.html
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