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22 de junio de 2012

"Donde está tu tesoro, allí está tu corazón"

Del santo Evangelio según San Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en le cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque dónde está tu tesoro, allí está tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!"

Meditación de Juan XXIII

¨Esta es nuestra invitación, queridos hijos, que aun en medio de las preocupaciones que nos asaltan, de los sinsabores de la vida cotidiana, permanezcáis fijos en Dios, que jamás abandona a sus hijos, y resistiendo a las diversas asechanzas del maligno espíritu, del que toman su origen los pecados capitales, que sepáis mantener vuestra vida en un serio empeño de rectitud y de obrar bien: iugiter, como dice la Sagrada Liturgia, es decir, con perseverancia. Sólo las buenas obras permanecen y forman ese tesoro, acumulado en el cielo, y "donde los ladrones no lo desentierran ni roban, porque —continúa el divino Jesús— donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (Math. 6, 20, 21).

Como solemos repetir amablemente, el cristiano vive en la tierra pero mira al cielo. Este mundo es sólo preparación, prueba, espera; el paraíso será la alegría y el premio eterno para quien haya sabido mantenerse fiel al Señor aun en medio de las tentaciones e incredulidades del mundo. No olvidemos el cielo, queridos hijos; que allá arriba esté fijo nuestro corazón, no por cierto por un renunciamiento cómodo a los deberes de la vida presente, sino para cumplirlos mejor con generosidad y espíritu de sacrificio. Trabajad con este espíritu, procurando, por tanto, hacer el bien en la caridad, en el respeto mutuo, en la paciencia, en la resignación; pero, sobre todo, con un sentido delicado y vigoroso de justicia. Y entonces incluso de las espinas brotarán rosas, que darán perfume para gloria de Dios y utilidad del prójimo, y vuestra vida será edificante y bendita.

Pedimos al Señor por vosotros, por vuestras familias, asociaciones y actividades, y confiamos en que Él escuchará nuestros deseos, seguros de que cada uno responderá y se conformará con la divina voluntad. Amad sobre todo el precepto evangélico que es alegría y paz de nuestra vida, incluso en las relaciones económicas: Haced a los demás lo que quisierais os hiciesen a vosotros; no hagáis a los demás lo que no quisierais os hiciesen a vosotros. (Math. 7, 12; Luc. 6, 31). Creedlo, es un gran, secreto de la vida, una garantía de prosperidad cierta. Creedlo, es un gran título de honor para vuestra persona, para vuestra familia, para todo lo que amáis en el presente y en la eternidad.¨ 

Discurso de S.S Juan XXIII a un grupo numeroso de la Confederación Italiana del Comercio, Domingo 25 de septiembre de 1960.

Véase en: http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/speeches/1960/documents/hf_j-xxiii_spe_19600925_aziende-commercio_sp.html

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