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24 de mayo de 2015

"Recibid el Espíritu Santo¨

Solemnidad de Pentecostés

Hechos 2, 1-11; 1 Corintios 12, 3b-7.12-13; Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." (Aciprensa.com)

Comentario:
Jesús al tercer día de su sacrificio redentor, resucita y se aparece a varios de ellos por ¨cincuenta¨ días, por ello esta fiesta se llama Pentecostés. Este pasaje es uno de esos encuentros.

Los discípulos han vivido una experiencia muy fuerte. Al maestro y al amigo que querían, lo martirizaron y mataron los judíos y los romanos. Como todo ser humano que vive una tragedia, viven un tiempo de duelo, de tristeza, de dolor, de negación, de búsqueda del consuelo, de nostalgia...además del miedo de ser perseguidos. Jesús al verlos les desea la paz, saludo común de los judíos, pero en sus labios y en ese ambiente es totalmente distinto. Les da su paz, que es consuelo, fortaleza, alegría, no les quita el peligro sino les da su presencia....

La misión de Jesús es redimir a los hombres, y la misión de los discípulos sera seguir la misión de Jesús. Ellos y nosotros estamos llamado a liberar, salvar, reconciliar con Dios a todos los hombres, para ello Jesús nos da el Espíritu Santo..

El Espíritu Santo, Dios mismo, no es una fuerza, ni un ¨poder¨, sino una persona, la tercera persona de la Santa Trinidad, Es quien nos comunica la vida de Dios, nos acompaña en nuestra vida cristiana, es quien nos ayuda a entender este evangelio, quien nos da el consuelo en el dolor, quien nos da la fuerza en las pruebas...., en suma es el Amor de Dios.   

Comentario extenso:

¿Pentecostés o Babel?:  

El sentido de Pentecostés se contiene en la frase de los Hechos de los Apóstoles: «Quedaron todos llenos del Espíritu Santo». ¿Qué quiere decir que «quedaron llenos del Espíritu Santo» y qué experimentaron en aquel momento los apóstoles?

 Tuvieron una experiencia arrolladora del amor de Dios, se sintieron inundados de amor, como por un océano. Lo asegura San Pablo cuando dice que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5, 5). Todos los que han tenido una experiencia fuerte del Espíritu Santo están de acuerdo en confirmar esto. El primer efecto que el Espíritu Santo produce cuando llega a una persona es hacer que se sienta amada por Dios por un amor tiernísimo, infinito.

El fenómeno de las lenguas es la señal de que algo nuevo ha ocurrido en el mundo. Lo sorprendente es que este hablar en «lenguas nuevas y diversas», en vez de generar confusión, crea al contrario un admirable entendimiento y unidad. Con ello la Escritura ha querido mostrar el contraste entre Babel y Pentecostés. En Babel todos hablan la misma lengua y en cierto momento nadie entiende ya al otro, nace la confusión de las lenguas; en Pentecostés cada uno habla una lengua distinta y todos se entienden.

¿Cómo es esto? Para descubrirlo basta con observar de qué hablan los constructores de Babel y de qué hablan los apóstoles en Pentecostés. Los primeros se dicen entre sí: «Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo, y hagámonos famosos, para no desperdigarnos por toda la faz de la tierra» (Gn 11, 4). Estos hombres están animados por una voluntad de poder, quieren «hacerse famosos», buscan su gloria. En Pentecostés los apóstoles proclaman en cambio «las grandes obras de Dios». No piensan en hacerse un nombre, sino en hacérselo a Dios; no buscan su afirmación personal, sino la de Dios. Por ello todos les comprenden. Dios ha vuelto a estar en el centro; la voluntad de poder se ha sustituido con la voluntad de servicio, la ley del egoísmo con la del amor.

En ello se contiene un mensaje de vital importancia para el mundo de hoy. Vivimos en la era de las comunicaciones de masa. Los llamados «medios de comunicación» son los grandes protagonistas del momento. Todo esto marca un progreso grandioso, pero implica también un riesgo. ¿De qué comunicación se trata de hecho? Una comunicación exclusivamente horizontal, superficial, frecuentemente manipulada y vanal, o sea, usada para hacer dinero. Lo opuesto, en resumen, a una información creativa, de manantial, que introduce en el ciclo contenidos cualitativamente nuevos y ayuda a cavar en profundidad en nosotros mismos y en los acontecimientos. La comunicación se convierte en un intercambio de pobreza, de ansias, de inseguridades y de gritos de ayuda desatendidos. Es hablar entre sordos. Cuanto más crece la comunicación, más se experimenta la incomunicación.

Redescubrir el sentido del Pentecostés cristiano es lo único que puede salvar nuestra sociedad moderna de precipitarse cada vez más en un Babel de lenguas. En efecto, el Espíritu Santo introduce en la comunicación humana la forma y la ley de la comunicación divina, que es la piedad y el amor. ¿Por qué Dios se comunica con los hombres, se entretiene y habla con ellos, a lo largo de toda la historia de la salvación? Sólo por amor, porque el bien es por su naturaleza «comunicativo». En la medida en que es acogido, el Espíritu Santo sana las aguas contaminadas de la comunicación humana, hace de ella un instrumento de enriquecimiento, de posibilidad de compartir y de solidaridad.

Cada iniciativa nuestra civil o religiosa, privada o pública, se encuentra ante una elección: puede ser Babel o Pentecostés: es Babel si está dictada por egoísmo y voluntad de atropello; es Pentecostés si está dictada por amor y respeto de la libertad de los demás.

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap, Predicador del Vaticano
CaminoCatólico.org

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