Buen día en el Señor, hoy es la fiesta solemne de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, En el Evangelio de hoy (Jn 19,25-27) vemos a Jesús en la cruz. San Juan lo describe diciendo: ¨Jesús entonces, viendo a la madre y allí junto a ella al discípulo que lo amaba, dice….”(v.26). Palabras con las cuáles quiere expresar su voluntad: “He ahí a tu hijo” (v.26). “He ahí a tu madre” (v,27). Jesús desde su trono, la cruz, con sus palabras, no sólo pronuncia su voluntad, sino también quién está verdaderamente en su amor por nosotros y cuál es el fruto de este amor. Es el cordero de Dios, el pastor que da su vida por nosotros.
Junto a la cruz ¨Junto¨ es una palabra muy importante, repetida dos veces cuando Juan habla de la madre de Jesús y del discípulo amado. El evangelista dice que la madre de Jesús estaba “junto a la cruz” (v.25) y el discípulo amado estaba ”junto a ella” (v.26). Este importante detalle tiene un significado bíblico muy profundo. Sólo él nos cuenta que la madre de Jesús no estaba siguiéndolo de lejos, sino junto a la cruz y en compañía de las otras mujeres. Recta de pie, como una fuerte mujer que continúa creyendo, esperando y teniendo confianza en Dios, incluso en aquel momento tan difícil. La madre de Jesús está en el momento importante en el cuál “Todo se ha consumado” (v.30) en la misión de Jesús. Además, el evangelista subraya la presencia de la madre de Jesús en el comienzo de su misión, en las bodas de Caná, donde Juan usa casi la misma expresión: “Estaba allí la madre de Jesús” (Jn 2,1)
La mujer y el discípulo En las bodas de Caná y en la cruz, Jesús muestra su gloria y su madre está presente. Durante la fiesta de las bodas de Caná, Jesús transformó el agua contenida en seis tinajas (Jn 2,6). El número seis simboliza la imperfección. El número perfecto es el siete. Por este motivo Jesús responde a su madre:” No ha llegado mi hora” (Jn 2,4). La hora, en la cuál Jesús ha renovado todo, ha sido la hora de la cruz.
En la cruz, con agua y sangre, Jesús hace nacer la Iglesia y al mismo tiempo ella se convierte en su esposa. Tanto en las bodas de Caná como en la cruz, Jesús no llama a su madre por el propio nombre, sino que le da el bellísimo título de “Mujer” (Jn 2,19,26). El título de “Mujer” pone en claro que en aquel momento Jesús estaba abriendo el corazón de su madre a la maternidad espiritual de sus discípulos, representados en la persona de Juan quien se encuentra siempre cerca de Jesús. El discípulo que ha entendido el misterio de Jesús y ha permanecido fiel a su maestro hasta la crucifixión, y más tarde sería el primer discípulo en creer la Resurrección (Jn 20.4-8)
El discípulo amado de Jesús, no tiene nombre, porque nos representa. La Mujer se convierte en madre del discípulo. La Mujer, no es sólo la madre de Jesús, sino también la Iglesia. Juan nos dice en el libro del Apocalipsis: “En el cielo apareció un grandiosa señal: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas. Estaba encinta y gritaba por los dolores y trabajos del parto” (Ap 12,1-2) La mujer, pues, es la imagen de la Iglesia madre que está con los dolores del parto para engendrar a Dios nuevos hijos. La madre de Jesús es la imagen perfecta de la Iglesia esposa de Cristo.
El discípulo recibe en su casa a la mujer Jesús con esta entrega permitió un encuentro de Amor entre los discípulos y la Mujer, (su Madre y la Iglesia). El evangelista lo señala con las palabras de Jesús : “¡He ahí a tu madre!” (v.27)
Juan continúa: “Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa” (v. 27). Esto significa que la ha recibido como una valiosa y querida persona. Esto nos recuerda, el comienzo del evangelio de Mateo, la visión del ángel en el sueño de José, el esposo de María.
En esta visión el ángel dice a José: “José, hijo de David, no temas recibir contigo a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella viene del Espíritu Santo” (Mt 1,20). Mateo empieza con el Señor Dios confiando María y Jesús a José; y Juan concluye, con Jesús confiando su Madre y la Iglesia, en las manos del discípulo amado.
En el día de hoy, volvamos a la cruz, miremos al Señor que nos dice: “¡He ahí a tu madre!” , y acogámosla y amémosla como Él lo hace.
Que la misericordia y la confianza en el Señor, no les falte.
Gracias
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