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3 de julio de 2012

¿Porque me has visto has creído?

Del Santo Evangelio Según San Juan 20, 24-29.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto". 

Meditación de San Juan Crisóstomo
(...)
Pero Tomás, uno de los doce, el apellidado Dídimo [gemelo en griego], no estaba con ellos cuando vino Jesús. Dijéronle, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Mas él dijo: Si no viere no creeré, etc. (Jn 20,24-25).

Así como el creer con simplicidad y sin motivo es propio de la ligereza, así el andar investigando y examinando con exceso es propio de una cabeza muy dura. Y de esto se acusa a Tomás. Pues como los apóstoles le dijeran: Hemos visto al Señor, él no les creyó. No únicamente a ellos no les dio fe, sino que pensó ser la resurrección de los muertos cosa imposible. Porque no dijo: Yo no os creo, sino: Si no meto mi mano no creo.

-¿Cómo es que estando ya todos juntos sólo él estaba ausente?

Es verosímil que aún no regresara de la dispersión precedente [ante la muerte de Jesús].

-Pero tú cuando ves al discípulo que no cree, fíjate en la clemencia del Señor, y cómo por sola un alma manifiesta las llagas que recibió; y acude a la salvación de sola ella, aun teniendo Tomás un ánimo más cerrado que otros. –

Y esta fue la causa de que buscara la fe por el testimonio del más craso [grueso] de los sentidos y ni a sus ojos diera su asentimiento. Porque no dijo únicamente si no veo, sino además: ¨Si no palpo, si no toco¨; temiendo que lo que viera se redujera a simple fantasía.

Los discípulos que le anunciaban la resurrección y también el Señor que había prometido resucitar eran fidedignos. Y sin embargo, aun habiendo él exigido muchas más pruebas, Cristo no se las negó.

-Mas ¿por qué no se le apareció inmediatamente, sino hasta ocho días después?-

Para que instruido y enseñado por los otros discípulos, cobrara mayor anhelo y quedara para lo futuro más confirmado.

-¿Cómo supo que a Cristo le había sido abierto el costado?-

 Lo oyó de los otros discípulos.

-Entonces ¿por qué una cosa sí la creyó y otra no?-

Porque lo segundo sobre todo era admirable.

-Advierte además con cuánto amor a la verdad hablan los apóstoles y no ocultan sus propios defectos ni los ajenos, sino que escriben [los evangelios] sumamente apegados a lo que era verdad.-

Se presenta de nuevo Jesús y no espera a que Tomás le niegue ni a oír lo que quería decirle; sino que cuando Tomás aún nada decía se le adelanta y le llena sus anhelos, dándole a entender que estaba presente cuando Tomás decía lo que les dijo a los discípulos; puesto que usó de sus mismas palabras y con vehemencia lo increpa y lo instruye para adelante. Pues habiéndole dicho: ¨Trae acá tu dedo y mira mis manos; y mete tu mano en mi costado, añadió: Y no seas incrédulo sino fiel.¨

-¿Adviertes cómo Tomás dudaba por falta de fe?-
 Pero esto sucedió antes de que recibieran el Espíritu Santo. Después de recibido ya no procedieron así, pues habían llegado a la perfección.

Y no lo increpó únicamente de esa manera, sino también en lo que luego añadió. Como el apóstol, una vez certificado del hecho, se arrepintiera y exclamara: ¨¡Señor mío y Dios mío!¨  Jesús le dijo: ¨Porque me viste has creído. Bienaventurados los que no vieron y creyeron¨.

Esto es lo propio de la fe: dar su asentimiento a lo que no se ha visto. Es pues fe la seguridad de las cosas que se esperan, la demostración de las que no se ven, De modo que por aquí llama bienaventurados no sólo a los discípulos, sino además a los que luego habían de creer.

-Dirás que los discípulos vieron y creyeron-.

Pero ellos no anduvieron en esas inquisiciones, sino que por aquello de los lienzos al punto creyeron en la resurrección y antes de ver el cuerpo resucitado tuvieron fe plena.

+De modo que si alguno llegara a decir: Yo hubiera querido vivir en aquel tiempo y ver a Cristo haciendo milagros, ese tal que reflexione en aquellas palabras: ¨Bienaventurados los que no vieron y creyeron¨.-

 Lo que sí tenemos que investigar es cómo un cuerpo incorruptible conservó las cicatrices de los clavos y pudo ser palpado por manos mortales.

-Pero no te burles. Fue cosa propia de Cristo, que así se abajaba. Su cuerpo tan tenue, tan leve que entró en el cenáculo estando cerradas las puertas, ciertamente carecía de espesor; pero con el objeto de que se le diera fe a la Resurrección, se mostró tangible.-

 Y para que conocieran que era el mismo que había sido crucificado y que no resucitaba otro en su lugar, resucitó con las señales de la cruz; y por eso mismo comía con los discípulos. Y esto sobre todo exaltaban en su predicación los apóstoles, diciendo: ¨Nosotros, los que con El comimos y bebimos¨ .

 Así como antes de la crucifixión lo vemos andando sobre las olas y sin embargo no afirmamos que su cuerpo sea de naturaleza distinta de la nuestra, así cuando después de la resurrección lo vemos con las cicatrices, no por eso decimos que su cuerpo sea corruptible. El se muestra en esa forma por el bien de los discípulos.

Muchos otros milagros hizo ciertamente Jesús. Lo dice el evangelista porque él ha referido muchos menos milagros que los otros; aunque tampoco esos otros habían referido todos los milagros obrados por Jesús, sino solamente los necesarios para que creyeran los oyentes. Y después continúa: Si se escribieron todos, creo yo que ni en todo el mundo cabrían los libros que se habían de escribir. Consta por aquí que los evangelistas no escribían por lucimiento, sino para utilidad. Quienes pasaron en silencio tantas cosas ¿cómo puede ser que escribieran por jactancia? Pero entonces ¿por qué no refieren todos los milagros? Sobre todo porque son muchísimos y además porque no pensaban que quienes no creyeran con los referidos creerían si se les refirieran muchos más; y en cambio quienes con esos creyeran ya no necesitaban de otros para su fe.
 

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