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5 de julio de 2012

"Tus pecados están perdonados"

Del Santo Evangelio Según Mateo 9, 1-8.

En aquel tiempo subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: "¡Änimo, hijo!, tus pecados están perdonados". 

Algunos de los letrados se dijeron: "Este blasfema". Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa".

Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.



Meditación de San Juan Crisóstomo 

(...)

-Considera cuan manso y modesto se presenta Jesús-. Ya antes había despachado a las turbas; y ahora, rechazado por los gerazenos [habitantes de Gerasa], no se resistió, sino que se apartó, aunque no lejos. Y luego, subiendo en la barca hizo la travesía que podía haber hecho a pie, andando sobre las aguas. Pero no quería estar haciendo milagros para todo y continuamente, sino mantener sus disposiciones providenciales.-

Dice, pues, Mateo: ¨Le trajeron al enfermo¨. Los otros evangelistas dicen que fue bajado hasta Cristo, tras de haber los cargadores roto el techo; y lo pusieron delante de Cristo, sin pronunciar palabra los que lo llevaban, sino dejándolo todo al arbitrio [disposición] de Cristo.

A los principios Jesús recorría los pueblos y no exigía de quienes se le acercaban una fe tan profunda; pero en este caso ellos fueron quienes se acercaron y Él les exigió el acto de fe. Porque dice Mateo: ¨Viendo la fe de ellos¨; es decir de los que habían descolgado al paralítico. Pues no siempre requiere Cristo la fe de los enfermos; por ejemplo cuando deliran o de algún modo están fuera de sí a causa de la enfermedad. Pero aquí además era grande la fe del enfermo; pues de otra manera no habría tolerado que lo bajaran en esa forma. Y pues ellos demostraron tan grande fe, Cristo demostró su poder, al perdonar por propia potestad los pecados y mostrarse en todo igual al Padre.

(...) Pero aquí, en un modo superior obliga a sus enemigos a confesarlo igual a su Padre y lo esclarece por las palabras mismas de ellos. Él, por su parte, mostrándose ajeno a toda ambición(porque había una gran cantidad de espectadores que impedían la entrada y fue el motivo de que los cargadores descolgaran por el techo al paralítico), no se avalanzó al punto a curar aquel cuerpo enfermo, sino que tomó ocasión de los que lo llevaban; y antes que nada curó la enfermedad que no se veía, o sea la del alma, perdonándole sus pecados: cosa que al paralítico le daba la salud, pero a Él no le daba mucha gloria delante de los escribas y fariseos.

Porque éstos, excitados por su perversidad, mientras buscaban ocasión de injuriarlo, contra su voluntad hicieron que aquella igualdad apareciera más claramente.

-Hábil como era, se valió de la envidia de ellos para obrar un milagro. Pues como se turbaran y dijeran en su corazón: Este blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? veamos qué les respondió. ¿Acaso contradijo aquella opinión? Pero si no era igual a Dios, debió responderles: ¿Por qué pensáis de mí lo que no es conforme a la verdad? ¡Lejos estoy de potestad tan grande! Pero nada de esto les dice, antes bien afirmó y confirmó la opinión con palabras y con milagros.-

Pareciéndole inoportuno decir a sus oyentes ciertas cosas de sí mismo, confirma eso que le atañe por medio de otros. Y, lo que es más admirable aún, no únicamente por medio de sus amigos, sino también por medio de sus enemigos, cosa que nacía de su ciencia excelente. (…) Pues como ellos dijeran. Nadie puede perdonar los pecados sino sólo Dios, El continuó: ¨Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra poder de perdonar los pecados¨, dijo al paralítico: ¨Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa¨.

(...) Y aquí da otra señal no pequeña de su divinidad y de la igualdad con su Padre. Porque ellos decían: perdonar los pecados sólo es propio de Dios. Este en cambio no sólo perdona los pecados, sino que de antemano demuestra otra cosa, que también sólo es de Dios, como es revelar los secretos de los corazones. Porque ellos no habían descubierto lo que pensaban. Dice el evangelista: ¨Algunos escribas dijeron dentro de sí: éste blasfema¨. Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?

-Y que sólo sea de Dios conocer los secretos de los corazones, oye cómo lo dice el profeta: ¨Sólo tú conoces los corazones.¨ Y también: Dios que escruta los corazones y los riñones. Y Jeremías: ¨Tortuoso es el corazón del hombre, impenetrable para el hombre¨. ¿Quién puede conocerlo? Y además: ¨El hombre ve la figura, pero Dios ve el corazón¨. Y en muchos otros lugares de la Escritura puede verse que sólo Dios es quien penetra los pensamientos. -

De manera que para demostrarles su divinidad y su igualdad con el Padre, les descubre y revela lo que ellos dentro de sí pensaban, pero a causa de la multitud no se atrevían a declarar. Y en eso mismo manifestó gran mansedumbre de alma.

-Mas ¿por qué les dijo: por qué pensáis mal en vuestros corazones? A la verdad, si había lugar para indignarse, le tocaba al enfermo, como engañado, que podía decirle: ¨Viniste a curar una enfermedad ¿y te dedicas a curar otra distinta? ¿Cómo puedo saber que mis pecados me son perdonados? ¨ -

Pero nada le dice, sino que confía en el poder del médico; mientras que los escribas perversos y comidos de envidia, se oponen a los beneficios que a otros se hacen. Por lo cual Cristo, aunque con suma blandura, los corrige. Como si les dijera: ¨Si no creéis a mis primeras palabras y las juzgáis jactanciosas, daré un paso más y revelaré vuestros secretos pensamientos; y aun añadiré una tercera prueba¨.

-¿Cuál? Que voy a dar la salud al paralítico.-

Por cierto que cuando habló con el paralítico no declaró tan manifiestamente su poder como aquí, ni dijo: ¨ Yo te perdono¨, sino: ´Tus pecados te son perdonados¨. Pero como ellos lo obligan, más claramente deja ver su poder diciéndoles: ¨Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra poder de perdonar los pecados¨.

-¿Ves cuan lejos está de querer que no se le tenga por igual a su Padre? Porque no dijo que el Hijo del hombre necesitara de otro, ni que el Padre le había dado poder, sino: el Hijo del hombre tiene poder.-

Y no lo dijo por fausto [lucirse] , sino: ¨para persuadiros de que yo no blasfemo al hacerme igual a Dios¨. Es que en todas partes quiere dar pruebas claras y firmes de esa igualdad, como cuando dice: ¨Anda y muéstrate al sacerdote¨, y cuando presenta a la suegra de Pedro sirviéndoles a la mesa; y cuando permite que los cerdos se despeñen al mar. Del mismo modo, ahora presenta la salud corporal como signo de la remisión del pecado; y como señal de la salud corporal el que el enfermo cargue con su lecho, para que nadie piense que lo ocurrido eran simples apariencias.

-Pero no hizo el milagro antes de preguntarles: ¨¿Qué es más fácil: decir tus pecados te son perdonados o decir levántate y anda?¨ Como si les dijera: ¨¿Qué os parece cosa más fácil: sanar un cuerpo enfermo o perdonar al alma sus pecados?¨-

Manifiestamente el sanar el cuerpo. Cuanto el alma es más excelente que el cuerpo, tanto más es perdonar los pecados que curar el cuerpo. Pero como aquello primero es oculto y secreto y lo segundo es más manifiesto, añadió lo que era menos difícil pero más claro para que por esto se mostrara lo que es mayor pero más oculto. Y así también reveló lo que ya el Bautista había dicho: El que quita el pecado del mundo? Una vez que por su mandato se puso el enfermo en pie, Jesús lo despachó a su casa, demostrando nuevamente cuan lejos estaba de todo fausto y que la curación no había sido imaginaria: y pone a los mismos escribas como testigos de ella.

(...)
En este pasaje Cristo no dice a los escribas: ¡Oh execrables! ¡oh embaucadores! ¡oh envidiosos y enemigos de la salud de los hombres! Sino simplemente: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Es pues necesario curar la enfermedad con dulzura. Quien se vuelve mejor por humanos temores, pronto volverá a la maldad. Por tal motivo ordenó Cristo que no se tocara la cizaña, dando tiempo a la penitencia. Pues muchos de ellos hicieron penitencia, y fueron buenos, habiendo antes sido malos: así Pablo y el publicano y el buen ladrón. Después de haber sido cizaña se cambiaron en trigo maduro. Cierto que en las plantas esto no puede hacerse; pero en los propósitos de la voluntad se hace fácilmente, porque ésta no está sujeta a esas leyes de la naturaleza, sino que fue honrada con el don del libre albedrío.

Si ves pues a un enemigo de la verdad, hazle algún servicio, cuida de él, vuélvelo al camino de la virtud siendo para él un excelente ejemplo de vida; habíale correctamente, empéñate en ayudarlo y auxiliarlo, toma todos los medios para que se enmiende; imita a los médicos excelentes que usan de diversas clases de medicinas, y cuando ven que la úlcera no cede con la primera usan de otra y luego enseguida de otra, de manera que unas veces cortan, otras aplican vendajes. Tú, pues, hecho médico de las almas, usa de todos los modos de curar, conforme a las leyes de Cristo, para que recibas la recompensa de tus buenas obras y de la salud alcanzada por otros, haciéndolo todo a gloria de Dios y alcanzando por ahí la gloria para ti mismo. Porque dice: Yo honro a los que me honran y desprecio a los que me desprecian.

Hagámoslo todo para su gloria y para alcanzar aquella divina herencia. Ojalá que todos la consigamos por gracia y benignidad del Señor nuestro Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Amén.



El subrayado es nuestro.
San Juan Crisóstomo, Homilias sobre el Evangelio Según San Juan, Homilia XXIX (XXX) 







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