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19 de julio de 2012

El Señor nos dice: ¨Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón¨

Buen día en el Señor, en el evangelio de ayer el Señor Jesús daba gracias a su Padre, por que se había revelado ante los pequeños, ante la gente sencilla.,. En el evangelio de hoy (Mt 11,28-30) nos dice: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

Dios se revela a los ¨pequeños¨, a la gente sencilla Los sabios, los doctores de aquella época habían creado un sistema de leyes que imponían a la gente en nombre de Dios (Mt 23,3-4). Pensaban que Dios exigía de la gente estas observancias. Pero la ley del amor, traída por Jesús, decía el contrario. Lo que importa para salvarnos, no es lo que hacemos para Dios, sino lo que Dios, en su gran amor, hace por nosotros Dios quiere misericordia y no sacrificio (Mt 9,13). La gente pequeña, sencilla y humilde  no tenía ataduras para entender y sobre todo acoger esta propuesta del Reino. En cambio, los sabios y entendidos estaban sujetos a sus prejuicios, honores, y ambiciones que no los dejaban aceptar el Evangelio.

La humildad Viene del latín humilitas, de humus (tierra) que significa abajarse, hacerse tierra. Es la virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio sin desviarse en juicios que no le pertenecen.

La humildad no solo se opone al orgullo sino también a la auto abyección (auto humillación) en la que se dejaría de reconocer los dones de Dios y la responsabilidad de ejercitarlos según su voluntad. Para Santa Teresa de Avila: "La humildad es la verdad"  y para San Francisco de Sales: "El grado mas perfecto de humildad es complacerse en los menosprecios y humillaciones. Vale mas delante de Dios un menosprecio sufrido pacientemente por su amor, que mil ayunos y mil disciplinas." Para adquirirla, es un proceso de vida que supone conocerse, aceptarse, el olvido de si y darse,  a Dios y a los demás. (La humildad-corazones.org) 

La mansedumbre. Es la virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza que evita todo movimiento desordenado de resentimiento por el comportamiento de otro. La mansedumbre modera los arrebatos de cólera que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. (La mansedumbre-corazones.org). Esta virtud se opone a lo que comúnmente llamamos ser ¨reactivos¨, o ser ¨hipersensibles¨, ante circunstancias o agresiones de los demás.

Jesús enseña: "Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra". (Mateo 5:4): Jesús así nos señala que al ser humildes tendremos mansedumbre y por tanto no viviremos agobiados o fatigados. Puesto que al esforzarnos por tener esas virtudes, acogeremos el evangelio, nos pareceremos mas al Señor Jesús, agradaremos a Dios y así tendremos su ayuda y su Gracia que todo lo puede. 

En el día de hoy, descubramos la humildad en Cristo, y comencemos a imitarla en nuestras vidas, ambientes y situaciones concretas.

Que la Misericordia y la confianza en el Señor, no les falte.

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