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30 de noviembre de 2012

"Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres."

Del Santo Evangelio según San Mateo 4,18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. (Aciprensa.com)


Comentario:

*Pasando por la orilla del lago: Jesús se encuentra en Cafarnaún, «no se quedó en Nazaret, sino que se fue a vivir a Cafarnáun a orillas del lago». Dato que ayuda a ubicar los orígenes históricos del ministerio de Jesús: «la cosa empezó en Galilea» (Lc 23,5). Pasando por la orilla del lago, es de entenderse que su predicación comienza entre la gente que frecuenta las orillas del lago, comerciantes, pescadores, cobradores de impuestos... Jesús acude a la cotidianidad de la existencia de quienes llama, para invitarlos a construir desde allí la apuesta por el reino de Dios, una propuesta de vida más humana.

En el inicio mismo de su predicación Jesús se da cuenta de la magnitud de su tarea y pone los ojos en dos hombres que estaban tirando la red porque eran pescadores. Jesús llama y explica para qué: hacerlos pescadores de hombres. Al momento dejaron sus redes y lo siguieron. Más adelante llama a otros dos, a los hijos del Zebedeo que estaban reparando sus redes porque también eran pescadores. «Ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron». 
No hay ningún dato en el evangelio que indique alguna propuesta específica de Jesús para hacerse seguir por estos hombres. Sólo a los dos primeros les promete hacerlos pescadores de hombres, a los demás sólo los llama. Con cuatro hombres detrás, Jesús ya tiene apariencia de maestro, un maestro debía tener mínimo seis discípulos. Qué expectativas tenían estos cuatro primeros, qué buscaban detrás de Jesús, no lo sabemos. De otros pasajes de los evangelios podemos deducir que ellos esperaban que Jesús instaurara el reino en Israel y para Israel (Lc 24,21) y que ellos tuviera la primacía en la administración y gobierno (Mc 10,35-37); también sabemos que después de un largo trecho en su proceso formativo, ninguno de ellos entendía nada de lo que Jesús quería decir cuando habla de ser arrestado en Jerusalén y sufrir mucho a manos de las autoridades judías ( Mc 8,31-33); también sabemos que en el momento definitivo de Jesús, estos incondicionales seguidores, lo dejaron solo. Pero también sabemos que después de su resurrección, Jesús los envió a anunciar el Evangelio y a hacer discípulos suyos en todo el mundo, además con la promesa de estar con ellos hasta el fin del mundo (Mt 28,19-20). 

Andrés fue el primero en reconocer al Señor como a su maestro… Su mirada percibió la venida del Señor, dejó la enseñanza de Juan el Bautista para meterse en la escuela de Cristo… Juan Bautista había dicho: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Este es el que libera de la muerte; este es el que destruye el pecado. Yo he sido enviado no para ser tenido por el esposo, sino como aquel que le acompaña (Jn 3,29). He venido como servidor, no como maestro.

Estimulado por sus palabras, Andrés deja a su antiguo maestro y corre hacia el que su maestro anunciaba… haciendo seguir con él a Juan, el evangelista. Los dos dejan la lámpara (Jn 5,35) y se van hacia el sol… Habiendo reconocido al profeta del cual Moisés había dicho: "Es a él a quien escucharéis" (Dt 18,15), Andrés conduce a su hermano Pedro hacia él. Muestra a Pedro su tesoro: "Hemos encontrado al Mesías (Jn 1,41), a aquel que deseábamos. Ven ahora a gustar de su presencia". Todavía no era apóstol, y ya conduce a su hermano a Cristo… Fue su primer milagro. Basileo de Seleucia (?-hacia 468), obispo

Volver la mirada al proceso formativo de los apóstoles es encontrarnos con un grupo absolutamente desconectado del proyecto y de la intencionalidad de Jesús. Pero es también encontrarnos con la paciente pedagogía de Jesús que a pesar de todo y por encima de todo confía en sus seguidores al punto de confiarles la expansión de la Buena Noticia; es también caer en la cuenta de que el discípulo no es ni puede sentirse un superhombre, es antes que nada la criatura débil y de poca conciencia que puede llegar a ser, por pura gracia divina, digno de ser enviado, digno de ser operario en la instauración del reino del Padre. En fin, volver a mirar a los discípulos y su proceso de formación es motivo de gran alegría para nosotros cristianos y cristianas del s. XXI porque pese a todo también nosotros podemos contar con que Jesús nos llama, no porque seamos ni los más buenos, ni los mejores, sino porque a pesar de lo que somos y como somos, El puede hacer algo bueno: actualizar permanentemente el reino en el mundo.

Los textos vocacionales aparecen como relatos que nos ayudan a comprender el misterio de todo llamado: la vocación nace en la cotidianidad de la vida, con unos rasgos de identificación familiar, en el ambiente propio de cada convocado y con el llamado a seguir y proseguir una propuesta de vida desde el cambio radical que se va a operar en la vida de quien ha sido llamado. , por medio de distintas personas y situaciones, de llamarnos por nuestros nombres para ser servidores idóneos del reino de Dios en distintos tiempos y lugares del mundo, para ser constructores de una nueva sociedad en la que el Dios de la Vida y la Justicia reine. 
 
Estos cuatro primeros discípulos que siguen a Jesús representan a los discípulos de todos los tiempos. Así se propone el llamado: ser discípulos, seguidores de Jesús en comunidad. Como discípulos debemos despojarnos de ataduras que no nos dejan avanzar en nuestra marcha; debemos lanzarnos mar adentro en las inmensas posibilidades que nos plantea la barca y que nos propone Jesús como modelo de nuestra entrega al servicio desinteresado por el reino; debemos romper con todo lo que no nos permite asumir con radicalidad el servicio a los demás, y con los vínculos que obstaculizan nuestra misión de ser pescadores de una nueva humanidad. 


Jesús, de camino por el lago de Galilea, llama a los que serán sus discípulos, hombres y mujeres disponibles para seguir sus pasos, abiertos a la novedad del reino, dispuestos incluso a dar la vida por la causa de Jesús. Son personas del común que aceptan sin condiciones la invitación hecha por el Maestro, dejan atrás los miedos, los fracasos, las comodidades, e inician una nueva forma de vida inspirada y sostenida por la fe en Aquél que proclama y realiza el reino de Dios: Jesús de Nazaret. 

Hoy, como creyentes, estamos llamados a continuar la obra iniciada por Jesús. Es la misión de toda la Iglesia: ser testimonio vivo de ese llamado, ser discípulos/as oyentes y servidores, testigos fieles y apasionados de esa Palabra que se ha encarnado en nuestra historia, con el fin de trascendernos y hacernos libres.

La edición y el subrayado son nuestros.
Padre Juan Alarcón Cámara S.J.-homiletica.org

En este día, descubramos el llamado del Señor en nuestra vida de todos los días para continuar su obra siendo testimonio vivo, discípulos, servidores y testigos fieles y apasionados por el Reino de Dios.

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.

Gracias

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