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21 de julio de 2012

Del Santo Evangelio Según San Mateo 12, 14-21 


En aquel tiempo, los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron. El los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones". (Aciprensa.com)


Meditación de  San Juan Crisóstomo

(…)

¡Tan grave mal es la envidia! Ella acomete no sólo a los extraños, sino también a los parientes continuamente. Marcos afirma que los fariseos deliberaban juntamente con los herodianos.

-Y ¿qué hace el mansísimo Jesús?-
 
Como esto hubo sabido, se apartó, dice el evangelista: Jesús, noticioso de esto, se alejó de ahí. ¿Dónde están ahora los que exigen milagros? Con tales sucesos demuestra que un alma perversa ni a los milagros cede; y al mismo tiempo prueba que sin causa se acusa a sus discípulos. Conviene también advertir que los fariseos, a causa de los beneficios que Jesús hace a los prójimos, se enfurecen más aún; y que cuando ven a alguno sanado de su enfermedad o de su perversidad, entonces es cuando acusan, entonces se irritan con furor. Cuando iba a llevar el arrepentimiento a la meretriz, lo calumniaron; cuando comió con los publicanos, hicieron lo mismo; y lo mismo ahora que vieron la mano curada. 

-Pero tú considera cómo, a pesar de todo, no desiste de curar a los enfermos, ni aun para amansar o al menos disminuir la envidia de los fariseos-.

Y lo siguieron grandes turbas y los curaba a todos, encargándoles que no lo descubrieran. Por todas partes las turbas lo siguen y lo admiran; pero los fariseos no desisten de su envidia.
-Y luego, para que no te turbes por sus obras y de su increíble furor, alega el evangelista la voz del profeta que todo lo había anunciado de antemano-

Porque fue tanto el cuidado y exactitud de los profetas que ni aun esto omitieron, sino que profetizaron sus caminos y sus traslados y aun la intención con que lo hacía; todo para que entiendas que hablaban movidos por el Espíritu Santo. Pues si no se pueden conocer las secretas intenciones de los hombres, mucho menos se pueden conocer las finalidades que a Cristo mueven, si no es por revelación del Espíritu Santo.

Y pone así lo que el profeta dijo: ¨He aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado en quien mi alma se complace. Haré descansar mi Espíritu sobre él y anunciará el derecho a las gentes. No disputará ni gritará, nadie oirá su voz en las plazas. La caña cascada no la quebrará y no apagará la mecha que aún humea, hasta hacer triunfar el derecho; y en su nombre pondrán las naciones su esperanza¨ 

De este modo celebra su mansedumbre y su poder inefable; y abre a los gentiles una amplia y gran puerta, al mismo tiempo que predice males para los judíos, y demuestra su unión de voluntad con su Padre, pues dice: He aquí a mi siervo a quien elegí, mi amado en quien mi alma se complace. Ahora bien, si el Padre lo eligió, no abroga la ley contrariando a su Padre, pues no procede como enemigo del legislador, sino como quien va unánime y obrando juntamente con él. Y luego ensalzando su mansedumbre, dice: No disputará ni gritará. En efecto: El anhelaba sanar a los fariseos, pero como ellos lo rechazaron, no quiso ponerse a luchar contra ellos. Luego el profeta, manifestando el poder de Jesús y la debilidad de los fariseos, dice: La caña cascada no la quebrará. En realidad le era fácil quebrarlos a todos como a una caña; ni sólo como a una caña, sino caña ya cascada. Y no apagará la mecha que aún humea. Declara con esto la ira encendida de los fariseos y la fortaleza de Jesús, que podría acabar con sus furores y apagarlos con suma facilidad. Por donde se ve su gran mansedumbre.

-Pero esto ¿será siempre así? ¿perpetuamente los soportará en sus furores y asechanzas?-
De ningún modo. Una vez que haya El demostrado sus virtudes y lo que a El atañe, luego procederá a lo otro, pues así lo significó el profeta diciendo: ¨En su nombre pondrán las naciones su esperanza. Hasta hacer triunfar el derecho.¨ Es lo mismo que dice Pablo: ¨Prontos a castigar toda desobediencia¨.
 
-¿Qué significa: hasta hacer triunfar el derecho?-

Como si dijera: una vez que El haya cumplido todo lo que le toca, entonces acometerá la venganza y castigo perfecto. Tormentos graves sufrirán una vez que Cristo haya completado su brillante victoria y venzan los juicios de El, y no dejará ni ocasión de que lo contradiga con impudencia. Porque suele en ese pasaje tomarse juicio en el sentido de justicia.

Pero no quedará en solo eso su providencia, es decir en que sean castigados los incrédulos, sino que atraerá hacia sí al orbe entero. Y por tal motivo añadió: ¨Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza¨. Y para que veas que también esto es voluntad del Padre, desde el principio el profeta lo confirmó con estas palabras: ¨Mi amado en quien mi alma se complace¨. Porque es manifiesto que el amado hizo todo conforme a la voluntad del que lo ama.

(….)

Jesús se había apartado y había dado tiempo a que se amansaran las iras. Pero como de nuevo hizo un beneficio, de nuevo se encendió la maldad; y los fariseos se indignaban más aún que el demonio que había salido de aquel cuerpo y había huido sin pronunciar palabra. Los fariseos, en cambio, unas veces intentaban matar a Jesús, otras lo calumniaban. Y como lo de matarlo no adelantaba, se dedicaban a perjudicarlo en su gloria. Tal es la envidia: ¡no tiene par en los males! (…)

En consecuencia, demos muerte a esta bestia feroz de tantas cabezas. Porque hay muchas clases de envidia. Y si quien ama a quien lo ama en nada se diferencia del publicano, quien odia a quien ningún mal le hace ¿en qué categoría lo pondremos? ¿cómo evitará la gehena habiéndose hecho peor que los gentiles? Por tal motivo, profundamente me duelo de que nosotros, a quienes se ha ordenado imitar a los ángeles, o mejor aún al Señor de los ángeles, imitemos al demonio. Porque aún dentro de la Iglesia mucha envidia se encuentra, y aun mucho mayor en nosotros que en nuestros súbditos. ¡Vuélvase, pues, el discurso a nosotros!

(…)

El poderoso fácilmente se hincha, llevado del placer; y también con facilidad se sumerge y hunde y vive perpetuamente en una inestabilidad de la vida, pero nunca en paz. Antes de presentarse para hablar en público, antes de comenzar su trabajoso discurso, anda en agonías y temblores; y una vez disuelta la reunión, o por la tristeza se abate, o sin medida se alegra, cosa que le resulta peor que cualquier dolor. Y se ve que la excesiva alegría no es un mal menor que el dolor, por la forma en que afecta al alma, puesto que vuelve el ánimo ligero, alzado, como si tuviera alas, como puede observarse en los antiguos varones.

(…) Y Cristo llama felices a los que viven en llanto cuando dice: ¨Bienaventurados los que lloran¨. En cambio, a los que gozan de deleites los llama míseros: ¨¡Ay de vosotros los que reís, porque lloraréis!¨ Y con razón. Porque el placer vuelve muelle al alma y la deja sin fuerzas, mientras que en el luto ella se recoge y se vuelve sabia, y se libra de la montaña de enfermedades espirituales, y se eleva a lo alto y se robustece.

Sabiendo todo esto, huyamos de esa vana estimación de las multitudes y del placer que ella origina, para conseguir la verdadera y permanente gloria Ojalá todos lo consigamos por gracia y benignidad de nuestro Señor Jesucristo, al cual sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

Amén


 






 

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