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7 de julio de 2012

¨Vino nuevo en odres nuevos¨


Buen día en el Señor hermanos, en el evangelio de hoy (Mt 9, 14-17). Jesús nuevamente tiene una discusión sobre la fe con los discípulos de Juan el Bautista  y con los fariseos. Y ella se centra en el ayuno, la cual es una costumbre muy antigua, practicada por casi todas las religiones. Consiste principalmente en dejar de tomar alimentos con el fin de purificar el cuerpo y el alma, con la intención de hacerla más agradable a Dios.
 
La pregunta de los discípulos de Juan entorno a la práctica del ayuno.  Jesús mismo la practicó durante casi 40 días (Mt 4,2). Pero no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo. Les deja libertad. Por esto, los discípulos de Juan y de los fariseos, que se veían obligados a ayunar, quieren saber porqué Jesús no insiste en el ayuno. "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos y tus discípulos no ayunan?"

La respuesta de Jesús. Jesús responde con una comparación en forma de pregunta: “¿Pueden acaso los amigos del novio ponerse tristes, estar de luto, cuando el novio está con ellos?” Jesús asocia el ayuno con el luto, y él se considera el novio o el esposo. Pues Dios ama a su pueblo como un esposo ama a su esposa, tanto que quiere una alianza o ¨matrimonio¨ entre ellos. Por eso, el pueblo israelita es tratado en el Antiguo  Testamento como novia o esposa. Dios la va educando para que sea agradable a sus ojos. Esta fue también la misión de Jesús, quien es comparado con el esposo. La novia es la Iglesia.
Cuando el novio y sus amigos están juntos, es tiempo de alegría mas no de luto. Durante el tiempo en que Jesús está con los discípulos, es la fiesta de la boda. No precisan ni pueden ayunar. Jesús alude a su muerte, pues sabe cual será el cumplimiento de su Misión para salvarnos del pecado y de la muerte. 

Vino nuevo en odres nuevos. Estas palabras arrojan luz sobre las discusiones y los conflictos de Jesús con las autoridades de la época. La religión defendida por las autoridades religiosas era como ropa vieja, o vasijas viejas. Tanto los discípulos de Juan como los fariseos, trataban de renovar la religión. En realidad, lo que hacían era poner remiendos mas que nada y por ello corrían el peligro de comprometer y echar a perder la novedad y las costumbres antiguas.

No es posible combinar lo ¨nuevo¨ de Jesús con las costumbres ¨antiguas¨. Pues si se toma a la ligera se trataría de  ¨elegir¨ la simple novedad, lo diferente. Más el mensaje cristiano va más allá de eso, es un mensaje de Amor, de entrega, de renovación profundamente humana. Es vital elegir y saber separar las cosas. El mejor criterio para hacerlo es encontrando lo escencial, lo que es de Dios. Es lo que no cambia, lo que da valor y sobre todo es para el bien nuestro y el bien de los hermanos.



En este día, descubramos esos odres viejos, esas costumbres o creencias, que no nos dejan acoger  a Jesús como Señor y Salvador.
Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.
Gracias

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