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21 de septiembre de 2018

«El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.»



Domingo 25 del Tiempo Ordinario 
Del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 9: 30 - 37) 

30 Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera, 31 porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.» 32 Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.

33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?» 34 Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. 35 Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos.» 36 Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: 37 «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado.»
(Aciprensa.com)




S.S Francisco
Audiencia General
Miércoles, 18 de marzo de 2015



Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!

Después de haber pasado revista a las diversas figuras de la vida familiar —madre, padre, hijos, hermanos, abuelos—, quisiera concluir este primer grupo de catequesis sobre la familia hablando de los niños. Lo haré en dos momentos: hoy me centraré en el gran don que son los niños para la humanidad —es verdad, son un gran don para la humanidad, pero son también los grandes excluidos porque ni siquiera les dejan nacer— y próximamente me detendré en algunas heridas que lamentablemente hacen mal a la infancia. Me vienen a la mente muchos niños con los que me he encontrado durante mi último viaje a Asia: llenos de vida y entusiasmo, y, por otra parte, veo que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones no dignas... En efecto, del modo en el que son tratados los niños se puede juzgar a la sociedad, pero no sólo moralmente, también sociológicamente, si se trata de una sociedad libre o una sociedad esclava de intereses internacionales.

En primer lugar, los niños nos recuerdan que todos, en los primeros años de vida, hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás.
Y el Hijo de Dios no se ahorró este paso. Es el misterio que contemplamos cada año en Navidad. El belén es el icono que nos comunica esta realidad del modo más sencillo y directo. Pero es curioso: Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas para comprender a Dios. No por casualidad en el Evangelio hay algunas palabras muy bonitas y fuertes de Jesús sobre los «pequeños». Este término «pequeños» se refiere a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en especial a los niños. Por ejemplo Jesús dice: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11, 25). Y dice también: «Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial» (Mt 18, 10).

Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos remiten constantemente a la condición necesaria para entrar en el reino de Dios: la de no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, amor y perdón. Y todos necesitamos ayuda, amor y perdón.


Los niños nos recuerdan otra cosa hermosa, nos recuerdan que somos siempre hijos: incluso cuando se llega a la edad de adulto, o anciano, también si se convierte en padre, si ocupa un sitio de responsabilidad, por debajo de todo esto permanece la identidad de hijo. Todos somos hijos. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos sino que la hemos recibido. El gran don de la vida es el primer regalo que nos ha sido dado. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuésemos nosotros los dueños de nuestra existencia y, en cambio, somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el principal mensaje que nos dan los niños con su presencia misma: sólo con ella nos recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos.

Y son numerosos los dones, muchas las riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré sólo algunos:

Portan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y en la mamá; y tiene una confianza natural en Dios, en Jesús, en la Virgen. Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, aún no está contaminada por la malicia, la doblez, las «incrustaciones» de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, sus egoísmos, pero conservan una pureza y una sencillez interior. Pero los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente. Y muchas veces ponen en dificultad a los padres, manifestando delante de otras personas: «Esto no me gusta porque es feo». Pero los niños dicen lo que ven, no son personas dobles, no han cultivado aún esa ciencia de la doblez que nosotros adultos lamentablemente hemos aprendido.

Los niños —en su sencillez interior— llevan consigo, además, la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón «de carne» y no «de piedra», come dice la Biblia (cf. Ez 36, 26). La ternura es también poesía: es «sentir» las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, sólo para usarlos, porque sirven...

Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos, cuando los tomo para abrazarlos, sonríen; otros me ven vestido de blanco y creen que soy el médico y que vengo a vacunarlos, y lloran... pero espontáneamente. Los niños son así: sonríen y lloran, dos cosas que en nosotros, los grandes, a menudo «se bloquean», ya no somos capaces... Muchas veces nuestra sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, algo sin vida, una sonrisa que no es alegre, incluso una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente. Depende siempre del corazón, y con frecuencia nuestro corazón se bloquea y pierde esta capacidad de sonreír, de llorar. Entonces, los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y a llorar. Pero, nosotros mismos, tenemos que preguntarnos: ¿sonrío espontáneamente, con naturalidad, con amor, o mi sonrisa es artificial? ¿Todavía lloro o he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.

Por todos estos motivos Jesús invita a sus discípulos a «hacerse como niños», porque «de los que son como ellos es el reino de Dios» (cf. Mt 18, 3; Mc 10, 14).

Queridos hermanos y hermanas, los niños traen vida, alegría, esperanza, incluso complicaciones. Pero la vida es así. Ciertamente causan también preocupaciones y a veces muchos problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se quedó sin niños.
Y cuando vemos que el número de nacimientos de una sociedad llega apenas al uno por ciento, podemos decir que esta sociedad es triste, es gris, porque se ha quedado sin niños.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España, México, Perú, Argentina, Uruguay. Hermanos y hermanas, los niños dan vida, alegría, esperanza. Dan también preocupaciones y a veces dan problemas, pero es mejor así que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños, o no quieren a los niños. Pidamos que Jesús los bendiga y la Virgen los cuide. Muchas gracias.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)

Mañana celebraremos la solemnidad de san José, patrono de la Iglesia universal. Queridos jóvenes, miradlo a él como ejemplo de vida humilde y discreta; queridos enfermos, llevad la cruz con la actitud del silencio y la oración del padre putativo de Jesús; y vosotros, queridos recién casados, construid vuestra familia en el mismo amor que unió a José y a la Virgen María.

Tomado de la Santa Sede
La edición y el subrayado son nuestros

4 de octubre de 2015

"....y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba¨


Domingo 27 del Tiempo Ordinario
Evangelio: Marcos 10, 2-16

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio." Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. (Aciprensa.com)


Comentario:

 Este pasaje es parte de una larga instrucción de Jesús a sus discípulos . La que comienza con la curación del ciego de Betsaida  y termina con la la curación del ciego Bartimeo. En este camino hay tres tres anunciós de la Pasión del Señor, en los que Jesús se revela como el mesías siervo que vino para liberarnos del pecado y de la muerte. Los discípulos, esperaban un libertador glorioso, poderoso militar y político, y por ello eran incapaces de entenderlo. En estos domingos. ya hemos meditado dos anuncios.  

En este pasaje, Jesús da consejos sobre la relación entre el hombre y la mujer y sobre las madres y los niños. En ese entonces como ahora siempre hay un ¨instinto de superioridad¨. En el que unos se colocan por encima de otros por tener algunos privilegios recibidos. Jesús siempre preferirá al excluido, al olvidado, al marginado,  por que quiere mostrarnos que todos somos iguales  ante Dios.  

Los fariseos que quieren poner a prueba al mismo hijo de Dios ignoraban esto, pues ellos como maestros de la ley se  creían con el ¨derecho¨ de calificar y de probar a cualquiera que tentaba ser maestro. Jesús les responde con los mismo que ¨dominan¨, con la Ley.   Y ciertamente la desconocen, pues la Ley de Moisés no les fue dada para dividir al pueblo de Israel entre poderosos y sometidos sino para que se conformen en un sólo pueblo que sea muestra visible del Dios que no se puede ver. Gracias 

Para Profundizar:

Comentario sobre el Génesis 2: 18-24; Hebreos 2: 9-11; Marcos 10: 16.2

a) Contexto:
Nuestro texto (Mc 10,1-16) forma parte de una larga instrucción de Jesús a sus discípulos (Mc 8,27 a 10,45). Al comienzo de esta instrucción, Marcos sitúa la curación del ciego anónimo de Betsaida en Galilea (Mc 8,22-26); al final, la curación del ciego Bartimeo de Jericó en Judea (Mc 10,46-52). Las dos curaciones son símbolo de lo que ocurría entre Jesús y los discípulos. También estaban ciegos los discípulos que “teniendo ojos, no veían” (Mc 8,18). Necesitaban recuperar la vista; debían abandonar la ideología que les impedía ver claro; debían aceptar a Jesús tal como Él era y no como ellos querían que fuese. Esta larga instrucción tiene como objetivo curar la ceguera de los discípulos. Es como una pequeña cartilla, una especia de catecismo, con frases del mismo Jesús. El siguiente gráfico presenta el esquema de la instrucción:

Curación de un ciego 8,22-26
1° anuncio 8,27-38
Instrucciones a los discípulos sobre Mesías Siervo 9,1-29
2º anuncio 9,30-37
Instrucciones a los discípulos sobre la conversión 9,38 a 10,31
3º anuncio 10,32-45
Curación del ciego Bartimeo 10,46-52

Como se puede ver en el gráfico, la instrucción consta de tres anuncios de la Pasión: Mc 8,27-38; 9,30-37; 10,32-45. Entre el primero y el segundo hay una serie de instrucciones para ayudar a comprender que Jesús es el Mesías Siervo (Mc 9,1-29). Entre el segundo y el tercero, una serie de instrucciones que aclaran la conversión que debe darse en los distintos niveles de la vida de los que aceptan a Jesús como Mesías Siervo (Mc 9,38 a 10,31). El conjunto de la instrucción tiene como fondo la marcha desde Galilea hasta Jerusalén. Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos dice que Jesús está en camino hacia Jerusalén (Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32), donde encontrará la cruz.

Cada uno de los tres anuncios de la pasión está acompañado de gestos y palabras de incomprensión por parte de los discípulos
(Mc 8,32; 9,32-34; 10,32-37), y de palabras de orientación por parte de Jesús, que comentan la falta de comprensión de los discípulos y enseñan cómo deben comportarse (Mc 8,34-38; 9,35-37; 10,35-45). La comprensión plena del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por un compromiso práctico, caminando con Él por el camino del servicio, desde la Galilea hasta Jerusalén. Áquel que desee mantener la idea de Pedro, esto es, la de un Mesías glorioso sin cruz (Mc 8,32-33), no entenderá nunca, jamás llegará a tener la auténtica actitud del verdadero discípulo. Continuará ciego, viendo a la gente como árboles (Mc 8,24). Sin cruz es imposible comprender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. El camino del seguimiento es un camino de entrega, de abandono, de servicio, de disponibilidad, da aceptación del conflicto, sabiendo que habrá una resurrección. La cruz no es un accidente casual, sino una parte de este camino. En un mundo organizado a partir del egoísmo, ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! El que hace de su vida un servicio a los otros, incomoda a los que viven atados a los privilegios, y sufre.


 b) Clave de lectura:
En el texto que la liturgia pone ante nosotros, Jesús da consejos sobre la relación entre el hombre y la mujer y sobre las madres y los niños. En aquel tiempo mucha gente era excluida y marginada.
Por ejemplo, en la relación entre hombre y mujer existía el machismo. La mujer no podía participar, no había igualdad de derecho entre los dos. En la relación con los niños, los “pequeños”, existía un “escándalo” que era la causa de la pérdida de la fe de muchos de ellos (Mc 9,42). En la relación entre hombre y mujer, Jesús pide el máximo de igualdad. En la relación entre las madres y los niños, él pide la máxima acogida y ternura.

c) Comentario:

Marcos 10,1-2: La pregunta de los fariseos sobre el divorcio.
La pregunta es maliciosa. Trata de poner a Jesús a prueba: “¿Es lícito al marido repudiar a su mujer?” Señal de que Jesús tenía una opinión diferente, pues de lo contrario los fariseos no le preguntarían sobre este tema. No preguntan si es lícito a la esposa repudiar al marido. Esto no pasaba por su cabeza. Señal clara de una fuerte dominación masculina y de marginación de la mujer en la convivencia social de aquella época.

Marcos 10,3-9: La respuesta de Jesús: el hombre no puede repudiar a la mujer.

En vez de responder, Jesús pregunta: “¿Qué dice la Ley de Moisés?” La Ley permitía al hombre escribir una carta de divorcio y repudiar a su mujer (Dt 24,1). Esta permisión revela un machismo. El hombre podía repudiar a su mujer, pero la mujer no tenía este mismo derecho. Jesús explica que Moisés actuó así a causa de la dureza de corazón del pueblo, pero la intención de Dios era otra cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al proyecto del Creador (Gén 21,27 y Gén 2,24) y niega al hombre el derecho de repudiar a su mujer. Echa por tierra el derecho del hombre frente a la mujer y pide el máximo de igualdad.

Marcos 10,10-12: Igualdad hombre y mujer.

En casa, los discípulos le hacen preguntas sobre este mismo tema del divorcio. Jesús extrae conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre el hombre y la mujer. El evangelio de Mateo (cf. Mt 19,10-12) aclara una pregunta de los discípulos sobre este tema. Ellos dicen:“«Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse”. Prefieren no casarse, antes que casarse sin el privilegio de continuar mandando sobre la mujer. Jesús va hasta el fondo de la cuestión. Pone tres casos en los cuales una persona no se puede casar: (1) impotencia, (2) castración y (3) a causa del Reino. Sin embargo, no casarse porque alguien no quiere perder el dominio sobre la mujer, esto ¡es inadmisible en la Nueva Ley del Amor! Tanto el matrimonio como el celibato, deben estar al servicio del Reino y no al servicio de intereses egoístas. Ninguno de los dos pueden ser un motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer. Jesús propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite el matrimonio en el que el hombre pueda mandar sobre la mujer, o viceversa.

Marcos 10,13: Los discípulos impiden acercarse a las madres con sus niños.

Algunas personas trajeron a los niños para que Jesús los tocase. Los discípulos tratan de impedírselo. ¿Por qué se lo impiden? El texto no lo aclara. Según las costumbres rituales de la época, los niños pequeños junto con sus madres, vivían en un estado casi permanente de impureza legal. ¡Jesús quedaría impuro si los tocaba! Probablemente, los discípulos quieren impedir que los toque para que Jesús no quede impuro.

Marcos 10,14-16: Jesús reprende a los discípulos y acoge a los niños.

La reacción de Jesús enseña lo contrario: “¡Dejad que los niños vengan a mí. No se lo impidáis!” El abraza a los niños, se los acerca y pone las manos sobre ellos. Cuando se trata de acoger a personas y promover la fraternidad, a Jesús no le importan las leyes de pureza legal, no tiene miedo de transgredirlas. Su gesto nos trae una enseñanza: “Quien no recibe el Reino de Dios como niño, ¡no puede entrar en él!” ¿Qué significa esta frase? 1) Un niño recibe todo de los padres. Él no merece lo que recibe, sino que vive del amor gratuito. 2) Los padres reciben los hijos como un don de Dios y cuidan de ellos con cariño. La preocupación de los padres ¡no es dominar sobre los hijos, sino amarlos y educarlos para que se realicen!


Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños
Jesús insiste varias veces en la acogida que se debe dar a los pequeños, a los niños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí” (Mc 9,37). Quien dé un vaso de agua a una de estos pequeños, no perderá su recompensa (Mt 10,42). Él pide no despreciar a los pequeños (Mt 18,10). En el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer a “uno de estos más pequeños” (Mt 25,40).


En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), algunas veces indica “niño”, otras, los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. Algunas veces, el que es “pequeño” en el evangelio es el “niño”, y no otro. El niño pertenecía a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Dicho esto, no siempre es fácil discernir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para que fuera escrito en los evangelios. A pesar de esto, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que regía en la época y la imagen que tenían de Jesús las primeras comunidades: Jesús se coloca del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa. Impresiona cuando se ve todo lo que Jesús hizo en defensa de la vida de los niños, de los pequeños:

Acoger y no escandalizar. Es una de las palabras más duras de Jesús contra aquéllos que causan escándalo a los pequeños, o sea, que sean motivo para que los pequeños dejen de creer en Dios. Para éstos, mejor les sería tener una piedra de molino atada al cuello y ser arrojados a lo profundo del mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).

Acoger y tocar. Las madres con sus niños en brazos se acercan a Jesús para pedir una bendición. Los apóstoles tratan de apartarlas. ¡Tocar significaba contraer impureza! Jesús no se incomoda como ellos. Corrige a los discípulos y acoge a las madres y a los niños. Los toca y les da un abrazo. “¡Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis!” (Mc 10,13-16; Mt 19,13-15).

Identificarse con los pequeños. Jesús se identifica con los niños. El que recibe a un niño, “a mí me recibe” (Mc 9,37). “Todo lo que hiciéreis a uno de estos más pequeños, conmigo lo hicísteis” (Mt 25,40).

Volverse como un niño. Jesús pide que los discípulos se vuelvan como niños y acepten el Reino como un niño. Sin esto, es imposible entrar en el Reino de Dios (Mc 10,15; Mt 18,3; Lc 9,46-48). ¡Hace que un niño sea el profesor de los adultos! Lo que no era normal. Estamos acostumbrados a lo contrario.

Defender el derecho del que grita. Cuando Jesús entró en el templo y derribó las mesas de los cambistas, eran los niños los que más gritaban. “¡Hosanna al Hijo de David!” (Mt 21,15). Criticado por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, Jesús los defiende y en su defensa cita las Escrituras (Mt 21,16).

Agradecer por el Reino presente en los pequeños. La alegría de Jesús es grande cuando percibe que los niños, los pequeños, han comprendido las cosas del Reino que él anunciaba al pueblo. “¡Te doy gracias, Padre!” (Mt 11,25-26) ¡Jesús reconoce que los pequeños entienden mejor las cosas del Reino que los doctores!

Acoger y curar. Son muchos los niños y jóvenes que Él acoge, cura o resucita: la hija de Jairo de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la mujer cananea (Mc 7,29-30), el hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 14-15), el pequeño epiléptico (Mc 9,25-26), el hijo del Centurión (Lc 7,9-10), el hijo del funcionario público (Jn 4,50), el pequeño de los cinco panes y de los peces (Jn 6,9).

7 de octubre de 2012

Jesús que muestra al Padre, acoje al débil, al indefenso y al pobre

Del santo Evangelio según San Marcos 10, 2-16
Domingo 27 del tiempo ordinario

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron:"Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio."

Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. (Aciprensa.com)


Comentario: 

Jesús da consejos sobre la relación entre el hombre y la mujer y sobre las madres y los niños. En aquel tiempo mucha gente era excluida y marginada. Por ejemplo, en la relación entre hombre y mujer existía el machismo. La mujer no podía participar, no había igualdad de derecho entre los dos. En la relación con los niños, los “pequeños”, existía un “escándalo” que era la causa de la pérdida de la fe de muchos de ellos (Mc 9,42). En la relación entre hombre y mujer, Jesús pide el máximo de igualdad. En la relación entre las madres y los niños, él pide la máxima acogida y ternura.

Marcos 10,1-2: La pregunta de los fariseos sobre el divorcio. La pregunta es maliciosa. Trata de poner a Jesús a prueba: “¿Es lícito al marido repudiar a su mujer?” Señal de que Jesús tenía una opinión diferente, pues de lo contrario los fariseos no le preguntarían sobre este tema. No preguntan si es lícito a la esposa repudiar al marido. Esto no pasaba por su cabeza. Señal clara de una fuerte dominación masculina y de marginación de la mujer en la convivencia social de aquella época.

Marcos 10,3-9: La respuesta de Jesús: el hombre no puede repudiar a la mujer. En vez de responder, Jesús pregunta: “¿Qué dice la Ley de Moisés?” La Ley permitía al hombre escribir una carta de divorcio y repudiar a su mujer (Dt 24,1). Esta permisión revela un machismo. El hombre podía repudiar a su mujer, pero la mujer no tenía este mismo derecho. Jesús explica que Moisés actuó así a causa de la dureza de corazón del pueblo, pero la intención de Dios era otra cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al proyecto del Creador (Gén 21,27 y Gén 2,24) y niega al hombre el derecho de repudiar a su mujer. Echa por tierra el derecho del hombre frente a la mujer y pide el máximo de igualdad.

Marcos 10,10-12: Igualdad hombre y mujer.
En casa, los discípulos le hacen preguntas sobre este mismo tema del divorcio. Jesús extrae conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre el hombre y la mujer. El evangelio de Mateo (cf. Mt 19,10-12) aclara una pregunta de los discípulos sobre este tema. Ellos dicen:“«Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse”. Prefieren no casarse, antes que casarse sin el privilegio de continuar mandando sobre la mujer. Jesús va hasta el fondo de la cuestión. Pone tres casos en los cuales una persona no se puede casar: (1) impotencia, (2) castración y (3) a causa del Reino. Sin embargo, no casarse porque alguien no quiere perder el dominio sobre la mujer, esto ¡es inadmisible en la Nueva Ley del Amor! Tanto el matrimonio como el celibato, deben estar al servicio del Reino y no al servicio de intereses egoístas. Ninguno de los dos pueden ser un motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer. Jesús propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite el matrimonio en el que el hombre pueda mandar sobre la mujer, o viceversa.


 Marcos 10,13: Los discípulos impiden acercarse a las madres con sus niños.Algunas personas trajeron a los niños para que Jesús los tocase. Los discípulos tratan de impedírselo. ¿Por qué se lo impiden? El texto no lo aclara. Según las costumbres rituales de la época, los niños pequeños junto con sus madres, vivían en un estado casi permanente de impureza legal. ¡Jesús quedaría impuro si los tocaba! Probablemente, los discípulos quieren impedir que los toque para que Jesús no quede impuro. 

 Marcos 10,14-16: Jesús reprende a los discípulos y acoge a los niños. La reacción de Jesús enseña lo contrario: “¡Dejad que los niños vengan a mí. No se lo impidáis!” El abraza a los niños, se los acerca y pone las manos sobre ellos. Cuando se trata de acoger a personas y promover la fraternidad, a Jesús no le importan las leyes de pureza legal, no tiene miedo de transgredirlas. Su gesto nos trae una enseñanza: “Quien no recibe el Reino de Dios como niño, ¡no puede entrar en él!” ¿Qué significa esta frase? 1) Un niño recibe todo de los padres. Él no merece lo que recibe, sino que vive del amor gratuito. 2) Los padres reciben los hijos como un don de Dios y cuidan de ellos con cariño. La preocupación de los padres ¡no es dominar sobre los hijos, sino amarlos y educarlos para que se realicen!

En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), algunas veces indica “niño”, otras, los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. Algunas veces, el que es “pequeño” en el evangelio es el “niño”, y no otro. El niño pertenecía a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Dicho esto, no siempre es fácil discernir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para que fuera escrito en los evangelios. A pesar de esto, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que regía en la época y la imagen que tenían de Jesús las primeras comunidades: Jesús se coloca del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa. Impresiona cuando se ve todo lo que Jesús hizo en defensa de la vida de los niños, de los pequeños.



La edición y el subrayado son nuestros
Tomado del Sitio Oficial de los Carmelitas

En este dia, reconozcamos nuestras debilidades y sintamos la protección amorosa del Señor.

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.

Gracias

23 de septiembre de 2012

"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos."


Del santo Evangelio según San Marcos 9, 30-37 
Domingo 25 del Tiempo Ordinario 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado". (Aciprensa.com)

Comentario: 

Marcos 9,30-32: El anuncio de la Pasión Jesús atravesaba la Galilea, pero no quiere que la gente lo sepa, porque está ocupado en la formación de los discípulos. Habla con ellos sobre el “Hijo del Hombre” que debe ser entregado. Jesús aporta en sus enseñanzas las profecías. En la formación de los discípulos se orienta en la Biblia. Los discípulos escuchan, pero no entienden. Pero tampoco piden aclaraciones. ¡Quizás tienen miedo de que se les descubra su ignorancia!

Jesús, el “Hijo del Hombre”
Es el nombre que más le gusta a Jesús. Aparece con mucha frecuencia en el evangelio de Marcos (Mc 2,10-28; 8,31-38; 9,9-12.31; 10,33-45; 13,26; 14,21.41.62). Este título viene del A.T. En el libro de Ezequiel, indica la condición humana del profeta (Ez 3,1.10.17; 4,1 etc.) En la profecía de Daniel, la figura del Hijo del Hombre representa, no un individuo, sino, como dice él mismo, el “pueblo de los Santos del Altísimo” (Dn 7,27; cfr Dn 7,18). Es el pueblo de Dios que no se deja engañar ni manipular de la ideología dominante de los imperios animalescos. La misión del Hijo del Hombre, esto es, del pueblo de Dios, consiste en realizar el Reino de Dios como un reino humano. Reino que no mata la vida, más bien la defiende y promueve. Humaniza las personas.

Presentándose a los discípulos como el Hijo del Hombre, Jesús asume como suya esta misión que es la misión de todo el pueblo de Dios. Es como si dijese a ellos y a todos nosotros: “¡Venid conmigo! Esta misión no es sólo mía, sino de todos nosotros. Juntos, cumplamos la misión que Dios nos ha confiado: edificar el Reino humano y humanizante que Él soñó. Hagamos lo que Él hizo y vivió durante toda su vida, sobre todo, en los tres últimos años. El Papa León Magno decía: “Jesús fue tan humano, como sólo Dios puede serlo”. Cuanto más humano, tanto más divino. Cuanto más “hijo del hombre”, tanto más “hijo de Dios”. Todo lo que hace a las personas menos humanas aleja de Dios, también la vida religiosa, e incluso la vida carmelita. Fue lo que Jesús condenó, poniendo el bien de las personas sobre toda ley, sobre el sábado (Mc 2,27). 

Marcos 9,33-34: Una mentalidad competitiva Llegando a casa, Jesús pregunta: ¿De qué estábais discutiendo durante el camino? Ellos no responden. Es el silencio de los que se sienten culpables, porque en el camino discutían sobre quién fuese el más grande. La “levadura” de la competitividad, y del prestigio, que caracterizaba a la sociedad del Imperio Romano, ¡se infiltraba ya en la pequeña comunidad que estaba a punto de comenzar! ¡Aquí aparece el contraste! Mientras Jesús se preocupaba de ser el Mesías –Siervo, ellos piensan sólo en quién fuese el más grande. ¡Jesús trata de descender, ellos de ascender!

Marcos 9,35-37: Servir y no mandar La respuesta de Jesús es un resumen del testimonio de vida que estaba dando desde el principio: ¡Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el siervo de todos! El último no gana nada. Es un siervo inútil (cfr Lc 17,10). Usar el poder no para ascender o dominar, sino para descender y servir. Este es el punto sobre el cual Jesús insiste mayormente y sobre el que fundamenta su testimonio (cfr Mc 10,45; Mt 20,28; Jn 13,1-16). Jesús pone en medio de ellos a algunos niños. Una persona que sólo piensa en ascender y dominar no piensa en los pequeños, en los niños. ¡Pero Jesús lo invierte todo! Y dice: Quien acoge a uno de estos niños en mi nombre, a mí me acoge; quien me acoge, no me acoge a mí, sino a áquel que me ha enviado. ¡Él se identifica con ellos! ¡Quien acoge a los pequeños en nombre de Jesús, acoge a Dios mismo! 
 
 La edición y el subrayado son nuestros
Tomado del Sitio Oficial de los Carmelitas

En este día, descubramos que la verdadera alegría está en el servicio.

Que la misericordia y la confianza en el Señor no les falte.

Gracias

24 de agosto de 2012

¿Sabemos equivocarnos?

¿Sabemos equivocarnos?

No existe quien no se haya equivocado alguna vez, lo que sí existe seguramente son personas que han sabido sacar de sus errores nuevas fuerzas

Me pregunto muchas veces si el hecho de ser “perfeccionista” es verdaderamente una virtud, o un defecto. Y creo que tiene de las dos cosas.

Es una virtud, desde ya, porque es algo que nos impulsa a hacer todas las cosas perfectas.

Pero me parece que también es un defecto, dado que la realidad nos dice que en este mundo lo perfecto, no existe plenamente. Siempre está la posibilidad de equivocarse, y de hecho nos equivocamos.

Por eso es que me parece que el hecho de “aprender a equivocarse” es importante, quizás debiera ser una de las primeras cosas que tendrían que enseñarnos: que el fallar, es parte de nuestra condición humana. Que debemos buscar realizar todo lo más “perfectamente” posible, pero que inevitablemente está la posibilidad de equivocarnos.

El hecho de aprender a equivocarnos, sin dudas que nos ayudaría en muchas circunstancias que nos toca vivir, sobre todo para poder superarnos, y no creer que “hemos fracasado”, y quizás sólo haya sido que creíamos que inevitablemente todo nos iba a salir como lo planeamos, es decir, perfecto, y en realidad lo que después aparece como fracaso, no es otra cosa que la posibilidad que hay siempre de cometer un error, o de que no todo salga “tan perfectamente”.

Siempre pienso que en la vida lo importante no es no fallar, “no caerse”, sino el ver cómo reaccionamos ante una falla, si somos capaces de levantarnos de una caída. 

Por eso me parece fundamental que ya en la educación que damos a nuestros niños y jóvenes, los preparemos para esa posibilidad de equivocarse, de saber superar un error, de poder “asumirlo”, “hacerse cargo” de sus fallas, y no hacerles creer que pueden ser “omnipotentes” a tal punto que si cometen un error, ya hay que hablar de “fracaso”.

Los jóvenes tienen grande ideales, están hechos para las grandes empresas, y eso no se debe aplacar, pero sí mostrarles que muchas veces la realidad nos enseña que hay logros que vienen después de algunos obstáculos que hay que superar, que muchas veces algo que llamamos fracaso, no es más que una nueva oportunidad para demostrarnos que somos capaces de salir adelante, aún cuando todo haga pensar que no valió la pena tanto esfuerzo que se ha puesto para llevar adelante una tarea.

No existe quien no se haya equivocado alguna vez, lo que sí existen seguramente son personas que han sabido sacar de sus errores nuevas fuerzas para renovar un emprendimiento y no quedarse con la amargura de pensar que todo esfuerzo es inútil y no vale la pena volver a intentarlo.

Espero que sepamos enseñar a los jóvenes que no hay una vida “sin problemas”, sin posibilidad de errores, pero que sí hay en todo hombre una capacidad para superarlos.

El Subrayado es nuestro
 
Padre Oscar Pezzarini
Superior Provincial de la
Obra Don Orione en Argentina, Paraguay, Uruguay y México
Fuente: catholic.net

18 de agosto de 2012

No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos"

Del Santo Evangelio según San Mateo 19, 13-15
En aquel tiempo le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban. Jesús dijo: "Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos". Les impuso las manos y se marchó de allí. (Aciprensa.com)

Comentario:

• Mateo 19,13: La actitud de los discípulos ante los niños.  Los discípulos reñían a las madres. ¿Por qué? Probablemente, de acuerdo con las normas severas de las leyes de la impureza, los niños pequeños en las condiciones en las que vivían, eran considerados impuros. Si hubiesen tocado a Jesús, Jesús hubiera quedado impuro. Por esto, era importante evitar que llegasen cerca y le tocaran. Pues ya había acontecido una vez, cuando un leproso tocó a Jesús. Jesús, quedó impuro y no podía entrar en la ciudad. Tenía que estar en lugares desiertos (Mc 1,4-45)

• Mateo 19,14-15: La actitud de Jesús: acoge y defiende la vida de los niños. Jesús reprende a los discípulos, pues no le importa transgredir las normas que impedían la fraternidad y la acogida que había que reservar a los pequeños.Jesús se coloca del lado de los pequeños, de los excluidos y asume su defensa. Impresiona cuando se junta todo lo que la Biblia informa sobre las actitudes de Jesús en defensa de la vida de los niños, de los pequeños: 

a) Agradecer por el Reino presente en los pequeños. La alegría de Jesús es grande, cuando percibe que los niños, los pequeños, entienden las cosas del Reino que él anunciaba a la gente. “Padre, ¡yo te agradezco!” (Mt 11,25-26) Jesús reconoce que los pequeños entienden del Reino ¡más que los doctores!

 b) Defender el derecho a ¨gritar¨. Cuando Jesús, al entrar en el Templo, derribó las mesas de los mercaderes, eran los niños los que gritaban: “¡Hosanna al hijo de David!” (Mt 21,15). Criticados por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, Jesús los defiende y en su defensa invoca las Escrituras (Mt 21,16). 

c) Identificarse con los pequeños. Jesús abraza a los niños y se identifica con ellos. Quien recibe a un niño, recibe a Jesús (Mc 9, 37). “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” (Mt 25,40). 

d) Acoger y no escandalizar. Una de las palabras más duras de Jesús es contra los que causan escándalo a los pequeños, esto es, son el motivo por el cual los pequeños dejan de creer en Dios. Para éstos, mejor sería que le cuelguen una piedra de molino y le hundan en lo profundo del mar (Lc 17,1-2; Mt 18,5-7). Jesús condena el sistema, tanto político como religioso, que es el motivo por el cual la gente humilde, los niños, pierden su fe en Dios.

 e) Volverse como niños. Jesús pide que los discípulos se vuelvan como niños y acepten el Reino como niños. Sin eso, no es posible entrar en el Reino (Lc 9,46-48). ¡Coloca a los niños como profesores de adultos! Lo cual no es normal. Acostumbramos hacer lo contrario. 

f) Acoger y tocar. (El evangelio de hoy). Las madres con niños se acercan a Jesús para pedir la bendición. Los apóstoles reaccionan y los alejan. Jesús corrige a los adultos y acoge a las madres con los niños. Los toca y les da un abrazo. “¡Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis!” (Mc 10,13-16; Mt 19,13-15). Dentro de las normas de la época, tanto las madres como los niños pequeños, todos ellos vivían prácticamente, en un estado de impureza legal. ¡Tocarlos significaba contraer impureza! Jesús no se incomoda. 

g) Acoger y curar. Son muchos los niños y los jóvenes que acoge, cura y resucita: la hija de Jairo, de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la mujer Cananea (Mc 7,29-30), el hijo de la viuda de Naim (Lc 7,14-15), el niño epiléptico (Mc 9,25-26), el hijo del Centurión (Lc 7,9-10), el hijo del funcionario público(Jo 4,50), el niño de los cinco panes y de los dos peces (Jn 6,9).


La edición y el subrayado son nuestros  

Tomado del Sitio oficial de los carmelitas


El hacerse pequeño significa abandono y gratitud: Santa Teresita del Niño Jesús nos dice: ¨Sí, madrina querida, ante un lenguaje como éste, sólo cabe callar y llorar  de agradecimiento [1vº] y de amor... Si todas las almas débiles e imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña de todas las almas, el alma de tu Teresita, ni una sola perdería la esperanza de llegar a la cima de la montaña del amor, pues Jesús no pide grandes hazañas, sino  únicamente abandono y gratitud, como dijo en el salmo XLIX: «No aceptaré un becerro de tu casa ni un cabrito de tus rebaños, pues las fieras de la selva son mías y hay miles de bestias en mis montes; conozco todos los pájaros del cielo... Si tuviera hambre, no te lo diría, pues el orbe y cuanto lo llena es mío. ¿Comeré yo carne de toros, beberé sangre de  cabritos?... Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y de acción de gracias».

He aquí, pues, todo lo que Jesús exige de nosotros. No tiene necesidad de nuestras obras, sino sólo de nuestro amor. Porque ese mismo Dios que declara que no tiene necesidad de decirnos si tiene hambre, no vacila en mendigar un poco de agua a la Samaritana. Tenía sed... Pero al decir: «Dame de beber», lo que estaba pidiendo el Creador del universo era el amor de su pobre criatura. Tenía sed de amor... Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento. Entre los discípulos del mundo, sólo encuentra ingratos e indiferentes, y entre sus propios discípulos ¡qué pocos corazones encuentra que se entreguen a él sin reservas, que comprendan toda la ternura de su amor infinito!
(Santa Teresa del Niño Jesus y de la Santa Faz, Carta a Sor María del Sagrado Corazón, Cap. IX,  en Historia de Un alma) 

Véase tambien:

En este día, sintámonos los pequeños de Dios  y descubramos así su amor y ternura para con nosotros. 
 
Que la misericordia y la confianza en el Señor, no les falte. 
Gracias